Plaza Pública

Clima, energía y cierre del parque nuclear

Albino Prada

Vaya por delante mi reconocimiento al Gobierno por presentar su Proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética (PLCCTE). Porque mientras nos enfrentamos al colapso social derivado de la incertidumbre biológica del covid-19 no me cabe duda que no debiéramos bajar la guardia ante otra incertidumbre no menos letal: el colapso climático derivado de nuestros usos y abusos energéticos.

Dos incertidumbres. O, lo que es lo mismo, amenazas que no se ajustan al cálculo de probabilidades ni sobre su aparición ni sobre la cuantía de los daños que pueden causar. Asuntos, por tanto, para los que no rigen los peritos y normativas de los seguros privados. No asegurables excepto por el respaldo colectivo de los Estados y sus presupuestos. Porque no estamos ante riesgos (con probabilidades y daños estimables) sino ante incertidumbres.

Situación actual y previsiones

Pues bien, uno de los usos secundarios más importantes de las energías primarias que utilizamos es la electricidad. Sobre ella el PLCCTE concreta dos objetivos: que en 2030 el 70% de la electricidad ya lo sea de fuentes renovables, y que en 2050 llegue al 100%.

A la altura del año 2018 según Red Eléctrica Española las fuentes renovables aportaban el 40% de la electricidad tal como se detalla en este diagrama.

Fuentes de energía en España - Red Eléctrica de España.

De manera que para 2030 –dentro de diez años– las renovables debieran pasar del 40% al 70% y el resto (un 30%) sería generado con las no renovables. Y es en este punto donde me surge una no pequeña duda.

Como quiera que en la actualidad la electricidad de origen nuclear ya aporta nada menos que el 21 % (dentro del 60% no renovable) bien podría suceder que hasta 2030 redujésemos el resto de no renovables a cero (y con ello las emisiones de CO2 para generar electricidad: carbón, ciclo combinado, cogeneración)… pero, al mismo tiempo, incrementásemos el aporte nuclear hasta el 30%.

Mapa del parque nuclear español

Silencio sobre lo nuclear

Por más que intenté despejar esta posibilidad me quedé con las ganas. Porque al rastrear la extensa referencia del Consejo de Ministros sobre este Proyecto de Ley uno se encuentra con el asombroso resultado de que la palabra “nuclear” no aparece ni una sola veznuclear. Y lo mismo sucede si se hace lo propio con la prolija nota de prensa de la Vicepresidencia respectiva. Cosa que no sucede si uno busca –en este caso con éxito– opciones como: solar, eólico, hidráulico, carbón o hidrocarburos. Y ya en el texto del proyecto de Ley remitido al Congreso la única referencia es más que preocupante, pues en ella se alude a “las necesidades de agua para refrigeración de centrales térmicas y nucleares”.

Convendría muy mucho despejar aquella posibilidad, pues si bien es cierto que la tecnología nuclear nos permite generar electricidad con una fuente no renovable que no genera emisiones causantes del colapso climático (incertidumbre digamos tipo Guatemala), no es menos cierto que nos sitúa ante incertidumbres de tipo Guatepeor: un Fukushima que nadie puede garantizar que no se volverá a producir, en combinación con una gestión de residuos que es un regalo envenenado para cientos de generaciones venideras.

Ni una cosa ni la otra son asegurables por compañías privadas. Y es por eso que, como sucedía con la contaminación biológica o el colapso climático, que en lo nuclear tampoco nos enfrentamos a riesgos (con probabilidades y daños estimables) sino a incertidumbres.

Además convendría aclararlo porque hasta 2030 o 2040 podría muy bien suceder que la transformación de buena parte del transporte que ahora alimentamos con hidrocarburos pasase a serlo con electricidad (baterías recargables) y que, por tanto, el consumo de electricidad creciese muy por encima de su tendencia actual. Con lo que muy bien podría suceder que los megawatios necesarios en 2030 de origen no renovable (ese 30% del PLCCTE) supusiesen muchos más megawatios nucleares que hoy (incluso sin ampliar el 21,5 % actual hasta ese potencial 30 %).

Sí, ya sé que sobre el papel el PLCCTE fija que en 2050 toda la electricidad será renovable. Por tanto cero nuclear. Pero desde el año 2020 al 2040 ¡en los próximos veinte años¡– nada hay que impida que el parque nuclear español continúe con su cuota de generación y sus amenazas de incertidumbres letales. Muy lejos de la hoja de ruta nuclear que ha decidido un país tan poco sospechoso de tecnófobo como Alemania.

En este asunto y cuando hablamos de los próximos veinte o treinta años no es de recibo desdecirse en el PLCCTE del último programa electoral del PSOE cuando afirmaba en su punto 3.1.: “Nuestro objetivo es alcanzar en 2030 un porcentaje de electricidad producida con energías renovables del 74%, entre el 85% y el 95% en 2040, y del 100% en el 2050; todo ello, con un calendario de cierre de centrales de carbón y nuclearescalendario de cierre de centrales de carbón y nucleares”. Porque ante las incertidumbres nucleares solo cabe una forma de aplicación del principio de precaución: no enciendas algo que no estés absolutamente seguro de poder apagar.

Por eso no me tranquiliza en absoluto el no encontrar en las referencias, notas de prensa y texto remitido al Congreso de este proyecto de ley nada explícito, negro sobre blanco, en relación a esta cuestión crucial.

Truco trilero: renovables, verdes, … ¿o limpias?

La invisibilidad nuclear en el PLCCTE podría muy bien tener que ver con un truco semántico en marcha. Sustituir en su día la referencia a “renovables” por la de energías “limpias”. Puede parecer baladí pero no lo es. Porque si por un lado no hay duda de que la energía nuclear no es renovable (el uranio, plutonio, etc. sean o no abundantes se agotan), para muchos me temo que, ante la incertidumbre climática, al ser neutras serían “limpias”.

De momento en el PLCCTE, frente a la treintena de veces que aparece el referente “renovable” ya aparece tres veces el de “limpio” en relación a la movilidad. Todo es empezar. Para el presidente de Iberdrola, en una reciente entrevista el titular es “limpio” (cinco veces) frente a renovable (dos veces). Un adelantado en esta cuestión.

Bastaría cambiar, en los próximos 15 años, este detalle aparentemente terminológico… para que el parque nuclear pueda contribuir de forma permanente en España a generar un tercio de la electricidad. Ya no renovable, no verde,… pero sí “limpia”. Al menos respecto a la incertidumbre del cambio climático. Aunque sea temeraria como incertidumbre nuclear.

Esta distinción entre los combustibles no renovables sucios, negros, derivados de los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas, …) que generan cambio climático y lo nuclear que, aun siendo no renovable, sería limpio, intuyo que plantea una guerra de intereses multimillonarios con muchos mercenarios potenciales.

El Congreso aprobará tras Semana Santa una ley climática aún sin consenso por el objetivo para 2030

El Congreso aprobará tras Semana Santa una ley climática aún sin consenso por el objetivo para 2030

Por eso es tan preocupante que el PLCCTE, aunque aún habla mucho más de renovable que de “limpio”, no nombre nunca la opción nuclear como algo sujeto a un plan estricto de cierre y desaparición. Caution.

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Albino Prada es ensayista, miembro de Ecobas y de Attac. En la primera semana del mes de julio Catarata publicará “Caminos de incertidumbre”, un ensayo con el que cierra la trilogía que iniciara con “El despilfarro de las naciones (2017) y prosiguiera con su “Crítica del hipercapitalismo digital" (2019)”

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