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Caníbales

Detox

Mi campo semántico ha empezado a depurarse. Fue J. quien me lo pidió hace siglos, pero no reaccioné hasta que una de las mujeres de mi vida me confesó cómo elegía sus palabras ("si no tengo cuidado, me contaminan el mundo"). Ya son demasiados años de adolescencia, "estando hasta los cojones" en vez de al límite porque parece un hartazgo mayor (más hartazgo, más fuerza, más carácter).

Por suerte, dentro de mi adolescente feroz se esconde una mujer que crece. Algo pasó (pasó un abrazo, pasó una sonrisa, pasó la luz) y empecé a soltar lastre: los cojones, las hostias, los me la suda…

Tenía razón E.: se ve mejor el mundo, se ve para arreglarlo, y se nota. La Mary Poppins del parque (la llaman así porque hace volar a sus chuchos renqueantes) me preguntó si me había limpiado el aura, y mi perra se adelantó a contestar que no, que era otra cosa, un secreto. La cachorrita me conoce mejor que yo y se rebajó a explicármelo: “Llevas días sin pronunciar la jota de cojones y viviendo en la elegancia del coraje”.

Tengo una perra filósofa, filóloga y feminista: "Recuerda: no hay que enseñar a las niñas a ser perfectas, sino a ser valientes. Y el coraje –a igualdad de jota– es mejor que los cojones. Es unisex y, encima, más honesto, más valioso".

***

Al día siguiente, Mary Poppins se había olvidado de mi aura y tenía otra inquietud: "¿Has visto 13 reasons whyen Netflix?", me preguntó en tono conspiranoico.

Asentí y ella hizo gestos de no poder hablar (el silencio de una mujer que ve auras era mala señal).

-¿No te ha gustado?- simplifiqué por ayudar.

-Es que…

-¿Quieres decir que te parece peligrosa?

-Ssshhh… La perra…

Mary Poppins mandó a la cachorrita a perseguir una ardilla imaginaria para no herirla con nuestra conversación adulta. "El acoso escolar es terrible, pero es muy peligroso hacer apología del suicidio".

-¿Crees que es apología?

-No sé. Pero sí sé que no puedes tratarme como a la loca del parque, devolviéndome cada comentario en forma de pregunta.

Le pedí disculpas y me habló del acoso y de sus diferencias con una lección vital: “hay que aprender a protegerse del egoísmo ajeno y, sobre todo, a reconocer el propio. Que no te hagan daño, que tú no hagas daño”.

-¿Ya has enseñado eso a tus cachorritas?

Busqué a la perra, siempre sumisa, tantas veces herida. No sabe hacer daño, tampoco sabe protegerse. Mary Poppins me regañaba: "los creadores embellecéis el dolor, frivolizáis la depresión…". Y bajó aún más la voz:

-Yo sólo veo dos razones para suicidarte. Y creo que la primera es respetable. Si te duele el mundo entero y no ves luz en ti, en nada ni en nadie…

Hizo una pausa que yo no supe llenar más que preguntando: "¿Y la segunda?"

-El suicidio por rencor, por hacer daño a quien te hirió. Marcarles una cicatriz con tu nombre y hacer que vivan con tu hueco… Ese suicidio es inútil porque –consigas o no causar dolor– tú estás muerto y ellos no.

El negocio de la felicidad

-(…)

-Creo que la serie embellece el rencor… No soporto el rencor.

Entonces la cachorrita apareció con una pelota robada y nos fuimos a buscar un perro sin pelota y dueños con coraje. "¡Los perros reducen la depresión!", me advirtió Mary Poppins. "Y encima no tenemos rencor", le contestó la cachorrita sumisa.

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