Desde la tramoya

Memorando ficticio, pero no tanto, para la construcción de un partido de ultraderecha

De: Grupo Nacional de Estrategia y Acción Electoral, Unión Nacional.

A: Falange Española, Hogar Social, Vox, y otras treinta asociaciones.

Estrictamente confidencial

Hay un mercado electoral por conquistar. Se dan buenas condiciones para que quienes defendemos la soberanía española por encima de cualquier otra, quienes reclamamos nuestra tierra y nuestro pan para los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país, quienes estamos hartos de las injerencias de Europa, la debilidad de nuestros gobiernos, la corrupción de nuestros políticos, el despilfarro de nuestro dinero, y los privilegios de los extranjeros frente a los españoles, logremos articular un partido político fuerte. En España somos el 70% quienes creemos que los inmigrantes rebajan nuestros salarios, y el 40% quienes votaríamos a un partido que se comprometiera a reducir la inmigración. Casi tres cuartas partes de los españoles creemos que hay demasiados inmigrantes, y que los españoles debemos tener prioridad sobre los extranjeros al optar a un trabajo. Somos, de hecho, el país europeo que más inmigrantes ha asumido en las dos últimas décadas. Por otro lado, el 28% no nos consideramos europeos, el 35 creemos que la Unión Europea debería devolver competencias al Estado y un 25% pensamos también que estaríamos mejor fuera de la Unión Europea.

Nadie se ha apropiado de esos temas. Algunos ingenuos, como esos intelectuales marcianos del Instituto Elcano (ver aquí su informe) y otros think tanks liberales, creen que España está inmunizada contra el nacionalismo social que nosotros propugnamos –lo que ellos llaman despectivamente "la ultraderecha"– porque los españoles son europeístas y porque está reciente el Franquismo. Pues que lo crean. Pero si somos habilidosos y actuamos con inteligencia, podremos poner en la agenda pública temas que otros –por complejo o por su nefasta ideología igualitarista– no se atreven a plantear: la amenaza de la invasión extranjera y el daño que nos hace Europa. El PP no se atreve a decirlo porque la mayoría de su electorado es moderado, aunque es obvio que hay un ala más coherente y fuerte (Aznar es su sumo sacerdote), que vería con buenos ojos y podría apoyar una opción más nítida.

Secuestrar titulares, o la estrategia del caos

Enfaticemos lo social. Escondamos las águilas del viejo escudo, moderemos el uso de las banderas nacionales –asumámoslo, nosotros la amamos, pero a mucha gente, en este país que padece de banderofobia, le da repelús tanto abuso– y bajemos los brazos. Cada vez que aparecen esos tipos con torso de armario, rapados y saludando a la romana, perdemos electores potenciales. Repartamos bocadillos –solo a los españoles, por supuesto–, participemos en las movilizaciones contra los desahucios –solo si las familias afectadas son españolas– y sigamos apoyando las causas contra la corrupción en los tribunales, como ha hecho tradicionalmente Manos Limpias. La gente no quiere vernos pegándonos en Blanquerna con los independentistas catalanes, sino dando zumo y techo a nuestros compatriotas parados y desahuciados.

Ciertos temas, mejor dejarlos aparte. En cuanto nos vinculamos a los temas morales más controvertidos –aborto, homosexualidad, eutanasia....– ahuyentamos a la gente. Muchos españoles que podrían estar con nosotros son tolerantes con esos temas. No hay que asustarles. Miremos lo que hace Le Pen en Francia. Pasa de esos temas públicamente, aunque todos sabemos que hará luego lo que pueda si llega a gobernar.

Démonos prisa. El soberanismo nacional (lo que nuestros críticos llaman "ultranacionalismo"), la defensa de nuestros compatriotas frente a los extranjeros (que nuestros críticos dicen que es xenofobia) y nuestra defensa de una política contra los políticos corruptos (que ellos llaman "populismo"), crecen en situaciones de crisis económica. Puesto que la situación de la economía española mejora claramente desde 2015, puede que nuestra oportunidad pase sin que sepamos aprovecharla, como sí la disfrutaron nuestros colegas en Francia, en Grecia, en Holanda o en Italia.

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