A debatir

Sobre el referéndum

Antiguamente, cuando los periódicos sólo se editaban en papel, el autor de columnas y tribunas no podía conocer la reacción de los lectores, salvo por alguna carta al director o algún comentario de algún conocido. La aparición de los medios digitales ha alterado profundamente la relación entre autor y lector. Ahora no solo es posible calcular el número de lectores de cada artículo, sino que además estos pueden dejar sus opiniones.

En la mayoría de los casos, el modo de interacción entre autor y lectores sigue siendo profundamente jerárquico: el autor plasma su punto de vista y a continuación los lectores lo valoran en la sección de comentarios. El nivel de los comentarios es muy desigual. Hay lectores que aportan opiniones razonadas, pero otros se limitan a ofrecer un elogio (que siempre se agradece, no nos engañemos) o un denuesto (que siempre escuece, para qué negarlo).

A mí me parece que el formato dominante (el autor escribe, los lectores comentan) desaprovecha las posibilidades del medio digital, pues no llega a producirse un verdadero ejercicio deliberativo en el que se enriquezcan las opiniones del autor y de los lectores. Así que me he decidido a cambiar el registro habitual de los artículos que vengo escribiendo desde la fundación de infoLibre hace ya más de cuatro años. Me gustaría experimentar un poco, probar qué sucede si intentamos entre todos establecer un diálogo más horizontal, en el que los lectores pasen a ser participantes (potenciales) en un debate abierto. Se trata de un ensayo dirigido a robustecer nuestra esfera pública.

Propongo que los artículos tengan al menos una doble vuelta. Me explico. En el primer artículo someteré a la consideración de los lectores una cuestión polémica, tratando de delimitar el campo de discusión para que el tema no se nos vaya de las manos. Quien quiera podrá participar aportando su punto de vista. Como mis colaboraciones tienen una periodicidad quincenal, los participantes en el debate deberán tener un poco de paciencia, pues retomaré la cuestión a las dos semanas, ordenando los argumentos e información que se haya ido aportando durante ese tiempo. No actuaré sólo como moderador, me reservo el derecho a ofrecer mi propia opinión en la segunda entrega de cada debate. Si, por las razones que sean, el tema resulta especialmente controvertido y los lectores desean continuar con el debate, no habrá inconveniente en prolongarlo.

Como sucede en todo debate, es fundamental establecer unas reglas mínimas. En primer lugar, el insulto, el sarcasmo y el desprecio no valen. Aunque ese tipo de comentarios puedan colarse en el debate, no los tendré nunca en cuenta, por ofensivos que sean. En segundo lugar, no me referiré en ningún caso a los autores de los comentarios, sino solo a los argumentos que se manejen. Espero evitar así que surjan “personalismos” en el debate, pues mi interés es refinar los argumentos que manejamos entre todos, no entrar en el “cuerpo a cuerpo”. En tercer lugar, brevedad: los comentarios no pueden transformarse en artículos de 1.000 palabras. En cuarto lugar, se agradecerá que los participantes amplíen los términos del debate con links a otros textos links que contribuyan a enriquecer la discusión colectiva.

El éxito final de este formato dependerá en parte de mí (del acierto que tenga proponiendo temas), pero sobre todo de la implicación de los lectores, de todos aquellos que quieran transformarse en participantes y aporten comentarios valiosos.

Hechas las presentaciones, entremos en materia.

Soy consciente de que el tema resulta fatigoso, que hay opiniones por doquier y que se oye sobre todo a quienes más gritan y mayores barbaridades dicen; con todo, sería extraño, en estas fechas, no comenzar con un debate sobre el referéndum catalán.

El asunto del referéndum se puede examinar desde ángulos muy diversos. Me gustaría ir a la raíz política del asunto, dejando de lado los acontecimientos más recientes, pues creo que estos solo pueden valorarse adecuadamente si primero hacemos explícitas nuestras ideas sobre el encaje del referéndum en nuestra democracia.

Con ello quiero que nos quitemos de encima un asunto muy importante pero que no va al corazón del problema: el encaje constitucional del referéndum (véase, por ejemplo, este esclarecedor artículo sobre el particular). Si se está de acuerdo con que debe celebrarse el referéndum pero la Constitución no lo permite, entonces se debería exigir a los partidos políticos que modifiquen el texto constitucional. Lo que no tiene mucho sentido es ser partidario del referéndum y resignarse a que este resulte imposible por imperativo constitucional.

Debatamos entonces sobre si es conveniente o no que se realice un referéndum en Cataluña sobre su pertenencia a España. Supongamos que el referéndum fuera legal y se llevase a cabo con todas las garantías necesarias, ¿cree usted que debería llevarse a cabo?

Es muy importante no mezclar las razones para estar a favor o en contra de la independencia de Cataluña con las razones para hacer o no el referéndum. Alguien puede oponerse frontalmente a la independencia de Cataluña pero considerar que el asunto debe resolverse mediante un referéndum en el que los catalanes tengan la oportunidad de mostrar su apoyo a la independencia o al statu quo.

La cuestión puede entonces formularse así: si hay una demanda continuada de independencia de un territorio con viabilidad estatal y el apoyo a la celebración de un referéndum al respecto es muy elevada en dicho territorio, ¿qué razones hay, desde el punto de vista democrático, para decidir que se celebre o se impida dicho referéndum?

Dicho de otra forma, ¿cómo debe responder un sistema democrático ante una demanda de independencia? ¿Debe desoírla, debe darle cauce a través de un referéndum o debe intentar resolverla a través de algún otro mecanismo político?

Una vez que esta cuestión de principio quede clara, será mucho más fácil formarse una opinión sobre todo lo demás.

'Patria'

¿Usted qué piensa?

* Todos los socios y socias de infoLibre pueden participar en este debate pinchando el botón '¿Quieres opinar?' y escribiendo sus comentarios. En el artículo siguiente, el autor recogerá los principales argumentos y conclusiones de la discusión.

 

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