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La gran paradoja del 21A: un Parlamento más soberanista, una ciudadanía menos independentista

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Pedro Sánchez y el arte de lo posible

Ricardo de Sá Ferreira

“Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profano, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas” – Marx Karl.

El día 1 de junio de 2018 es un día histórico y resalta lo evidente. Es un día histórico no sólo porque Mariano Rajoy ha sido desalojado de la Moncloa, o porque es la primera moción de censura en la historia democrática de España que prospera, sino por el hecho que se fragua una nueva cultura parlamentaria –basada en el diálogo y en el acuerdo– y que deja atrás el parlamentarismo vertical y monárquico, ejercido siempre desde arriba hacia abajo. Es valores republicanos dan un paso adelante en España.

Resalta lo evidente de que por detrás del mantra de que “los números no daban”, no había nada excepto eso: el mantra. La aritmética parlamentaria, el año pasado era exactamente la misma que la de hoy. La única diferencia es que hoy, Pedro Sánchez se ha dado cuenta de que es imposible razonar y pactar un Gobierno con la extrema-derecha parlamentaria que representa el partido de Aznar, Ciudadanos. Hoy, como hace un año los números daban para echar al PP y siguen dando para establecer un horizonte de cambio en España.

La cultura parlamentaria del bipartidismo finalmente se ha roto y el Partido Popular deja de ser el partido alfa de la política española. Aunque desde las elecciones del 20D la ciudadanía ya había decretado el fin del bipartidismo como sistema de turno de gobernanza, tanto al PSOE como al PP han tardado 3 años en reconocer el nuevo dinamismo parlamentario.

Todo lo que era sólido en la política española, se ha disuelto en el aire. Será la primera vez en España que el partido más votado no gobierne. Esto es una novedad en España, pero no en el resto de Europa. Si miramos a nuestro entorno, en países como Portugal, Letonia, Dinamarca y Luxemburgo no gobierna la primera fuerza política. Así es la democracia representativa, gobierna el partido que es capaz de llegar a acuerdos y no el partido más votado.

En ningún caso estamos hablando de un gobierno “a la portuguesa”. No es un gobierno a la portuguesa, porque Portugal no vive una crisis territorial que compromete el proyecto político del conjunto del país. Con la noticia de que la Fiscalía alemana pide la extradición de Puigdemont por rebelión y malversación, el Gobierno de Sánchez empieza ya con un reto difícil que veremos si tiene la cintura política para resolverlo, porque no se puede gobernar en España sin anclajes en Cataluña. Hay que resaltar que en la moción de censura, Cataluña ha sido quien más votos a favor aportó (36), mientras que Andalucía la que más votos en contra (30). También no será un gobierno a la portuguesa, porque ni el programa político del Gobierno o los presupuestos han sido pactados por la izquierda. Aunque en minoría, si Pedro Sánchez pacta a su izquierda, España puede subir el SMI, acabar con la reforma laboral del PP, acabar con la ley mordaza, hacer con que la RTVE no sea un órgano partidista y dar un paso adelante en la asignatura pendiente que tiene España con su pasado: con la ley de Memoria Histórica. Pero para esto, hay que tomar decisiones y saber con quién quiere uno pactar. Y a día de hoy, el PSOE se ve forzado a considerar serenamente su condición de existencia y sus relaciones. Proposición de ley a proposición de ley, pacto a pacto, el PSOE tendrá que saber a dónde mira, si a su izquierda o a su derecha. Los números daban y los números dan. Sólo falta voluntad política.

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En España, como en la vida social, nada es fijo, rígido o definitivo. Y nada volverá a serlo.

__________Ricardo de Sá Ferreira

Ricardo de Sá Ferreira es politólogo y sociólogo.

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