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Fútbol, política y cintas de vídeo

Josep M. Rodríguez

Cuando Louis Vauxcelles utilizó el término fieras en su artículo sobre la exposición del Salón de Otoño en el París de 1905, era una crítica, casi una burla. Sin embargo, ese apelativo terminó por dar nombre a un significativo movimiento pictórico: el fauvismo. Algo parecido había sucedido antes con los simbolistas. Lo que para algunos es un defecto, puede acabar representando nuestra mayor virtud.

Sin duda, los futboleros recordarán aquellas declaraciones de Mourinho cuando todavía era entrenador del Chelsea: "Cataluña es un país de cultura. Vosotros sabéis perfectamente lo que es teatro, y del bueno". Visto con las gafas del presente, aquel FC Barcelona de Rijkaard empezó a inculcar en el aficionado moderno (antes había sido Cruyff) una idea de fútbol que está más cerca de una representación teatral que del pelotazo a seguir. Ni que decir tiene que la selección española se benefició de ello. ¿O hay alguien que no recuerde el pase de Cesc que terminó en gol de Iniesta? Espectáculo. Puro espectáculo.

Pues bien, aquel gol fue el origen del a por ellos. Un triunfalismo que nos lleva de vuelta a otras épocas. Yo nací, perdonadme, en Cataluña. Por eso, cuando vi las imágenes de los coches de la Guardia Civil vitoreados como si hubieran ganado el Mundial me preocupé. Y mucho. Pero no por cuestiones políticas, sino porque aquello dejaba claro que el hooliganismo se había extendido de los programas de prensa rosa y las tertulias futboleras a nuestra políticahooliganismo. Y si en política apelamos a los sentimientos por encima de la razón pasa lo que está pasando ahora. Mientras el PP juega al catenaccio político del 155, la imagen de Puigdemont y los alcaldes en Bruselas parece la versión moderna de La rendición de Breda, de Vélazquez. Y qué decir de que una jueza admita las caceroladas como sinónimo de acto violento.

Una de mis canciones preferidas de Jovanotti es una declaración de amor en toda regla: El mayor espectáculo después del Big Bang somos nosotros, dice. Es evidente que esta situación está envenenando la relación entre unos y otros. Y eso da miedo. Miro las redes sociales y desconozco a mis amigos: exageración, descalificaciones, cero empatía...

Es evidente que no se puede esperar mucho de una clase política que nos obligó a ir a votar una y otra vez, demostrando una rigidez más propia de las figuras del futbolín. Pero los políticos pasan –por cierto, cada vez que aparece un expresidente no puedo evitar pensar en Maradona o Ronaldo, empeñados en estropear la imagen que teníamos de ellos—. Los políticos pasan, sí. Pero no va a ser tan fácil con las relaciones personales y sus fracturas. Vuelvo a Jovanotti: el mayor espectáculo después del Big Bang somos nosotros. Todos nosotros. Aunque no pensemos ni tengamos por qué pensar lo mismo. __________Josep M. Rodríguez es poeta.

Josep M. Rodríguez

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