Plaza Pública

La Comunidad de Madrid sigue sin contar la verdad

Andrés Aberasturi

Después de 40 años batallando contra la miopía de la Administración, puedo asegurar que es muy cansado desmentir por enésima vez las informaciones tergiversadas, manipuladas y tramposas de los responsables de la discapacidad en la Comunidad de Madrid. Si todo fuera como dicen sus fuentes en la información que firmaba Lara Carrasco el pasado día 5 en infoLibre, no se entiende que todas las asociaciones y fundaciones sin ánimo de lucro nos concentráramos frente a la Consejería con nuestros familiares afectados por daño cerebral demandando justicia, equidad y ayudas que de verdad cubran los gastos reales, hechos y no palabras. Ellos saben que tenemos razón y por eso hablan de cifras millonarias y de incrementos de cientos de millones dedicados a las plazas de residencias. Pero no explican cómo se reparten esos millones, en base a qué se calculan y con qué criterios se distribuyen.

Ellos conocen la triste realidad  y por eso se esconden en “aumentos” pero se callan que esos aumentos son sobre unas subvenciones miserables, se callan que ese aumento del 5% por plaza es fijo para 4 años y da igual que suba el IPC lo que suba. Se callan que con ese aumento del 5% van a pagar la plaza a 116,28 euros cuando en 2013 se pagaba a 123,66 euros. Se callan que frente a esa subida miserable del 5%, el convenio del sector al que pertenecemos va a subir los salarios como mínimo el 10%, de forma que va a ser imposible ni siquiera pagar las nóminas. Se callan que la actual subvención no cubre ni el 57% del gasto real por plaza. Se callan que sus cálculos los hacen sobre residencias con 70 usuarios sólo al alcance de grupos particulares que pretenden —legítimamente— hacer negocio con estas residencias.

Aseguran que tienen un “diálogo fluido” con las asociaciones cuando llevamos tres años advirtiéndoles de que no podremos sobrevivir con estas subvenciones sin que hayan prestado la mínima atención y sólo cuando anunciamos la concentración del día 5 empezaron a llegar las reuniones urgentes y las presiones desde fuera. Aseguran que todos firmamos el Acuerdo Marco y es verdad, pero la alternativa era la desaparición: o eso o nada. ¿Se puede hablar de consenso en esas circunstancias?

Y para colmo presentan como virtud lo que claramente es una injusticia y una inmoralidad:  "Homogeneizar las condiciones de prestación y dar a todas las plazas disponibles el mismo tratamiento en cuanto a contratación, precios y condiciones". Pero repartir por igual ayudas a realidades distintas resulta inevitablemente injusto. Y según la Consejería, nuestra gente con daño cerebral está en el “lote” 1, junto a los discapacitados físicos. Pero eso no lo dicen y les preocupa más si el daño cerebral es o no sobrevenido cuando eso es lo de menos porque toda nuestra gente es por desgracia crónica, sea de parto o sobrevenida.

No hablan del grado de dependencia de terceros, de las patologías que llevan asociadas en la mayoría de los casos, todas ellas muy graves. No hablan de que la realidad de nuestros centros dedican el 75% de las ayudas al personal absolutamente necesario aunque ellos lo calculan —en sus despachos— en un  50%, naturalmente falso. Pero sí insisten en la gratuidad del servicio cuando todas las familias nos vemos en la obligación de pagar cuotas mensuales, y no pequeñas, porque de otra forma ya habríamos cerrado.

Asociaciones de afectados por parálisis cerebral salen a la calle en Madrid para reclamar más ayudas

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Y lo peor: cuando les dices que en estas condiciones vamos a tener que renunciar a la residencia o centro de día y les preguntas qué va a ser de nuestros hijos, te contestan —literalmente— "ya los colocaremos en otros sitios". Es lo que deben ser para ellos, objetos incómodos que hay que colocar en algún sitio, da igual cuál, aunque las asociaciones y fundaciones que en su momento se “incautaron” para crear la Red Pública, fueran y siguen siendo fruto del esfuerzo personal de unas familias marginadas y hasta humilladas por una administración insensible.

Hagamos un debate público y abierto y pongamos cada uno las cartas sobre la mesa: ellos su política sobre la discapacidad, tan gratuita y referente, y nosotros nuestras cifras y nuestra experiencia de cada día. Verán cómo no se atreven. _________________________

Andrés Aberasturi es periodista, escritor y presidente de la Fundación Nido

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