Plaza Pública

Estábamos cogiendo fuerza, no nos dividamos

Begoña Marugán

Estábamos cogiendo mucha fuerza. Se nos empezaba a ver y a oír. “Ahora que se nos oye. Ahora que se nos ve”, decían las argentinas para demandar su derecho al aborto. Aparentemente a las feministas se nos empezaba a tener en cuenta. El Ejecutivo era un ejemplo, pero la calle no lo era menos porque las feministas de todas las tendencias habíamos aparcado las diferencias y luchábamos juntas en todo aquello que nos unía. Tras un 8 de marzo en el que la movilización española ocupó las portadas de los principales diarios, el empoderamiento de las mujeres marchaba. De seguir así, ¿qué sería el próximo 8 de marzo?

Sin embargo, la cuestión es que no sigue y entre otras razones no sigue porque volvemos a estar divididas. Hemos vuelto a revivir en carnes propias la vieja polémica que dividió al movimiento feminista en las Jornadas Feministas contra la Violencia Machista en 1988 y que nunca se acaba ante un imposible diálogo. Ya estamos otra vez descosiendo las costuras que el trabajo, la serenidad y el respeto entre todas habíamos cosido y que nos han llevado a vivir una huelga feminista en la que nos recordaremos con una inmensa alegría llena de lágrimas en los ojos.

Con esto no quiero huir del debate sobre la prostitución, todo lo contrario, pero se hace necesario hacerlo desde la serenidad y la calma porque este problema viene de muy lejos y tiene miles de aristas, además de estar sustentado en el patriarcado. Para ello precisamos cambiar las preguntas. Seguir planteando la cuestión como un combate de boxeo no sólo no resuelve el problema y poco o nada ayuda a las mujeres que ejercen la prostitución, sino que nos debilita a todas las mujeres. La cuestión no es preguntar si se es abolicionista o regulacionista, sino si estamos dispuestas a trabajar con las prostitutas para mejorar sus condiciones de vida. Y si es así, ¿cómo lo hacemos?

Si cambiamos la pregunta y nos escuchamos todas quizá podamos empezar a obtener alguna respuesta que nos ayude a todas a superar la explotación, la dominación y la discriminación que padecemos las mujeres de modo que vayamos acabando con el patriarcado. ¿Empezamos a imitar a Silvia Federici que nos cuenta que cuando está conversando con una mujer prefiere no preguntarle qué tipo de explotación ha tenido que tolerar, sino hablar sobre cómo luchamos juntas para ampliar posibilidades? _______

Begoña Marugán Pintos es socióloga, profesora de la Universidad Carlos III y coautora de 'Feminismos: una mirada desde la sociología'

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