Plaza Pública

Negar la Historia es condenarnos a repetirla

Irene Díaz Díez

En los últimos días parece que la plaga de medusas y los 40º a la sombra han dejado paso a una noticia de menor calibre: la exhumación del cadáver de Franco.

Y no puedo evitar que se me perfore el tímpano cada vez que escucho que “hay que hablar de los vivos y dejar en paz a los muertos”.

Hablan de los muertos como si fueran pasado. Tengo 28 años a punto de cumplir 29. Mi abuelo se murió con 92 años cuando yo tenía 11 sin sufrimiento ninguno, salvo por la añoranza que le supuso haber perdido a mi abuela un año antes. Aunque lo disfruté menos de lo que me hubiera gustado, me acuerdo de él prácticamente a diario; cuando veo la nariz de mi padre, cuando voy a trabajar todos los días ejerciendo la misma profesión que él, cuando veo la dentadura de algún abuelito abuelitoen un vaso de agua (jugaba a quitársela porque a mí me daba repelus) …

Vivimos en el país del luto. Hemos hecho cultura de la vida y pasión de un carpintero que murió hace 2.018 años y celebramos su Resurrección cada primavera. Hacemos festivo nacional por “todos los santos” y llevamos flores a las tumbas de nuestros muertos en forma de homenaje y, por qué no decirlo, por si fuera cierto aquello del cielo para que vean que nos acordamos de ellos.

Sin querer sonar mística ni espiritista, los muertos viven con nosotros. Todos los días. En lo que vemos. En lo que hacemos. Estamos influidos por ellos de una forma inevitable y casi irreversible. Somos de alguna manera lo que han hecho de nosotros  los que murieron y los que siguen vivos y algún día morirán. Y de forma individual y colectiva nos gusta recordarlos.

Por todo eso no entiendo (debo ser corta de miras) que se lleven las manos a la cabeza con la que no debe ser nombrada: la ley de memoria histórica.

Que “dejemos de hablar de los muertos” dicen, que “dejemos atrás los problemas de hace 40 años” dicen, que “vivimos en una democracia y que lo anterior es pasado” se atreven a decir… Parece de Perogrullo: El pasado y la historia de este país está presente en el día a día de todos los españoles (que patriótico me ha quedado). Si no, díganselo a las mujeres afectadas por la brecha salarial o a las 26 muertas por violencia machista (a día 22/08/18), bueno a ellas no porque ya no les pueden escuchar. Díganselo a los que viven en la calle General Asensio Cabanillas o a los que llevan flores a la humilde tumba del dictador. 

El pasado de España es nuestra Historia y nos influye y afecta todos los días, como mi abuelo a mí (permítanme el paralelismo). Negar la historia de nuestro país es condenarnos a repetirla (y un poco de catetos también, para qué nos vamos a engañar). Dicen que De aquellos polvos, estos lodos… sólo espero que cuando nos queramos dar cuenta, el lodo no nos haya llegado al cuello.

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