Plaza Pública

Una reforma para romper las relaciones laborales estables

Lola Santillana

La reforma laboral realizada por el gobierno del Partido Popular, nacía con la “supuesta” intención de la creación de empleo eliminando rigideces en el mercado. Para ello, se flexibilizó el despido, se redujeron las indemnizaciones de los despidos improcedentes, se aumentaron las bonificaciones para determinados contratos, se eliminó la ultraactividad de los convenios y la prevalencia del convenio del sector sobre el de empresa, entre otras medidas que han conducido a este país al empobrecimiento de la clase trabajadora, a la pérdida de derechos de trabajadores y trabajadoras en sus condiciones laborales y al crecimiento exponencial de la precariedad laboral.

CCOO lleva insistiendo en la reversión de esta reforma laboral desde que nació; son necesarios cambios sustanciales en el Estatuto de los Trabajadores y la eliminación de determinados artículos que han favorecido la flexibilidad empresarial, la irrupción y extensión de figuras al filo de las fronteras de la laboralidad y, sin lugar a dudas, la pérdida de derechos colectivos e individuales.

La crisis económica primero y la reforma laboral después han incidido en la especialización productiva del Estado. Su incidencia ha sido de diferente sentido. La crisis económica se produce por la explosión de la burbuja de la construcción, que arrasa otras actividades a las que realiza un consumo intermedio de mayor o menor importancia.

Debemos analizar qué ha pasado con la perspectiva de la crisis, en el período 2008–2018 y aquello sucedido en el periodo de la reforma laboral 2011–2017.

En el periodo anterior a la reforma laboral, 2008–2011, se pierde el 3,4% de puestos de trabajo fijos y el 22,2% de los temporales. La reforma laboral invierte los términos y se pierden el 0,8% de los empleos fijos y crecen los precarios un 6,7%. Ello se traduce en que, mientras entre 2008 y 2011 disminuye la tasa de precariedad en 4,3 puntos, entre 2011 y 2017 aumenta dicha tasa en 1,4 puntos.

Si miramos las variaciones que ha habido por actividades económicas a dos dígitos, de las 87 actividades existentes, en 37 de ellas se ha perdido empleo y en 49 se ha ganado. Si miramos qué ocurre con la precariedad, esta aumenta en 56 de las 87 actividades, en el 64% de las actividades. Hay 24 actividades que pierden empleo fijo y ganan empleo temporal y hay 32 que o pierden más empleo fijo que temporal o ganan más empleo temporal que fijo. De los 16,2 millones de empleos, en estas actividades en las que aumenta la precariedad se encuentra el 71% de las personas asalariadas, 11,5 millones de personas.

Por otro lado, hay 7 actividades en las que aumenta el empleo fijo y disminuye el temporal y hay otras 23 que o pierden más temporal que fijo o ganan más fijo que temporal.

Entre los sectores productivos la afectación que se produce en el período 2011–2017 tiene diferentes características:

El sector primario es el único que entre 2011 y 2017 ha ganado tanto trabajo, un 2,2%, como número de empleos, un 10,8%. El aumento de personas asalariadas se ha producido en siete de cada diez ocasiones con contratos temporales. La tasa de precariedad aumenta en 2,5 puntos hasta un 58,4%. Al mismo tiempo, las mujeres ocupadas (asalariadas o no) pierden presencia en el sector al pasar de suponer el 26,2% en 2011 al 23,8% en 2017. Las mujeres representan en el sector primario solamente el 21,9% de todas las personas asalariadas.

La industria ha perdido casi un millón de horas de trabajo, lo que supone el equivalente a veinticinco mil empleos a tiempo completo. Pierde el 4,5% de los empleos fijos, 88.636 empleos, pero aumentan en 107.440 los empleos temporales. La tasa de precariedad de la industria aumenta en 4,4 puntos, desde el 16,9% que había en 2011 hasta el 21,3% en 2017. Las mujeres suponen en la industria solamente el 24,2% de las personas asalariadas.

El sector de la construcción ha perdido una de cada cuatro horas de trabajo que había en 2011, un 25,3%. Una pérdida de más de 14 millones de horas que supone el equivalente a 384.341 empleo a jornada completa de 37,5 horas. Se pierde el 26,1% de los empleos asalariados, hay 281.799 personas asalariadas menos, y el 10,2% de los no asalariados, hay 36.724 personas no asalariadas menos.

Si entre 2008 y 2011 el 60% del empleo perdido eran temporales y un 40% fijos, la reforma laboral hace que se cambien las tornas y se pierda un 36% de empleo temporal y un 64% de empleo fijo. Si en el primer periodo, 2008–2011, la tasa de precariedad de la construcción había disminuido 9,2 puntos, en el periodo de la reforma laboral, 2011–2017, aumenta en 1,7 puntos. En el sector de la construcción las mujeres ocupan solamente el 10% de los puestos de trabajo asalariados.

El sector servicios ha perdido el 0,2% de su trabajo, casi un millón de horas y el equivalente a 26 mil empleos a jornada completa de 37,5 horas. Pese a esa pérdida de trabajo, el número de personas empleadas ha aumentado en un 3,5%, hay casi medio millón más. La tasa de precariedad aumenta 0,9 puntos al crecer más las personas asalariadas con contrato temporal, el 6,7%, que las fijas, un 1,7% de aumento. Las mujeres tienen en este sector una presencia superior a la de los hombres, el 55,9%, aunque hayan perdido 0,1 puntos desde la reforma laboral.

En resumen y como primera conclusión, se puede afirmar que con la reforma laboral, en el periodo 2011–2017 no ha aumentado el trabajo sino que ha disminuido un 2,3% el número de horas habituales trabajadas.

Como segunda conclusión se puede afirmar que lo que ha aumentado con la reforma laboral ha sido la precariedad: las personas asalariadas con una relación laboral fija han disminuido un 0,8%, mientras quienes tienen esa relación temporal han aumentado un 6,7%. Ello provoca que la tasa de precariedad aumente en 1.4 puntos hasta situarse en el 26,7%.

Como tercera conclusión se puede afirmar que la presencia de mujeres en el empleo, el 47,8%, solamente se produce por la aportación del sector servicios donde hay 1,4 millones de mujeres más que hombres. En el resto de los sectores las mujeres están fuertemente infrarrepresentadas.

Como cuarta conclusión se puede afirmar que la explicación de que pese a perder un 2,3% del volumen de trabajo, haya más personas empleadas, un 1,4% más, se debe al incremento de la tasa de parcialidad en 2,2 puntos, hasta el 19,6%: hay 311.328 personas más trabajando a tiempo parcial.

En consecuencia, es urgente y necesario para la creación de empleo de calidad y con derechos, que lo preacordado en la mesa de diálogo social, en la cual siempre ha estado presente con voz la CEOE, se lleve a efecto cuanto antes, para poder avanzar en otros muchos temas candentes y abiertos –prácticas no laborales, contratación, flexibilidad– que permitan avanzar en la recuperación de derechos y en recortar la desigualdad tan grave producida en los últimos años gracias a las políticas regresivas, austeras y dañinas del Partido Popular. ___________Lola Santillana es secretaria de Empleo y Cualificación profesional de CCOO

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