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Aquí me cierro otra puerta

Simone Biles y la soledad

Quique Peinado nueva.

El otro día hablaba con un amigo al que le ha caído un trabajo estupendo pero de mucha responsabilidad, de esos que te llenan de retos y ambición pero te matan de miedos, de esos que "ni se piensan ni se sueñan", como repitió él varias veces. Hablamos de muchas cosas relacionadas con eso, de que él trata de no dimensionar lo que hace porque si no colapsaría, de que "esta es la oportunidad de mi vida. De esta vida y de todas las vidas que me pudieran tocar", como dijo. De la presión, del miedo. Me dijo muchas cosas que me hicieron pensar, ahora que se habla tanto de la presión. 

Hablando con mi amigo intuí lo complicado que debe ser para gente que tiene ante sí retos descomunales pero "privilegiados" (ser medallista olímpico, ser ministra, hallar una vacuna que le salve la vida a la gente) tratar de explicarlos o encontrar comprensión. Vivimos rodeados de personas que aguantan presiones descomunales, como llegar a fin de mes o lidiar con una enfermedad, a la que invisibilizamos, posiblemente, para no sufrir nosotros. Huimos del sufrimiento ajeno para no somatizarlo. Pero creo que a veces también pecamos de no entender el miedo de quienes creemos privilegiados.

Vuelves a trabajar jodido y tienes razón

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Por eso me ha encantado la catarata de solidaridad con Simone Biles. Ella, una estrella que tiene la admiración de todo el planeta, ha recibido calor y cariño al mostrar que no siempre se puede. Es popular, encantadora, luchadora. Y tiene la vida resuelta. Parece que esta vez el amor por la persona ha podido con la reticencia a sus privilegios. Y eso también nos hace mejores.

Pero a lo que iba: que la conversación con mi amigo y esto de Simone Biles me llevó a reflexionar lo solos que podemos estar si quienes nos rodean simplemente no entienden por lo que pasamos. Me pareció que mi amigo se sintió escuchado, comprendido y, por ese rato, menos solo. Solo en un lugar con el que todos soñaríamos, pero solo. Y creo que vivimos rodeados de gente increíblemente sola aunque no pare de estar con gente, porque muchas veces que te comprendan es la única manera de no estar solo.

Está guay apoyar a Simone Biles. Es increíble que asumamos que la presión te puede matar y que a veces la manera más sana de lidiar con ella es bajarse del tren. Es maravilloso vivir en un momento en el que claramente las cosas están cambiando. Pero eso hay que llevarlo a lo concreto. A los que nos rodean. Nadie sabe lo efectivo que es un mensajito de "¿cómo estás?" con el que de verdad quieras saber cómo está alguien. Porque, de repente, resulta que alguien estaba mal y solo y ya no lo está. Al menos por un rato. Al menos ese rato. Como mi amigo.

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