Plaza Pública

El hombre y el espermatozoide

Miguel Lorente Acosta

Según la ultraderecha, tomando como referencia las palabras de su “portavox”, Macarena Olona, “no es el hombre el que engendra, sino el espermatozoide”.

Es lo que se deduce de su argumento cuando afirma que “el hombre no mata, mata un asesino”, aunque se le olvida continuar para decir que los asesinos en violencia de género son hombres.

Pero, curiosamente, no se le ocurre decir que quienes van a las manifestaciones del 8M son personas, a pesar de la cada vez mayor participación de hombres, sino que especifican que son mujeres, y luego enfatizan e insisten en que son “mujeres feministas”, para así culparlas a ellas de las consecuencias de la pandemia, según el fantasmagórico argumento que derecha y ultraderecha, o ultraderecha y derecha (tanto monta, monta tanto), repiten en su interminable historia, no por larga, sino por repetida.

Esa idea de separar al hombre en circunstancias para lo malo y en tomarlo como referencia única para lo bueno, incluso para integrar en él a las mujeres, es propia del machismo. Justo lo contrario que hacen con las mujeres, que según los machistas puede ser muy buenas en casos particulares, tanto que a veces se refieren a sus parejas como mi santa”, y no digamos de ese “amor de madre” tatuado en los cuerpos más viriles, pero sin abandonar la idea general de que las mujeres son “malas y perversas” de familia, porque la madre terrenal de todas ellas es la Eva del paraíso, capaz de vendernos por una manzana Golden, pues siendo del paraíso no creo que fuera “silvered”.

De ahí su mosqueo con las mujeres, porque a partir de esa traición femenina tenemos que ganarnos el pan y las manzanas con el sudor de nuestra frente, aunque llama la atención que ese mismo machismo que culpa a las mujeres no las haya hecho partícipes “del castigo” en forma de trabajo, para que fuera también el sudor de su frente el que contribuyera al pan de cada día. Todo lo contrario, las ha discriminado del mercado laboral a lo largo de la historia, y aún hoy persisten las brechas en oportunidades y salarios. Por lo visto, no debe ser tan malo eso de ganarse el pan y el sueldo, y la libertad y autonomía que conllevan, con el sudor de la frente.

Por mucho que le cueste entender el tema a la derecha y a la ultraderecha, o sea, a la ultraderecha y a la derecha, la realidad es muy sencilla: “la violencia no tiene género, pero el género sí tiene violencia”. Es decir, la violencia puede ser utilizada por quienes así lo decidan, hombres y mujeres, pero sólo los hombres pueden utilizar la violencia contra las mujeres dentro de una sociedad y una cultura que en lugar de cuestionar esas conductas violentas las justifican bajo los argumentos del alcohol, las drogas o las alteraciones mentales; las ocultan, hasta el punto de que sólo se denuncia un 25-30% de todos los casos, las niegan cuando dicen que la mayoría son “denuncias falsas”, o las mezclan entre otras violencias hablando de violencia familiar o doméstica. La situación es tan surrealista que no se cortan en decir que la Ley Integral contra la Violencia de Género “va contra todos los hombres”, aquí no dicen que van contra los asesinos y maltratadores, cuando sí dicen, como hemos visto, que no matan los hombres, sino los asesinos”. Es decir, critican la ley porque va contra “todos los hombres”, pero niegan que los asesinos de esa ley sean hombres cuando acaban de reconocer que la ley va “contra ellos”.

Pero no es un error ni falta de conocimiento, es parte de la estrategia consciente de la derecha y la ultraderecha, o sea, de la ultraderecha y de la derecha, para mantener su modelo de sociedad levantado sobre lo que los hombres han decidido, y gestionarlo hoy con lo que los hombres decidan.

Que no nos confundan, aquí lo que está en juego es una construcción de poder a la que no quieren renunciar, y el machismo son las aceras por donde caminan los poderosos y sus espermatozoides biológicos y sociales.

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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue delegado del Gobierno para la violencia de género.

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