Cobarde con causa

El wéstern, género de Trump

Juan Herrera

En un pueblecito de la serranía de Ronda, un cartel: "El género dentro, por el calor". El cartel es antiguo, pero la frase es perfecta para el acalorado ambiente que respiramos. Miro el cartel, pienso en Trump, me siento "género" y decido refugiarme en la tienda, dentro de la cámara frigorífica.

Allí al fresquito, rodeado de melones, puerros y zanahorias, reparo en que la palabra "género" tiene una gran cantidad de usos. Uno, por ejemplo, es el cine. Se dice "cine de género", así en singular, porque aunque parezca que hay muchos géneros, en realidad todos son uno: el género de la violencia. Cuando decimos "violencia de género", en realidad hacemos redundancia. La violencia se disfraza en el cine como cine "de acción", "cine negro", de "ciencia ficción", de "zombis"  o de "aventuras". La violencia vende, la violencia es comercial y no sería descabellado pensar que, para ganar audiencia, los telediarios, dentro de nada, serán realizados en clave wéstern.

El día que Trump, Kim-Jong-un o Maduro no hacen un duelo de pistoleros tuiteros, en el telediario hay un sheriff corrupto o un juez prevaricador. sheriff Si no hay un grupo de cuatreros callejeros, hay un predicador fanático. La semana que no hay un terrateniente ambicioso, hay un vendedor de pócimas alucinógenas o los exploradores del séptimo de caballería detectan señales de humo desde las montañas de Monserrat. Todo está en el wéstern. Trump acaba de citar a John Wayne al decir: "El arma está cargada y lista".

En un reciente libro de Francisco Reyero aparecen las divertidas andanzas de Clint Eastwood en España, antes de ser votante de Trump. El interesante y bien documentado librito lleva el sugerente título de: Desde que mi nombre me defiende.Desde que mi nombre me defiende Título que encaja como anillo al dedo a casi todos los protagonistas de la vida española actual.

El nombre, su nombre, ha defendido y defiende a los Pujol, a los Rato, a los Granados, González, Correa, Bárcenas, etc.

Todos ellos actores de un género que les permite decir desde el banquillo, con mirada desafiante: ¿Usted sabe con quién está hablando? Jaume Matas, el Bigotes, Urdangarin, personajes que parecen guionizados por Clint Easwood y Sergio Leone, guionista de un título que además es una filosofía: Por un puñado de dólares. En los últimos veinte años en España, al parecer, todo se movía "por un puñado de dólares".

En Infierno de cobardes, del año 1973, se dice: "Alguien dejó la puerta abierta y entraron los perros equivocados a nuestra casa". ¿Acaso esta frase no podría haberla pronunciado Esperanza Aguirre con su mejor cara de cuáquera ingenua, o incluso el adusto y andariego sheriff Rajoy?

Julios en agosto

En Por un puñado de dólares aparece otra frase perfecta para Bárcenas, Ignacio González, Granados o Correa. Y hasta para Pujol: "El mundo se divide entre los que tienen la cabeza dentro de la soga y los que pueden cortarla. La diferencia entre tú y yo es que el cuello que está dentro de la soga es el mío". ¿Quién sería el destinatario de esta perla? 

Una de mis frases favoritas de La muerte tenía un precio dice: "¡Quietas las manos! Lo difícil no es dar el golpe. Lo difícil es conservar el botín". En esta tarea probablemente andan ahora abogados y testaferros dirigidos desde la cárcel.

Claro que tal vez la frase de las frases del wéstern pertenece a Johnny Guitar, de Nicholas Ray: "Miénteme, dime que me amas". ¿Si no es amour fou, cómo explicar que votación tras votación, con la corrupción por babero, España siga votando a los mismos? Metidos en el "género", ¿será por generosidad o degeneración?

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