Ultreia

La traición a los residentes desnuda a Ayuso: ¿no va de esto el 4M?

Daniel Basteiro nueva.

“Es lamentable decirles a las familias madrileñas que sus seres queridos porque son mayores se han muerto y se podía haber evitado, porque no se podía haber evitado [...] Esas personas, porque se salgan o no de las residencias, no se salvan en muchas ocasiones [...] En Madrid no hemos dejado morir a la gente”.

Eso es mentira. Lo dijo Isabel Díaz Ayuso sin que se le moviera una pestaña en el debate de este miércoles, pero lo desmienten los datos oficiales… ¡de la propia Comunidad de Madrid!

El 20 de marzo de 2020, la Consejería de Sanidad regional dictó un protocolo (la segunda de cuatro versiones) con “CRITERIOS DE EXCLUSIÓN” (figuraba en mayúsculas) para prohibir la derivación a hospitales de mayores de residencias. No sólo de aquellos con pocas posibilidades de sobrevivir. Era una orden amplia que cerraba la puerta de los hospitales a residentes sólo por ser discapacitados o tener un alto grado de dependencia.

Todo ocurrió mientras Ayuso presumía de que la sanidad funcionaba y los hospitales no estaban colapsados. Cuando Manuel Rico lo desveló en exclusiva en infoLibre el 26 de mayo, Ayuso lo despreció como un borrador. ¿Un borrador con membrete, firma electrónica y difusión a residencias y, desgraciadamente, llevado a término con precisión? Su autor, Carlos Mur, acabó reconociéndolo todo en la Asamblea de Madrid. El consejero de Políticas Sociales entonces, Alberto Reyero (Cs), había alertado desde dentro. Nadie le hizo caso y se marchó. Mientras, en la Puerta del Sol seguían celebrando el terraceo y las cañitas a la madrileña. ¡Libertad!

Y aquí las cifras oficiales: en los 20 días posteriores a la aprobación del documento murieron 5.343 mayores en sus residencias sin recibir atención hospitalaria, lo que equivale al 84% de los residentes fallecidos en ese período. El virus campaba a sus anchas en las residencias y Ayuso las cerró a cal y canto. No las medicalizó en ningún momento pese a que se lo pidieron los tribunales. No utilizó el hospital milagro de Ifema (entre el 22 de marzo y el 30 de abril sólo ingresaron 23 mayores de residencias, con síntomas leves). No los derivó a los hospitales privados haciendo uso del mando único que la Comunidad había impuesto. No hizo casi nada por las residencias. “El virus no lo inventé yo”, dijo en el debate para salir del paso.

Ayuso asegura que “no se podía haber evitado” la muerte de los residentes. ¿Cómo lo sabe si nunca se les llegó a tratar en la sanidad pública, que es de todos y también debió haber sido suya? Con unas plantillas diezmadas por la precariedad y el virus, miles de mayores murieron ahogados agónicamente en el virus (muchas veces de forma literal) mientras Ayuso iba licitando contrato a contrato el hospital de pandemias a los empresarios amigos del PP.

El debate de Telemadrid mostró por qué Ayuso quiere que sea el último. La candidata del PP no aguantaría dos o tres y a duras penas sobrevivió al bombardeo de datos sobre la pandemia a la que fue sometida por la oposición. Por una vez, la izquierda dejó a un lado peleas intestinas, consiguió volver a poner la gestión en el centro e ignoró la mayoría de los hechos alternativos sobre los mena (nunca un término más deshumanizador) o la idiosincrasia histórica del comunismo internacional.

Este miércoles, por fin, el drama de las residencias se coló en el prime time de la televisión y protagonizó un debate electoral. Las residencias y los datos de todo tipo, algunos muy básicos, que la propia Ayuso desconocía. ¿Cuántos hospitalizados hay? “Dígamelo usted, que es anestesista”, le dijo a Mónica García. ¿Cuántos muertos por covid-19 ha habido en Madrid? En su respuesta, a Ayuso se le olvidaron 3.000 y se los tuvo que recordar Mónica García. Cuando Iglesias le hablaba de los fallecidos, a Ayuso le daba la risa. No fue capaz de nombrar una comunidad con más muertos… porque no la hay.

Los datos pueden vencer a Ayuso si se transmite lo que hay tras ellos. Si se les pone nombres y apellidos, si se les confiere la épica de los sentimientos. ¿O es que las elecciones no van de la gestión constatable de la pandemia? ¿O es que los madrileños no sienten (en su doble acepción, notar y lamentar) los efectos demoledores que dibujan?

Que Ayuso patine con las cifras de su propia gestión y sólo sepa defenderse atacando al Gobierno central debería ser un acicate para la izquierda y, en general, para los que dudan del milagro de una candidata que ni siquiera sabe cubrir su propia declaración de bienes. Cuanto más se hable de la gestión, más motivos debería haber para no quedarse en casa y elegir una (la que sea) en las urnas.

Ayuso se quedó sola con Rocío Monasterio, la única que optó por ponerse de perfil mientras los demás partidos, también Ciudadanos, cargaban contra la candidata popular. “No ocurrió por casualidad. Es una mentalidad, una forma de entender la política. No es gestión, es su ideología”, le espetó Ángel Gabilondo. “Lo que ha pasado en las residencias de la Comunidad de Madrid se llama traición”, dijo Mónica García. “No hace falta insultar. Esto es una vergüenza”, dijo Pablo Iglesias tras leer el protocolo desvelado por este periódico.

Las informaciones exclusivas de infoLibre sobrevolaron el debate. En la noche del miércoles, el chaparrón le tocó comprensiblemente a Ayuso por su gestión. En la cobertura de Manuel Rico, que horas antes se había pasado una hora y media respondiendo las preguntas de los socios sobre el sector residencial y la pandemia, hay para todos. Por supuesto, también para el Estado por no investigar a fondo lo ocurrido, para el Congreso por no reforzar los controles o la presencia del sector público o para la Fiscalía por no actuar de oficio ante los episodios del horror. “Una sociedad que no cuida de los mayores no es una sociedad digna”, dijo Rico. ¿No es ese un motivo para ir corriendo a cualquier colegio electoral?

Más sobre este tema
stats