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Rajoy: testigo con cargos

Sentado sobre el estrado, a la derecha del tribunal y a su misma altura, Mariano Rajoy hizo todo lo posible para que la imagen emitida este miércoles 26 de julio se pareciera más a una comparecencia parlamentaria que a un juicio por corrupción. En parte lo consiguió, con la inestimable ayuda del propio presidente del tribunal, Ángel Hurtado, que estuvo más pendiente de cortar a los abogados de las acusaciones en sus intentos de poner en evidencia las contradicciones del testigo que de evitar que ese testigo convocado “como ciudadano español” actuara en realidad como privilegiado presidente del Gobierno. El preparadísimo guión de Rajoy era muy simple: “Yo me dedicaba a la política y no a la contabilidad; todas las cuestiones que aquí se tratan corresponden a los servicios económicos del partido”. O sea a los extesoreros Lapuerta y Bárcenas. Su obsesión era muy evidente: no cometer ningún error que le llevara a ser acusado de falso testimonio.

Durante las casi dos horas de declaración, dejó sin respuesta (con permiso del propio tribunal) cuestiones principales de la Gürtel,cuestiones principales de la Gürtel, soltó lastre en las espaldas de Esperanza Aguirre y abrió también algún que otro enigma que podría traer cola en los futuros juicios que el PP y su presidente tendrán que afrontar por los papeles de Bárcenas o por la caja B del partido:

 

  • No ha despejado Rajoy una duda que le señala directamente: si presume de haber ordenado en 2003 cortar toda relación con las empresas de la Gürtel en cuanto supo que Francisco Correa “utilizaba el nombre del partido”, ¿por qué no denunció inmediatamente las actividades de Correa? El testigo Rajoy sostiene que le preguntó a Álvaro Lapuerta “si había algo que no se ajustase a derecho” y que este le dijo que no tenía pruebas “pero que no le gustaba”. Así que todo eso que Rajoy calificó años después como “una trama contra el PP” no merecía de entrada una denuncia ante la Fiscalía o el juzgado de guardia. Pero además Rajoy, cuando otra acusación le ha insistido sobre el hecho de que Correa y compañía siguieron contratando después de 2004 allí donde el PP mantenía el poder político (Madrid, Valencia, Castilla y León…) cree recordar que “se envió un comunicado a los órganos territoriales” con la orden de romper toda relación con las empresas de Correa. Primera noticia de la existencia de ese comunicado que el PP ya está tardando (nada menos que trece o catorce años) en mostrar.

 

  • No ha despejado tampoco Rajoy la clave fundamental del oscurísimo asunto de los sobresueldos opacos en el PP.  Los niega con tanta contundencia como a la vez admite que “bastantes personas” en el partido cobraban lo que él llama “un complemento salarial que se declaraba a Hacienda”. Siempre ha intentado Rajoy (y todo el PP) disfrazar los sobresueldos como gastos de representación, pese a que jamás nadie ha presentado los justificantes de esos gastos, como se exige en cualquier empresa privada o institución pública. “Todo lo que se refería a mí [en los papeles de Bárcenas] era absolutamente falso”, ha proclamado el testigo Rajoy. Lo que no ha logrado explicar es qué motivo se le ocurre para que Bárcenas anotara su nombre entre los de otros dirigentes que recibían esos pagos. ¿Acaso Bárcenas tenía motivos para morder la mano de quien lo ascendió a tesorero en el congreso de Valencia y le mantuvo el mayor sueldo en el organigrama del PP incluso hasta enero de 2013? El presidente del tribunal ha rechazado al instante la solicitud de un careo entre Rajoy y Bárcenas para aclarar quién miente (más) acerca de los sobresueldos.

 

  • No ha sido capaz el testigo de aclarar por qué motivo habría pagado Correa en 2004 un viaje del propio Rajoy y su familia a Canarias para descansar tras su derrota electoral. “Lo pagó mi partido, hasta donde yo sepa”, ha respondido con esa fórmula que pretende justificar en la ignorancia la comisión de una flagrante irregularidad. Tras el cuestionario del abogado de Adade, José Mariano Benítez de Lugo, otra de las acusaciones recogió el guante con buenos reflejos: “¿Y cómo sabe usted entonces que el viaje a Canarias lo pagó el partido?” El presidente del tribunal consideró impertinente tan lógica pregunta.
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  • En su táctica de esquivar la menor responsabilidad sobre asuntos turbios, Rajoy no ha desperdiciado tampoco la oportunidad de endosar a Esperanza Aguirre lo ocurrido con el considerado mayor pelotazo de la Gürtel, una operación inmobiliaria en el municipio de Arganda del Rey que supuso 25 millones de comisión para Correa. Reconoce Rajoy la ya contrastada reunión en su despacho con Álvaro Lapuerta y Esperanza Aguirre en la que el entonces tesorero advirtió de la existencia de esa operación en marcha. “Le dije [a Aguirre] que se enterase de lo que estaba ocurriendo allí y que a la vista tomase las decisiones justas y pertinentes”, cuenta el testigo Rajoy, quien de este modo vuelve a quitarse de en medio por si alguien se pregunta por qué no acudieron los reunidos a los tribunales con el fin de denunciar un negocio clamorosamente ilícito, y sobre el que aún deben muchas explicaciones la propia Aguirre, su delfín y sucesor Ignacio González o los empresarios Fernando Martín o Enrique Cerezo.

 

  • No podían impedir (ni Rajoy ni el presidente del tribunal) que el testigo fuera preguntado por aquellos SMS que envió apoyando a Luis Bárcenas cuando ya todos los españoles sabían que se le habían descubierto cuentas en Suiza con 47 millones de euros. Esos mensajes le habrían costado la carrera política a cualquier dirigente en una democracia digna de tal nombre. En la española, sin embargo, seguimos asistiendo (esta vez en sede judicial) al bochorno de escuchar que un abogado le pregunte a Rajoy: “¿Qué quería usted decir cuando le trasladó a Bárcenas el mensaje ‘hacemos lo que podemos’?”, y que el testigo responda: “Hacemos lo que podemos es lo que significa exactamente hacemos lo que podemos”. Es decir, una sorna que suele calificarse de “gallega” y que avergüenza para empezar a cualquier ciudadano gallego decente, que son la inmensa mayoría. Una vez más, el presidente del tribunal ha impedido que las acusaciones pudieran desarrollar una argumentación muy sólida sobre ese “hacemos lo que podemos” y que enlaza con la permanente obstaculización que el PP ha ejercido en todos los procesos judiciales que le afectan, desde la propia Gürtel (donde Ruz tuvo que expulsar como acusación al partido de Rajoy) hasta los ordenadores destruidos a martillazos, las permanentes peticiones de nulidad, etcétera. Un etcétera en el que es legítimo incluir toda una serie de nombramientos que sitúan a juristas muy cercanos al PP al frente de órganos judiciales clave en la resolución final de esos mismos procesos.

Más allá de los elementos concretos que ponen en duda la veracidad del testimonio de Rajoy acerca de su conocimiento o responsabilidad sobre el entramado de la Gürtel, el fondo de su estrategia delata además un desprecio absoluto hacia lo público y hacia los resortes que deberían garantizar la limpieza democrática. “En el Comité Ejecutivo del PP nunca se ha debatido ni sobre presupuestos ni cuentas del partido”, ha soltado Rajoy a preguntas de la Fiscalía, derivando todas las cuestiones económicas a Lapuerta y Bárcenas. Simplemente se firmaban los documentos para enviarlos al Tribunal de Cuentas. Conviene recordar (y habría estado bien que la propia Fiscalía se lo recordase a Rajoy) que más del 90% del dinero que maneja un partido político en España procede de las subvenciones públicas correspondientes. Dicho de otra forma: es un dinero de todos cuyo control al señor Rajoy, presidente del PP y del Gobierno, parece importarle un pito. Tanto como al resto de la dirección del partido gobernante durante los últimos treinta años.

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