Plaza Pública

Salir de esta crisis más iguales: una propuesta educativa

María Pastor

La actual crisis sanitaria, inédita para nuestra generación y de consecuencias inmediatas y terribles, vuelve todavía más difícil poner el foco en lo invisible y oculto, sobre todo en esas realidades sociales que asumían ya el desnivel y la brecha generada por un sistema injusto que acumulaba ganancias en pequeños polos y socializaba las pérdidas en sectores marginados de la sociedad. Esa crisis sanitaria lleva aparejada, por ello, enormes consecuencias sociales, económicas y emocionales para miles de familias y, como siempre, ahonda una brecha heredada y generada a todos los niveles por políticas insuficientes en materia de redistribución.

Lo están sufriendo los adultos y, con ellos, miles de jóvenes, niños y niñas. Los que viven en una habitación con sus padres y sus hermanos, los que viven en familias que han perdido todos sus ingresos de la noche a la mañana, los que no tienen ordenador, ni móviles, ni internet para seguir las clases, los que han perdido un abuelo o abuela y además no han podido despedirles. Los que tienen a su madre o su padre aislados en una habitación o saliendo a trabajar cada día sabiendo el riesgo que eso supone. Niños y niñas que miran a su alrededor desde hace 30 días con miedo, dolor, incertidumbre, inseguridad y sin las herramientas necesarias para sobrevivir a una situación que ha transformado lo que conocían de un día para otro. A todos ellos les estamos exigiendo que teletrabajen mientras su mundo, el único que han conocido, se está derrumbando.

Estos días hemos tenido que leer como el Consejo Escolar del Estado recomendaba que no hubiera un aprobado general para que los alumnos no se relajasen, o al Consejero de Educación de la Comunidad de Madrid diciéndonos que “de aprobados generales, nada; aquí todo el mundo se tiene que esforzar”. En tiempos de excepcionalidad es cuando mayor tiene que ser la prudencia de nuestros políticos y estos mensajes, desde luego, no ayudan a calmar una situación de consecuencias imprevisibles como esta. Esta situación pone de relieve que lo que los niños y niñas, sus familias y los docentes necesitan son unas instituciones que les digan que nadie se va a quedar atrás, que nadie va a perder un curso, que vamos a hacer todo lo posible y a valorar todas las opciones sin que eso suponga un pico de estrés para familias saturadas. Lo que nos jugamos, de nuevo, es el derecho efectivo a la educación, y los gobernantes no pueden dejarlo a un lado poniendo a la comunidad educativa en el falso dilema “o aprobado general o curso perdido”. Garantizar que nadie pierda el curso no es regalar nada a ningún alumno. El Gobierno de la Comunidad de Madrid tiene que escuchar a la comunidad educativa.

Un mes después de comenzar las clases online la Comunidad de Madrid todavía no se han garantizado recursos suficientes para todos los que no pueden seguir las clases. Sabemos perfectamente a quién afecta más esa falta de recursos. A los y las de siempre, a quienes están en una situación de mayor vulnerabilidad. Tampoco supone una merma de la figura del docente como algunos pretenden hacernos creer. Aquí lo único que merma la figura docente es la inaceptable actitud de la Consejería de Educación negándose a sustituir a los docentes de baja durante esta crisis.

La sociedad conoce la realidad porque la están viviendo día a día en sus casas: que el trabajo de nuestros docentes ha sido enorme, con jornadas eternas y un sobre esfuerzo por adaptarse a las circunstancias en un tiempo récord. Pero lo que no podemos pretender es que recaiga sobre ellos la responsabilidad de mitigar los efectos de 25 años de políticas del Partido Popular con las consiguientes desigualdades que han generado. Cuando nuestros vecinos y vecinas luchan por sobrevivir, a veces incluso en el sentido literal de la palabra, nuestra responsabilidad es asegurarnos de que ven nuestra mano tirando de ellos. Cuando más golpeados estamos no podemos recurrir a los mismos mantras neoliberales que nos han llevado a estar solos y sin red de apoyo. En momentos tan difíciles pongamos desde las instituciones el valor en la empatía, lo común, lo público, en cuidarnos y en saber que nadie se quedará atrás porque formamos parte de una comunidad.

Por todo ello, es urgente un Plan Educativo Integral que ponga de acuerdo al Gobierno y a la comunidad educativa, que distinga entre las necesidades de los distintos niveles educativos a corto y medio plazo. Debemos garantizar los recursos suficientes para un tercer trimestre que no deje a nadie atrás, con la adaptación de los objetivos de aprendizaje a la situación que vivimos para garantizar una flexibilidad para docentes, alumnado y familias y sin dejar que nadie pierda el curso por esta crisis. Asimismo, si las condiciones lo permiten, se debe trabajar en una vuelta escalonada, poniendo como prioridad tanto al alumnado de 2º de bachillerato –en un año que la comunidad sabe que es crucial para la formación y futuro del alumnado– como al alumnado que requiere más apoyo, planteando en este escenario la eliminación en este escenario del periodo extraordinario y recuperando septiembre de forma excepcional. Y, por último, debemos trabajar desde ya, en un plan de emergencia contra la brecha educativa y contra las desigualdades sociales y económicas que vaya acompañado de un plan económico que garantice recursos suficientes, con una reducción significativas de las ratios máximas, con actuaciones específicas en los centros de difícil desempeño y un importante plan de apoyo psicosocial y psicológico en los centros educativos.

En nuestras manos está garantizar que la crisis del coronavirus no se convierta en otra excusa más para golpear a escuela pública y a la igualdad de oportunidades en nuestra región.

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María Pastor es portavoz de Educación de Más Madrid en la Asamblea de Madrid.

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