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Niños que migran solos: el “nuevo” fenómeno que se repite cada año

Ione Belarra

El verano es una época complicada para los medios de comunicación. Pocas noticias y espectadores y lectoras desinteresados que ven o leen con un ojo mientras vigilan a los niños y niñas en la playa con el otro. Hay que rellenar. El problema está en cómo y con qué.

El País volvió a rellenar su portada hace un par de días con una noticia veraniega a la que ya nos tiene acostumbradas. En marzo de 2014 publicaba que “80.000 inmigrantes ilegales esperan en Marruecos y Mauritania para pasar a Europa”, un dato que con varias idas y venidas lleva dando vueltas por los medios de comunicación de nuestro país desde hace al menos 11 años, sin que nadie haya sido capaz de contrastarlo.

Este verano les tocaba el turno a los niños y niñas que migran solos que, en jerga administrativa, son más conocidos como Menores Extranjeros No Acompañados (MENA). El periódico destacaba que nos encontramos ante un “éxodo” de MENA que está sobrepasando el sistema de protección andaluz. El mismo discurso que encontramos por parte de las administraciones locales de Ceuta y Melilla, que dicen sentirse sobrepasadas por esta realidad, a pesar de recibir al menos una partida directa de los Presupuestos Generales del Estado de 3,5 millones de euros anuales.

Llama la atención el interés desmedido de las administraciones y los medios de comunicación por mostrar este fenómeno como algo que nos desborda, como una “nueva amenaza” que, sin embargo, se repite sistemáticamente desde el año 1995. Llama la atención la dificultad que encuentran para poner en marcha políticas que, de manera eficaz, garanticen los derechos de estos niños y niñas, cuándo es la Administración la que ha de asumir su tutela y, en el caso de España, queda bajo competencia de las comunidades y ciudades autónomas. No es menor recordar que estos niños y niñas que migran solos son, efectivamente, niños y niñas.  Y es que visitando el antiguo cuartel militar de La Purísima —ahora  centro de menores de Melilla—, con sus cientos de literas apiladas y su olor a zotal y amoníaco, queda claro que estos niños son para la ciudad autónoma  y el resto de administraciones competentes mucho antes migrantes a reprimir que niños y niñas a proteger.

Cuentan quienes dirigen el centro que entre 7.000 y 8.000 niños pasan por La Purísima al año. Lo que no cuentan es que cuando un niño se escapa por la noche, le dan de baja y, si vuelve porque es interceptado por la Guardia Civil, la Policía o para comer cuando tiene hambre, le vuelven a dar de alta. Así cuentan 7.000, y perfectamente podrían contar 15.000, siempre que eso suponga recibir más dinero tanto de la Unión Europea como de los Presupuestos Generales del Estado para hacer frente a esa situación de supuesta excepcionalidad.

En realidad quienes trabajan diariamente con estos niños, como Prodein, saben que son apenas unos pocos centenares, que viven entre el centro y la calle y que pasan la vida en la escollera, esperando para jugarse la vida colándose en un ferri que les permita llegar a la Península. Duele ver a algunos de esos niños con problemas de consumo y adición al pegamento, sonriendo mientras te cuentan que esta noche harán risky.

Estas problemáticas no son nuevas. Los niños y niñas que se mueven solos están presentes en todos los países del mundo en menor o mayor medida. Existen experiencias adecuadas de intervención en calle y en sistemas de protección, muchas de ellas en Latinoamérica, que permiten garantizar derechos y no truncar vidas. Otra cosa es que quienes se benefician del discurso del miedo para perpetuarse en el poder prefieran hacernos creer que este fenómeno es nuevo una vez al año.

El año que viene serán los MENA u otro colectivo. Da un poco igual, no les preocupa. Lo importante es sembrar miedo, xenofobia, racismo. Nosotras, desde luego, no les vamos a dejar. El Estado español tiene capacidad suficiente para garantizar condiciones materiales y protección adecuada para estos niños y niñas. Nos obligan, de hecho, nuestros compromisos internacionales como la Convención de Derechos de la Infancia. A los que defienden el retorno de los niños y niñas a sus países de origen y aplauden respuestas como las de la Comisión Europea en esa línea, les diría que basta de excusas y de discursos indemostrables que, por otra parte, crean el caldo de cultivo perfecto para el aumento del racismo y el auge de la extrema derecha. Ya sea en forma de bandas que persiguen y apalizan a los niños de la calle en Melilla, ya en forma de barco patrullando el Mediterráneo para “parar” (y expulsar) a quienes huyen de sus países tratando de llegar a Europa.

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El "poder" de los vecinos en la España rural

1 El grupo parlamentario Unidos Podemos - En Comú Podem - En Marea ha presentado una Proposición No de Ley (PNL) en el Congreso de los Diputados para la protección de aquellos menores extranjeros no acompañados que accedan al territorio nacional. Una de las medidas recogidas es el traslado a la Península de aquellos niños que lleguen a Ceuta y Melilla y así lo deseen. Por otro lado, plantea la necesidad de abordar con urgencia la situación de los niños.

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Ione Belarra Urteaga es portavoz adjunta de Unidos Podemos.

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