Plaza Pública

Con Barcelona, amigos para siempre

Me sobran razones para sacrificar un sábado donostiarra y acercarme con ganas a la Barcelona que amo para participar en la manifestación unitaria convocada en solidaridad con las víctimas del terrorismo yihadista y con la angustiada ciudadanía catalana.

Además, como ciudadano de identidades compartidas también me siento catalán. En momentos dramáticos como los que se han vivido en Cataluña es cuando más quiero y necesito demostrar que me siento implicado en sus problemas e identificado con sus gentes en la búsqueda de salidas democráticas e incluyentes a sus problemas.

Guardo una deuda infinita con Barcelona porque fue siempre, en los muchos días negros que hemos vivido en Euskadi por culpa del terrorismo de ETA, una ciudad refugio, una ciudad de apoyo gracias a su Ayuntamiento y a las gentes amigas de San Sebastián y del País Vasco. Nunca nos dejaron solos.

Puedo dar fe de ello durante mi etapa de alcalde durante veinte años. La memoria no puede olvidar el apoyo concreto de tantas entidades y de su Ayuntamiento. Ni los gestos de amistad, complicidad y humanidad de personajes increíbles como Pasqual Maragall y Ernest Lluch.

Por cierto, será la segunda vez que acudo a Barcelona para sumar otro granito de arena a una gran manifestación en la que vamos a demostrar que no tenemos miedo y a gritar que los asesinados han ganado la consideración de “amigos para siempre”. La primera vez fue con motivo de otra manifestación incalculable tras el asesinato cobarde por ETA de mi amigo y compañero Ernest Lluch. Aquel día volé casi de madrugada a Barcelona desde Lisboa, donde celebrábamos —¡qué paradoja!— un congreso de ciudades educadoras por la paz.

Recuerdo que Barcelona, de la mano del alcalde Pasqual Maragall, había sido la ciudad europea que, ante el silencio y el dejar hacer de los gobiernos de los Estados europeos y de EEUU, lideró el apoyo solidario tanto a los habitantes de Sarajevo, masacrados por una guerra con tintes religiosos, como a la Bosnia musulmana. Un compromiso que prolongó con ayudas de todo tipo durante muchos años. Por eso Barcelona, con su diplomacia humanitaria y en defensa de los derechos humanos, es un ejemplo en el mundo de ciudad abierta a las mejores causas.

Redes sociales para dialogar

Confío en que la organización de la manifestación invite a las familias de las victimas y a los heridos recuperados a encabezar la manifestación. Se lo merecen de sobra, sin despreciar en absoluto el trabajo profesional de los cuerpos de los Mossos, la Guardia Urbana y los servicios de emergencia. No quisiera que nadie pensara que hay algo endogámico en la concesión de la medalla de oro otorgada a los mismos cuerpos por el Parlament o en la decisión de las autoridades de Catalunya a la hora de establecer la cabecera de la manifestación.

En política, sabido es que nadie se premia a sí mismo. Ni siquiera por persona interpuesta. _____________________

Odón Elorza es diputado Socialista por Gipuzkoa

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