Plaza Pública

Malraux en España: el intelectual y su compromiso

Antoni Cisteró

Es un tema largamente debatido: ¿Hasta dónde debe llegar el compromiso del intelectual ante situaciones de crisis social? ¿Basta con textos bien escritos?

A mi entender, las tres estancias en España que André Malraux realizó durante la Guerra Civil son un ejemplo de cómo un intelectual relevante dio respuesta a las preguntas citadas. Nos dice el autor francés en su libro Les Noyers d’Altenburg: “L’intellectuel est celui qui pense à partir des idées et au sein des idées. C’est pourquoi il ne sait pas que l’action ne se pense pas qu’en termes d’action”. ¿Acción? ¿Qué significa “acción” en nuestros días?, ¿Podemos establecer un paralelismo con la España de 1936? Y sobre todo: ¿Cómo se da el salto de las ideas a la acción?

Porqué ahí reside el gran mérito de André Malraux. Personaje polifacético, caleidoscópico, autodidacta, escritor premiado, activista en varios frentes, compañero de viaje del comunismo, resistente al nazismo, y también ministro gaullista, a quién se deben numerosos centros culturales, museos y auditorios. Paso a analizar la evolución que, según el autor francés, debiera experimentar el intelectual (y no sólo él), frente a las situaciones de crisis, razonamiento que será la base de mi conferencia en el Instituto Francés de Madrid, el próximo día 5 de abril.

1ª Etapa.- De la experiencia a la acción. La escuadrilla: ¿Cómo se da el salto? Malraux visita España en mayo de 1936, y luego durante los primeros días después del golpe de estado franquista. Para él no hay duda: la República necesita aviones. Pues bien, regresa a Francia y en tres semanas consigue que con dinero de la República y la anuencia del Gobierno francés, una treintena de aviones pasen la frontera y, con personal técnico voluntario y contratado, estén operativos ya a mediados de agosto. El último avión llega a España el mismo día en que Francia firma el ignominioso tratado de No Intervención, que hubiera impedido su paso. Acción surgida de la constatación de los hechos. Nos dice en L’Espoir: ““Dites donc, commandant, qu’est-ce qu’un homme peut faire de mieux de sa vie, selon vous ? -Transformer en conscience une expérience aussi large que possible, mon bon ami” El intelectual está especialmente indicado para tal tarea, su capacidad de análisis debe ponerse al servicio de un pueblo que sufre las circunstancias pero carece de los instrumentos para extraer causas y soluciones. Malraux percibe cómo el pueblo llano ha levantado la bandera de la ilusión y la esperanza al darse cuenta de la voluntad de la República de una mayor justicia social, proceso que en aquel momento fuerzas retrógradas están poniendo en peligro. Nos dice: Il faut tenter de donner conscience aux hommes de la grandeur qu’ils ignorent en eux.

2ª Etapa.- La fraternidad. Congreso de Valencia. Ahora bien, de poco sirve la tarea del intelectual, incluso en el caso de que pase a la acción (por relevante que sea, como la compra de aviones), si no es compartida. El intelectual no está encerrado en su torre de marfil; como un ciudadano más, está inmerso en el mismo mar que zarandea la frágil embarcación social. Las olas de un destino que se nos quiere imponer, un destino que, aquellos días significaba volver a las vejaciones de carácter feudal de la España de siempre. Apunta Malraux en L’Espoir: “Le contraire d’être vexé c’est la fraternité”.

Su primera estancia, con la escuadrilla, termina en febrero de 1937, cuando protege la huida del pueblo republicano de Málaga. Pero se da cuenta que la acción no basta, e inicia su labor intelectual de difusión, divulgando sus experiencias en diversos países. Visita Estados Unidos y Canadá, da conferencias en Francia e inicia la redacción de L’Espoir, su última novela, en la que por un lado narra hechos vividos durante los primeros meses de guerra, y por el otro intercala reflexiones sobre el compromiso desde diversos puntos de vista.

Asimismo, participa muy activamente en la organización y desarrollo del II Congreso de Escritores en Defensa de la Cultura, que tiene lugar en Valencia, Madrid y Barcelona, en julio de 1937. En uno de sus discursos afirma: “El espíritu no se defiende únicamente por medio de los escritores consagrados a la lucha antifascista, sino también por esos hombres que sin tener una gran cultura saben de qué lado está la justicia y la dignidad” el intelectual y el ciudadano, unidos en su lucha por ser dueños de su destino, frente a quienes quieren imponer otro basado en la imposición y la vejación.

3ª Etapa.- La obra de arte. Novela y película: Malraux percibe trazos comunes en las crisis de todos los tiempos. No basta con plantar cara en una circunstancia concreta, incluso si se trata de algo tan grave como un levantamiento militar y su continuación en una guerra civil. La lucha continuará más allá. Y por lo tanto, el posicionamiento del intelectual también debe perdurar. Para ello, no basta con la acción puntual, ni tan sólo con la fraternidad de los que participan de una lucha común. Es preciso transcenderlo mediante la obra de arte. Nos dice: “L’art est un anti-destin”. Y por ello, comprometido hasta el fondo con la causa republicana, publica L’Espoir, y en el verano de 1938, inicia en Barcelona el rodaje de Sierra de Teruel.

Pero las innumerables dificultades para su filmación, en plena debacle republicana, hacen que no esté terminada cuando, el 29 de enero de 1939, pasan la frontera junto a casi medio millón de ciudadanos republicanos. Pero persiste en su idea: hay que dejar una huella de lo que ha pasado: de la solidaridad del pueblo ante su destino, de las causas del ahogo de la República por parte de gobiernos timoratos, de la ayuda nazi y fascista a los golpistas… Así que continua con el montaje de la película, hasta terminarla precariamente, con 28 de las 39 escenas previstas.

Las vicisitudes del film no terminan ahí. Prohibido por las autoridades francesas, posteriormente los ocupantes nazis ordenan su destrucción. Por vericuetos insospechados, logra salvarse una copia que, finalizada la guerra, ganará el Premio Louis Delluc. He reflejado tal peripecia en mi novela: Campo de esperanza (Premio Film-Historia de la Universidad de Barcelona).

En resumen: experiencia, consciencia, acción, fraternidad y trascendencia mediante la obra de arte: un ejemplo de la trayectoria de un intelectual comprometido con la sociedad del momento, que sigue vivo como elemento de reflexión en la actualidad donde, de nuevo, fuerzas antidemocráticas y oligarquías prepotentes intentan determinar el destino de la población mundial. Sí, el ciudadano sufre y, a lo sumo, se indigna. Pero, ¿y el intelectual?

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Antoni Cisteró es sociólogo y escritor. También es miembro de la Sociedad de Amigos de infoLibre

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Este miércoles 5 de abril, a las 19.30, el Instituto Francés de Madrid (Marqués de la Ensenada, 12) acoge el acto André Malraux en España (1936-1939). Intervienen Antoni Cisteró, Federico Mayor Zaragoza, Teresa Aranguren y Gilbert Grellet.

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