Plaza Pública

Depresión política

Minuto de silencio por las víctimas de la pandemia de la covid-19 guardado al inicio del pleno del Congreso

Existen ya motivos más que suficientes como para que la política agrave el estado de depresión general que vivimos en España. El desánimo, la irritación y el hartazgo son estados emocionales que se han generalizado en la ciudadanía y es decisivo que los políticos seamos conscientes de ello para actuar en consecuencia.

Con la pandemia del virus y la pandemia de inmoralidad política, España entró en depresión y necesitamos que la política de los gobiernos nos permita recuperar sueños, esperanza, ilusiones colectivas, ideas, confianza, certidumbres, empatía...

Quienes provocan el deterioro institucional, el bloqueo del diálogo y la crispación en el Parlamento, en un periodo histórico de emergencias para España y con millones de familias sufriendo las incertidumbres, desprecian el interés general, pasan de los problemas ciudadanos y matan la esperanza. Por eso, paso a paso, nos acercamos al abismo y parece que no nos damos cuenta. ¿Qué más tiene que pasar para cambiar las actitudes?

Se impone que la serenidad y el discurso constructivo ganen terreno. No podemos permitirnos que la política baje al barro cada día y que el odio que lanza mirando al retrovisor la extrema derecha en sus discursos, condicione el papel de diálogo, respeto y colaboración que debe ejercer un Parlamento para evitar caer en el abismo.

Cada día me resulta más doloroso, como diputado, constatar que el Congreso no es un espacio de diálogo y construcción política. Se ha quedado en la pura confrontación ante la pérdida de valores democráticos. Además, el efecto burbuja que provoca el Congreso nos aísla y aleja de los problemas y demandas ciudadanas.

El nivel de confrontación política es inversamente proporcional al grado de bienestar de la ciudadanía. ¡No importa! En tiempos de graves incertidumbres es repugnante que muchos políticos usen la crispación y el cultivo del odio como principal arma estratégica.

Las disputas, la pandemia y sus efectos generan una resaca social que alimenta la antipolítica. La cuestión es: ¿cómo combatir la antipolítica y la desafección? Se trata de que el Gobierno de coalición consiga que la sociedad identifique su política con la coherencia ante los nuevos desafíos, una gestión eficaz y la honestidad.

Pero quiero insistir en que la equidistancia y la generalización no son justas. Insistir en que el daño que hacen Díaz Ayuso, Casado y los ultras –políticos y mediáticos– lo pagará la democracia. Demostrar con hechos que no todos los políticos somos iguales. Aunque en medio de graves preocupaciones es patético que llevemos más de una semana instalados en el debate-trampa del CGPJ –cuando lo importante es garantizar la independencia e imparcialidad de los jueces– o en el rechazo a medidas para frenar la marea del virus cuando en Europa las aplican sin conflicto entre los partidos.

¿Cómo aportar serenidad y esperanza a todo el país? Promoviendo un discurso constructivo, no sectario, que defienda el interés público, ejerza la autocrítica y defienda la coherencia de la acción política que nos lleve a la aprobación de un Presupuesto para la recuperación.

Las medidas de ayuda del escudo social ya son una clara muestra de empatía social del Gobierno. Toca desarmar la palabra y afrontar la moción de censura de Vox con serenidad para desmontar su toxicidad y no retroalimentar su locura. El futuro depende de cómo salgamos del debate de la moción/provocación ultra. Porque nos da la oportunidad de responder, todas las fuerzas democráticas, con un discurso profundamente democrático y esperanzador que acelere los cambios y transformaciones que necesita España y el mundo globalizado que nos marca las reglas y los retos.

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Odón Elorza es diputado del PSOE por Gipuzkoa.

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