Plaza Pública

'Quantum of Solace'

Desierto del Atacama (Bolivia)

—Este artículo contiene spoilers de la película Quantum of Solace

Entre amplia expectación mundial la saga del agente del MI6 estrenó en 2008 la película Quantum of Solace —de enigmática y discutida traducción al español—. La acción se sitúa en una Bolivia inmersa en las intrigas —tan oscuras y complejas como el título del filme— de un (perdón por el spoiler) finalmente frustrado golpe de estado. La cinta recorre una (¿imaginaria?) Bolivia regida por un gobierno izquierdista contra el que conspiran empresas multinacionales —con conexiones geopolíticas de primer nivel— y un militar expresidente del país para controlar sus abundantes recursos naturales. La operación se vendrá al traste —a pesar de sus poderosos valedores locales y externos— debido a la unión entre nuestro James Bond (el británico Daniel Craig), el agente de la CIA Félix Leiter (el estadounidense Jeffrey Wright), siempre con problemas con sus superiores, y la aguerrida boliviana Camille Montes (la ucraniana Olga Kurylenko) en busca de —más que justificada—venganza. Todo ello en medio de asesinatos y traiciones sin fin desde las concurridas calles de La Paz —a 3.500 metros de altura— hasta las llanuras insondables del desierto de Atacama.

Similar expectación y cobertura —pero en la sección internacional de los noticieros— recibió hace escasos días la victoria (¿inesperada?) del Movimiento al Socialismo, el MAS, en la primera vuelta de las elecciones en Bolivia tras la anulación del anterior proceso en 2019. Las protestas en las calles y denuncias de un —supuesto— fraude electoral llevaron a la salida del país del ex Presidente Evo Morales tras 14 años de gobierno y su sustitución por Jeannine Añez, una desconocida senadora, evangélica y ultraconservadora. Morales, de etnia aimara y orígenes modestos, había ganado —sin cuestionamientos— las elecciones de 2009 y 2014 con más del 60% de los votos. La oposición conservadora, con líderes blancos y adinerados, padecía su distanciamiento de la Bolivia profunda con un 62% de población indígena y tasas de pobreza al nivel de Haití hasta la llegada del MAS.

En 2019 hubo un brusco giro del guion: tras una pausa del Tribunal Electoral antes de facilitar datos al 83 % escrutado y pendientes de algunas zonas rurales la OEA —la Organización de Estados Americanos, con sede en Washington— acusó inmediatamente de fraude electoral al gobierno izquierdista e indígena. El "golpe de estado del MAS" —como lo calificó el uruguayo Luis Almagro, Secretario General de la OEA— era una (supuesta) variación inferior a dos puntos porcentuales. Esa misma noche manifestantes opositores asaltaron y quemaron sedes de centros electorales ante la inacción de la policía. Al día siguiente la misma policía —ahora enmascarada y fuertemente armada— se unía a las protestas exigiendo la caída del Gobierno. En Quantum of Solace hay una escena memorable cuando el jefe de la Policía boliviana —el laureado actor español Fernando Guillén Cuervo— recibe la maleta con el soborno tras unir sus fuerzas al golpe y (tras contar el dinero) con una amplia sonrisa afirma: "¡Vamos a acabar con este gobierno corrupto!". La presidenta interina Añez inició su mandato en el Palacio Quemado —la Casa Blanca boliviana— haciendo amigos: calificó a sus compatriotas indígenas de "satánicos" y afirmó que Bolivia había "regresado a la Biblia" (?). Mientras estas peculiares declaraciones copaban las portadas, entre bambalinas —donde está la acción real en las buenas películas— se dirimía el tema que motivó la crisis boliviana.

En el grupo uno y con el numero atómico tres de la tabla periódica —que tantos disgustos nos trajo aprendernos— se encuentra un elemento descubierto por el sueco Johann Arfvedson en 1817. Está presente en escasos lugares del globo, Bolivia entre ellos. Es el litio y sin él nuestros teléfonos móviles, ordenadores y, atención, los coches eléctricos no funcionarían. Tal y como sospechaba la indómita Olga Kurylenko en el filme El expresidente y general, Medrano —uno de los villanos de la trama— tenía motivos no muy altruistas: en este 2020 el 35% del mercado mundial del litio. El 9 de noviembre de 2019 —tras el cambio de gobierno en La Paz— las acciones de Tesla (sí, la compañía de Elon Musk de los coches futuristas) se dispararon en la Bolsa de Nueva York. Por si quedaran dudas Musk tuiteó sobre la situación en Bolivia: "¡Daremos un golpe de estado a quién queramos!".

Releyendo a Manuel Azaña y Miguel Hernández

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Pero los planes de Musk, Añez y Almagro se derrumbaron este 18 de octubre cuando Luis Arce, exministro de finanzas de Morales, obtuvo más del 55% de los votos, con gran distancia del ex presidente conservador Carlos Mesa y de Luis Camacho, el autoproclamado Bolsonaro boliviano. En esta película hay ganadores y perdedores: China, Rusia y la UE —el nuevo presidente Arce ha señalado su admiración por las políticas progresistas del presidente Pedro Sánchez en España— recuperan posiciones y EEUU quedará fuera, salvo que el nuevo presidente Biden pueda recomponer las relaciones con La Paz, en la explotación del litio y derivados. También pierde la OEA, que con sus (irresponsables) denuncias de fraude —cuestionadas por múltiples expertos — que alentaron una crisis que se cobró las vidas de 37 personas y más de 800 heridos. Quantum of Solace en su final tiene otra secuencia a recordar: Bond abandona en medio del desierto de Atacama al representante de las multinacionales con una lata de aceite de motor como única bebida y le indica que —tal como le prometió— le perdona la vida. Solo tiene que recorrer 300 kms. a pie hasta el primer pozo de agua. Más o menos la travesía del desierto que le espera a la oposición boliviana hasta retornar al Palacio Quemado.

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David Balsa es Presidente Conferencia Eurocentroamericana

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