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El menos común de los sentidos en educación

Estella Acosta Pérez

Así como han aparecido capitanes a posteriori y demasiada gente se cree con autoridad para competir con un epidemiólogo de la talla de Fernando Simón, también tenemos una larga historia de soltar máximas o trivialidades disfrazadas de sentido común sobre educación.

Aunque no consiga disponer de la capacidad de análisis de Ramón Lobo, de la ironía de Isaac Rosa o la sensibilidad de Luis García Montero, creo que vale la pena buscar un lenguaje directo para abarcar alguna cuestión esencial en el debate sobre el fin de curso, las evaluaciones o la recuperación de las enseñanzas perdidas. En suma, sobre educación.

La mayoría de las preocupaciones sobre lo que se pierde en estos meses de suspensión de las clases muestran una mirada tan enciclopédica y de veneración por la acumulación de contenidos tradicionales, que se contradice de forma alarmante con las demandas y orientaciones de los documentos internacionales y de la gente experta que expresa criterios inclinados hacia la creatividad, la resolución de problemas o el pensamiento crítico, como base de lo que necesita la sociedad actual. Por ejemplo, aunque no comparto algunos modelos, el Aprender juntos de El País-BBVA, que no son sospechosos de izquierdismo ni de radicalismo.

Por otra parte, la referencia a las brechas sociales, a las desigualdades para asumir la formación on line, fijan el punto de mira en la ausencia de las herramientas digitales. Como si disponer de un ordenador o un móvil de última generación fuera la panacea para superar los problemas de la enseñanza no presencial. En la diferencia entre disponer del instrumento y saber utilizarlo de forma eficaz para desarrollar las capacidades necesarias quiero incidir y poder demostrar la desorientación y la falsedad de algunos problemas. Ni los hogares (peor en los desfavorecidos) ni el profesorado ni los materiales didácticos están adaptados a la enseñanza no presencial, por lo cual hasta puede ser una trampa creer que se han aprendido determinados conocimientos.

Por un lado, la absurda preocupación por la cantidad de contenidos que no se enseñan, salvo para la selectividad, no tiene ningún sentido. Por otro lado, si el sistema educativo fuera más flexible y fácilmente adaptable, no sería ningún problema readaptar los procesos de enseñanza aprendizaje para compensar en el próximo curso. Si continuamos con currículos sobrecargados de información, si no se atiende a capacidades o competencias, no sólo no acaban con los programas sino que estarán fuera de la realidad dentro de poco tiempo. Incluso la selectividad debería adaptarse y no convertir el bachillerato, en su segundo año sobre todo, en una meritocracia de preparación para una prueba. Si el modelo Bolonia prioriza la práctica y el trabajo personal del alumnado, no se entiende la obsesión por la cantidad de contenidos en el bachillerato, y más que nunca es preciso preguntarse por la calidad y el sentido de los conocimientos a aprender.

Un amigo especialista en psicología del aprendizaje suele decir que si en lugar de resolución de problemas las pruebas del informe PISA midieran hacer raíces cuadradas, nuestro alumnado tendría mejores puntuaciones. No sugiero qué contenidos tienen sentido y cuáles no, sino que los procesos y las metodologías son tan importantes como la información, para que nuestras enseñanzas tengan sentido en las sociedades actuales. Que el entrenamiento mecánico, la memorización rutinaria, no resultan ni útiles ni promueven los procesos mentales que se necesitan para saber adaptarse a los vertiginosos cambios de nuestras sociedades. La acumulación de información sin reflexión ni adquisición de marcos conceptuales de interpretación de la realidad científica, o sin la formación de los procesos emocionales y las capacidades para las relaciones interpersonales, no está educando a la infancia o la adolescencia para conocer, hacer, ser y convivir como seres humanos integrales

Tampoco tiene mucho sentido y se transforma en segregación la propuesta de la Comunidad de Madrid de definir con cuántos suspensos pueden promocionar. Sigue siendo una concepción elitista, típica de la ideología del PP en Madrid desde hace muchos años. Provoca la reproducción de valores muy antiguos respecto de los itinerarios escolares y facilita la generalización de la repetición de cursos, que ya se ha demostrado totalmente ineficaz para superar problemas de aprendizaje. Y porque ha reproducido durante demasiados años el mismo modelo que para la sanidad: privatización, desregulación, individualismo y desaparición de la responsabilidad de las administraciones públicas y del principio de compensación de desigualdades presentes en nuestras leyes orgánicas salvo en la LOMCE. Desgraciadamente algún artículo y algún programa de esas características no desaparecen en el nuevo proyecto de ley (1).

Creo que para muestra vale un botón, si el botón es pertinente. Por lo cual, transcribo el texto sobre Competencia digital de las ocho competencias clave de la Unión Europea, porque su análisis demuestra qué significa y no se trata de una opinión:

“Competencia Digital es aquella que implica el uso crítico y seguro de las Tecnologías de la Sociedad de la Información para el trabajo, el tiempo libre y la comunicación. Apoyándose en habilidades TIC básicas: uso de ordenadores para recuperar, evaluar, almacenar, producir, presentar e intercambiar información, y para comunicar y participar en redes de colaboración a través de Internet” (European Parliament and the Council, 2006).

Todos los elementos que permiten el dominio de esa competencia se describen de forma detallada en el marco conceptual europeo, y podemos visualizar todas las capacidades intelectuales, emocionales, sociales, lingüísticas, culturales, que son necesarias para un ejercicio eficaz:

“La información: alfabetización informacional y el tratamiento de datos: identificar, localizar, recuperar, almacenar, organizar y analizar información digital, evaluar su finalidad y relevancia.

La comunicación y colaboración: comunicar en entornos digitales, compartir recursos en línea, conectar y colaborar con otras personas mediante herramientas digitales, interactuar y participar en comunidades y redes; conciencia intercultural.

La creación de contenido digital: crear y editar nuevos contenidos (textos, imágenes, videos...), integrar conocimientos y reelaborar contenidos previos, realizar producciones artísticas, contenidos multimedia y programación informática, saber aplicar los derechos

La seguridad: protección personal, protección de datos y de la identidad digital, uso de seguridad, uso seguro y sostenible

La resolución de problemas: identificar necesidades y recursos digitales, tomar decisiones para seleccionar las herramientas digitales apropiadas según la necesidad o finalidad, resolver problemas conceptuales y técnicos a través de medios digitales, uso creativo de la tecnología, actualizar la competencia propia y la de otros”

Incluyendo un último aspecto muy determinante en el marco de la resolución de problemas, completado con los aspectos interpersonales o sociales:

5.4 Identificación de brechas de competencia digital: Comprender dónde se debe mejorar o actualizar la competencia digital de cada uno. Ser capaz de apoyar a otros con su desarrollo de competencias digitales. Buscar oportunidades para el autodesarrollo y mantenerse al día con la evolución digital. (2)

Aunque pensemos en niveles introductorios o con menores exigencias, esta competencia no se enseña de forma integral, aunque debería dominarse al finalizar la enseñanza obligatoria. No se adquiere con unas pocas horas, ni con un curso acelerado ni con metodologías tradicionales. Requiere otras capacidades que no se aprenden con el mero dominio del funcionamiento de los programas informáticos. Mucho menos con la compra de una tablet, que será necesaria como herramienta, pero que jamás conseguirá por sí sola desarrollar la seguridad o la resolución de problemas.

La medida estrella será dotar a los centros y al alumnado del aparato digital, con deficiencias en la formación del profesorado porque son necesarias más inversiones; enseguida vendrán las normas restrictivas para evitar que se utilicen para el ocio, en un paso intermedio no habrá personal para el mantenimiento y reparación y más adelante se podrán comprobar las desigualdades en los resultados.

Claro, pasará un tiempo hasta que se investigue y se demuestre el origen de las desigualdades, que Oh!, Sorpresa!, coincidirá con las desigualdades sociales y culturales de las familias. Si la equidad brilla por su ausencia, el sistema educativo reproducirá las desigualdades de la sociedad y los valores ideológicos del “sálvese quien pueda”. Tampoco se trata de igualar hacia abajo, sino de garantizar la calidad y la pertinencia, compensando desigualdades de partida. Si salimos de esta crisis, otra vez, priorizando al dios mercado, no hará falta investigación alguna. Ya sabemos los resultados.

  (1) Art.2bis y la FP Básica

(2) Vuorikari, R, Punie, Y, Carretero, S and Van den Brande, l (2016): DigComp 2.0: The Digital Competence Framework for Citizens. European Commission.

_______Estella Acosta Pérez es orientadora y profesora asociada de la UAM, jubilada.

Estella Acosta Pérez

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