Plaza Pública

"Tienes que decirles lo que pasó, porque eso es lo que hacemos"

Alejandro Caballero

Durante un corto espacio de tiempo, hace dos años se proyectó en los cines una película de esas que nos suelen gustar a los periodistas porque mitifican nuestra profesión. La verdad recrea la historia que llevó a retirarse a toda una leyenda del periodismo como es Dan Rather (Robert Redford). En un momento de la trama el reportero Mark Wrolstad (John Benjamin Hickey), marido de la productora Mary Mapes (Cate Blanchett), le pide en una conversación: “Tienes que decirles lo que pasó, porque eso es lo que hacemos.”

Eso que hacemos los periodistas es lo que TVE no hizo el pasado 1-O, defraudando a sus espectadores, incumpliendo sus obligaciones legales y, sobre todo, traicionando los principios fundamentales de nuestra querida profesión. La reacción inmediata del órgano de autocontrol y representación profesional interno, el Consejo de Informativos, fue reclamar la dimisión de la dirección. También un nutrido número de periodistas protagonizaron una protesta espontánea bajo las etiquetas de #vergüenza y #vergonya. Aquel domingo, por criterios puramente políticos, esa dirección había decidido que en Cataluña no iba a pasar nada que mereciera ser contado. Una vez más sus integrantes dimitieron. Pero por desgracia para los ciudadanos que pagan con sus impuestos la televisión pública, no lo hicieron de sus cargos sino de su condición de periodistas. Quizás llevan tanto tiempo dedicados a la comunicación progubernamental que cuando se trata de emplear los únicos antídotos que contrarrestan la propaganda, que no son otros que la información creíble y veraz y el debate plural de ideas, son incapaces. En alguna otra ocasión ya lo he escrito. Es una cuestión de impostura.

En sentido contrario, se han generado reproches –más o menos velados–, y críticas –más o menos dirigidas (o teledirigidas)–, desde entornos concomitantes con quienes decidieron no contar en su justa medida los hechos que se estaban produciendo en Cataluña. Vieja táctica, ya se sabe. Si no puedes acabar con el mensaje, mata al mensajero. Y aquí también recuerdo al periodista protagonista de otra película titulada precisamente Matar al mensajero diciendo: “Creía que mi trabajo era contarle la verdad a la gente. Los hechos. Gustaran o no”.

Así, nos hemos encontrado una vez más con intentos, destinados al fracaso, por retratar al Consejo de Informativos de TVE como lo que no es: una banda de acosadores que extorsionan y presionan a sus compañeros en la redacción para que escriban a su dictado. Si se me permite un poco de sarcasmo, diría que en un alarde de masoquismo eso es lo que les impulsa a elegir a los miembros del Consejo en unas elecciones a las que quien se presenta lo hace sólo con su nombre y apellidos, sin listas ni siglas. Desde luego en la redacción de los informativos de TVE esos penosos intentos lo único que han provocado son chanzas y bromas. Incluso alguna lágrima por la credibilidad de algún medio.

Y sí, los Consejos de Informativos ejercen presión. Pero lo hacen siempre hacia los responsables editoriales y en cumplimiento de su función de promoción y defensa de la independencia editorial, tal y como están obligados por nuestra legislación.

Lo hacen, además, de forma transparente y utilizando los instrumentos que le otorga la ley para servir de contrapeso y control desde el ámbito profesional.

Más desgarradoras han sido las críticas que se basan en la inoportunidad. Como si estuviera justificada la manipulación informativa, la censura o la rendición de la independencia profesional por mor de un bien mayor. Pues bien, hace unos días se lo decía a una compañera en una civilizada discusión e intercambio de ideas. La Constitución se defiende fundamentalmente ejerciéndola. Como periodistas, pero también como ciudadanos, creemos firmemente en nuestro derecho a recibir información veraz. Añadiría desde mi óptica personal que, aunque más difícil, es mucho más civilizado, ético y efectivo tomar decisiones a partir de la información antes que de la propaganda.

En el siglo XXI, en un Estado desarrollado y democrático, no estamos en los tiempos del paternalismo o el despotismo ilustrado. Históricamente el poder ha tendido a pensar que los ciudadanos no se merecen o no tienen capacidad para conocer “la verdad” y saber qué es lo que pasa. También a utilizar la información para tratar de manipular a las masas. En cualquiera de los casos los periodistas tenemos la obligación moral, ética y social de contrarrestarlo y contar lo que pasa, “porque eso es lo que hacemos”.

En la película con la que empezaba este artículo, La verdad, Dan Rather cuenta como en su juventud las noticias eran un deber público. Después las cadenas se dieron cuenta de que era más provechoso en términos de audiencia entrevistar a un concursante de un espectáculo que a la víctima de una catástrofe natural. “Informar de las noticias era una responsabilidad, una obligación”, dice el personaje encarnado por Robert Redford. La convicción de que hoy lo sigue siendo es lo que impulsa la voluntad de todos los que aún creemos en la función social del periodismo, y somos inmensa mayoría en TVE. ______________

Alejandro Caballero es el presidente del Consejo de Informativos de TVE.

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