Plaza Pública

Los retos del próximo Gobierno

Unai Sordo

Decía John Lennon que la vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado en hacer otros planes. Parafraseándole, en España la vida oficial parece que es lo que sucede mientras está ocupada en campañas, pre-campañas y post-campañas electorales. Pero suceden cosas, vaya si suceden.

Hemos pasado una doble recesión cuya gestión ha provocado un país más desigual, sumido en una profunda crisis política y que corre el riesgo de no ser capaz de afrontar los retos que la dinámica geopolítica y el salto tecnológico y digital suponen para nuestro modelo económico y social.

El nuevo Gobierno que salga del Congreso elegido en las urnas tiene dos retos inequívocos y relacionados entre sí. Uno es la lucha contra la desigualdad y la precariedad laboral y vital en la que vive una parte amplísima de la población española. El segundo es afrontar una modernización de nuestro aparato productivo desde una mejora cualitativa del sistema institucional en sentido amplío. En opinión de CCOO, un reto no es abordable al margen del otro.

Sobre la desigualdad y precariedad. Las reformas estructurales que se hicieron en plena crisis económica se concibieron para la devaluación interna del país. Se provocó el empobrecimiento de la mayoría social como forma (perversa) de recuperar la tasa de beneficio empresarial y facilitar su desendeudamiento. Y se hizo desde una perspectiva ideológica que consistió en incrementar el poder autoritario del empresariado y sus lobbies, rompiendo cualquier atisbo de equilibrio en las relaciones laborales y sociales. Recursos de los que menos tienen hacia los que más tienen.

Se ha facilitado la transferencia de riesgo empresarial hacia la clase trabajadora. ¿Cómo? A través de la precariedad en la contratación (temporalidad y rotación creciente), la utilización de la externalización productiva para el ahorro de costes  y las nuevas formas de trabajo mercantilizado, sin apenas derechos ni garantías. El resultado ha sido un ejército precario de millones de personas en la incertidumbre vital, construidos como sujeto político deslavazado y mutante, y con pocos incentivos para la formación competencial permanente.

Hoy, en España, recaudamos poco y así se construye peor un país. Seguimos con una contribución fiscal inferior en 8 puntos de PIB respecto a la media de la zona euro. Esto determina un incompleto modelo de protección social y una insuficiente inversión pública en desarrollo económico que movilice recursos privados para la adecuación de nuestro aparato productivo y de infraestructuras.

En este Primero de Mayo, desde CCOO hacemos un llamamiento para que esta situación sea corregida desde una visión global sobre qué país queremos para las próximas décadas. El sosiego político es necesario. Esto no quiere decir que se eviten las disputas ideológicas que siguen plenamente vigentes, sino abrir camino para los debates estratégicos a medio y largo plazo.

Pero una organización sindical como la nuestra no es subalterna de los vaivenes políticos y pretende poner encima de la mesa una batería de prioridades desde nuestra autonomía –que no equidistancia–, desde la legitimidad que nos da ser la mayor organización social de España y el sindicato mayoritario con diferencia creciente.

Hace falta un paquete de reformas que valoricen el trabajo y no sigan en la línea de su deterioro. El atajo de la devaluación salarial para competir en un mundo como el actual es injusto socialmente y suicida en términos económicos. La reforma laboral del año 2012 no ha creado empleo –un absurdo conceptual–, ni ha cambiado la vieja dinámica de empleo temporal y despido como forma de ajuste de las empresas. El tratamiento de la subcontratación y la dilución de responsabilidades empresariales por la vía de la externalización, es una invitación a la competencia desleal y a la búsqueda del incremento de la productividad por el ajuste de precio y no por la innovación.

Hay que acometer una mejora de la fiscalidad que dote al poder público de los recursos suficientes para renovar un contrato social que suture las heridas de la crisis política que vivimos. Hablamos financiar pensiones públicas suficientes, atención a las situaciones de dependencia, política de rentas ante situaciones de desempleo o servicios públicos en  materias como sanidad o educación permanente, decisivos para construir una sociedad en vez de una selva.

Recursos que además musculen el papel del sector público para afrontar el reto tecnológico y digital que está teniendo ya consecuencias en la economía y la sociedad. Sin tutela política sobre el futuro que ya está aquí, las consecuencias sociales en forma de dualidad, pobreza y exclusión pueden ser terribles.

Y hay que fortalecer “espacios transicionales”. Son necesarios ámbitos analíticos y ejecutivos de políticas a medio y largo plazo que nos ayuden a prever el impacto de los cambios tecnológicos, energéticos, geopolíticos... Esto supone impulsar políticas industriales, ambientales, formativas y otras. Necesitamos saber qué mundo viene, qué requiere, cómo adecuamos lo que sabemos hacer a lo que va a haber que saber hacer. El acceso al conocimiento y el aprendizaje permanente es la antesala de la disputa del poder y la libertad, desde que el mundo es mundo.

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El trabajo organizado, el sindicato, es un agente imprescindible para afrontar todos estos retos, que no se van a resolver ni en un día, ni en un mes, ni en una legislatura. Hay que dejar atrás el zafarrancho y disputar la hegemonía liberal que tanto daño ha hecho a nuestras sociedades y a nuestras lealtades mutuas. Sí, se trata de recuperar un contrato social en el siglo XXI.

Corregir las reformas para la austeridad requiere una mayoría política progresista que instamos a conformar al partido que ha ganado las elecciones generales. La profundidad de los retos estratégicos recomienda una estabilidad en los apoyos políticos, y no trabajar al socaire de una volátil geometría variable (sin que esto signifique renunciar a diálogo trasversal en materias que van más allá de la lógica de una legislatura). La complejidad de muchos de los campos a abordar requiere de la cualificación democrática que otorga los espacios de concertación social donde CEOE tiene que implicarse una vez pasado el tiempo de tentaciones ventajistas por la incertidumbre electoral. ____________Unai Sordo Calvo es secretario general de CCOO.

Unai Sordo Calvo

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