Plaza Pública

"La Vox"

Miguel Lorente Acosta

El problema de Vox no es lo que dice sino el eco que consigue, y como bien se sabe, para que se pueda producir el eco es necesario una distancia mínima, que permita que las palabras puedan seguir sonando en mitad de la pasividad y el silencio.

La situación recuerda al programa de televisión La Voz, un programa en el que los protagonistas cantan ante el público, y quienes deben valorar sus canciones se giran o no, según interese. Lo del PP y Ciudadanos con Vox es algo parecido, y cuando la ultraderecha sale al escenario y habla de ciertos temas, unas veces Ciudadanos, otras el PP, otras los dos, pulsan el botón del acuerdo y se giran para hacer suyas las palabras. Y cuando no les interesa aparecer como socios se quedan de espaldas como si nada sucediera, aunque en realidad lo que hacen desde esa teórica distancia es permitir que sus palabras y sus mentiras se mantengan en el aire.

Los tres forman parte del mismo escenario para que sus argumentos se escuchen en todos los hogares y, además, como ocurre en el programa de televisión, cuando finaliza una canción sin que se hayan girado, nunca hay críticas a pesar del teórico “desacuerdo”, y al final sólo se oyen palabras de ánimo y justificación.

La ultraderecha ha llegado a las instituciones con el objetivo de parasitar la democracia y debilitarla. Se alimenta de ellas para sobrevivir a costa de su salud y supervivencia, tal y como se observa en algunas de sus propuestas para ilegalizar partidos, acabar con las autonomías o levantar muros en lugar de fronteras. Y para ello recurre a la mentira y a la manipulación a sabiendas de que su público les va a aplaudir, y que sus socios no se van a girar para llamarles la atención.

Las preguntas que surgen ante esta situación son sencillas. ¿Ustedes creen que desde la ultraderecha no saben que sus argumentos son falsos? ¿Piensan que PP y Ciudadanos no son conocedores de que Vox miente? ¿Consideran que los medios que difunden estos argumentos como ciertos no son capaces de contrastarlos?

Si todo el mundo es conocedor de las falacias que lanza la ultraderecha, ¿por qué callan? Dos son las razones fundamentales.

1. La primera, porque necesitan reforzar su sistema de ideas, valores, creencias… y privilegios. Porque no olvidemos que los argumentos de la ultraderecha están construidos sobre un modelo social jerarquizado de poder que les permite juzgar y catalogar a las personas por su condición y status, y, por tanto, premiar a través de los mecanismos que articulan a quienes consideran afines a su modelo excluyente.

2. La segunda revela su debilidad. Si utilizan la mentira para lograr seguidores, es porque son conscientes de que con la verdad no los conseguirían. Y esta es una de las claves para abordar la respuesta y entender la responsabilidad que tienen en el recorrido de estas falacias PP, Ciudadanos y el entorno mediático que no las contrasta.

Vox juega con un sector de la sociedad que necesita creer en lo que dicen, aunque sea mentira, porque hacerlo le aporta tranquilidad y seguridad en sus ideas y valores, pero sobre todo, porque le permite continuar asentado en sus privilegios.

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Pero al mismo tiempo, quizás sin darse cuenta, están mostrando el sentido último de sus propuestas. Si la ultraderecha presenta como principales amenazas y enemigos al feminismo y la igualdad, a los extranjeros, a las autonomías y a la memoria histórica, significa que su modelo busca imponer la desigualdad de las jerarquías para que aquellos que son considerados “puros de raza” puedan mandar y gobernar sobre la totalidad del país, desde una posición central levantada sobre la negación de una historia que los muestra tal y como son, no sólo en las ideas, sino también en las acciones.

Sus argumentos de fuerza revelan sus debilidades, de ahí que tengan que recurrir a unas mentiras que la realidad niega de manera tozuda. Por eso quien hace creíble a la ultraderecha ante la sociedad no es Vox, sino el silencio y la complicidad de PP y Ciudadanos, que unas veces se giran para darle la razón, y otras continúan de espaldas y permiten que siga sonando su melodía del odio. ______________

Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue delegado del Gobierno para la violencia de género.

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