Plaza Pública

El diputado 84

Me siento afortunado por haber formado parte de este Grupo Socialista en el Congreso, por encima de los diferentes posicionamientos que cada diputado adoptó en su día como militante ante la crisis que vivió el PSOE con ocasión de la forzada renuncia de Pedro Sánchez. Un grupo que se ha mantenido unido en la dedicación a su trabajo parlamentario y en la defensa de un proyecto socialdemócrata renovado para el siglo XXI.

Hemos sabido superar momentos de mucha tensión interna, con sanciones incluidas, para pasar a configurar un colectivo que lideró las iniciativas desde la oposición tras la victoria de Sánchez en las primarias. Después, ha trabajado aprendiendo sobre la marcha su nuevo papel para complementar las medidas legislativas de la agenda social aprobadas por el Consejo de Ministros y el Parlamento, además de defender y explicar durante nueve meses, en todos los foros públicos, las posiciones del Gobierno.

Me considero el último de la fila de esos 84, porque he aprendido de todos ellos y ellas, de sus conocimientos, preparación y esfuerzo. Suponía un reto sostener durante un tiempo imprevisible a un Gobierno socialdemócrata apoyado por una minoría de solo 84 votos. Lo mismo que mantener la cohesión interna en situaciones delicadas y ante votaciones con las que los enemigos del PSOE buscaban provocar controversias o indisciplinas. Pruebas superadas.

Hemos preservado la lealtad al nuevo proyecto del PSOE, ambicioso en lo social y con respuestas a los nuevos desafíos de la globalización y la sostenibilidad. Porque se trataba, como prioridad, de devolver la dignidad a la vida cotidiana de millones de familias, tarea inacabada que llevará años. Y hemos respondido a las iniciativas de unas derechas irresponsables que lanzaban propuestas tramposas y discursos llenos de falsedades. Los 84 hemos sido una piña tanto a la hora de proponer la superación real de los dramáticos efectos de la crisis económica, como en la defensa del diálogo como vía para encontrar salidas a la crisis de Cataluña o en la idea de la España plural e incluyente que queremos la mayoría.

Sé que ha habido momentos y votaciones complejas pero el grupo ha actuado como un bloque hasta el final, detrás de las portavoces Margarita Robles y Adriana Lastra, conscientes todos de lo que había en juego. Pero el rechazo a los Presupuestos sociales para 2019, consecuencia de la extraña confluencia de intereses entre las derechas y los partidos secesionistas de ERC, PDECat y Bildu, ha llevado al presidente a disolver el Parlamento por razones de coherencia democrática y de dignidad del propio Gobierno.

La aventura acaba para los 84 diputados resistentes que hemos vivido una experiencia apasionante y dura a la vez. Pero, en todo caso, gratificante en lo político y en lo personal. A partir del 28 de abril cada cual seguirá su camino: en la política, en la vida profesional o en la búsqueda de empleo, porque nada está escrito. Pero continuará nuestro vínculo.

Nos queda un ejercicio a realizar en las próximas semanas: rendir cuentas de nuestra labor en las respectivas circunscripciones. No importa que suene a pre-campaña, es nuestra obligación. Conscientes de que no hemos podido alcanzar desde el Gobierno todos los objetivos de justicia y transformación que nos propusimos para este periodo nacido en la inestabilidad y rodeado de incertidumbres. El bloqueo de la Mesa del Congreso, controlada por el PP y Cs, ha impedido la tramitación de una docena de leyes necesarias para el cambio.

No tengo dudas de que el balance final de la gestión de Gobierno, incluidas 19 leyes y 26 reales decretos, es muy satisfactorio. Aún con los errores y contradicciones propias de quien, de repente, aterriza en Moncloa y en los Ministerios y se ve ante la responsabilidad de gobernar un país tras el éxito inesperado de una moción de censura. Recogimos un país traumatizado por los casos de corrupción, en la engañosa senda de una recuperación económica orientada desde políticas que provocaban más desigualdades y más precariedad, en medio de un proceso de ruptura política y de la convivencia en Cataluña y con una fiscalidad enemiga de la justa redistribución de las cargas y del reparto de la riqueza.

Hemos llegado a una cita histórica y decisiva para el futuro de la democracia y de la cohesión social y territorial de esta España convulsa. Nadie sabe cómo evolucionará el Grupo Socialista a partir de los actuales 84. Pero los que lleguen tras las elecciones del 28A serán protagonistas del mandato ciudadano para frenar la involución del Estado Social y Democrático de Derecho.

La democracia se ve presionada por los grandes poderes económicos y por los fenómenos del populismo y de los nacionalismos. Precisamente cuando se cumplen 40 años de una Constitución que precisa una urgente actualización a los tiempos y no un paso atrás que supondría la desestabilización del Estado. _______________Odón Elorza es diputado socialista por Gipuzkoa

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