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Lo que nos muestra la pandemia sobre el comportamiento humano

El paseo de la playa de la Malvarrosa este domingo durante el primer fin de semana de cierre perimetral de las poblaciones de mas de 50.000 habitantes de la Comunitat Valenciana.

Ángel Viviente Core

Con más de dos millones de fallecidos y cientos de miles de afectados en el mundo, ya puede decirse que esta pandemia quedará como una de las grandes catástrofes por las que ha pasado la humanidad.

Catástrofes las ha habido de muchos tipos. Catástrofes naturales, como en la que estamos inmersos ahora, otras pandemias, terremotos, inundaciones, tsunamis; accidentes como incendios, naufragios, etc, y por supuesto las creadas por los propios humanos, como son las guerras, genocidios, persecuciones…

En todas ellas, encontramos en las personas patrones comunes de comportamiento. Nada es nuevo. Se dice que, en estas situaciones, pueden darse las mayores heroicidades y, al mismo tiempo, las mayores vilezas y atrocidades, en las que el ser humano saca lo mejor y lo peor que lleva dentro. Siempre ha sido así desde tiempos inmemoriales.

Me pongo a hacer un ejercicio comparativo de estos comportamientos, entre lo que estamos viviendo ahora y lo que sabemos de esas otras catástrofes del pasado, para comprobar si estos patrones se repiten, por lo que podríamos decir entonces que el ser humano no ha cambiado tanto en estas situaciones.

Los comportamientos negativos del ser humano en situaciones de catástrofe:

  • Utilización de la catástrofe para un enriquecimiento de determinadas personas o grupos:

- En las guerras, determinados intereses se enriquecieron a costa de alimentar a los países y contendientes enfrentados, haciendo negocios con la venta de alimentos, materiales, vestuarios, por no referirse al más evidente de la venta de armamento y municiones a ambos bandos enfrentados. Es una utilización del sufrimiento de los demás para el enriquecimiento propio. También los que, aprovechándose de la situación bélica de escasez, hacen acopio de mucho dinero, mediante la venta utilizando el estraperlo.

- En la pandemia actual algunas de las empresas farmaceúticas, fabricantes de las vacunas, no dejan de tratar de aprovecharse de esta situación, intentando aumentar sus beneficios a costa del sufrimiento y muerte de muchos. Esto es una muestra del egoísmo más absoluto. También ha habido personas y empresas que intentan sacar provecho, utilizando para hacer dinero los medios de protección necesarios para defenderse del virus.

  • Utilización de la catástrofe para ganar réditos de poder y políticos:

- En las guerras, dentro de cada país contendiente, los grupos de presión han intentado echar las culpas de la guerra a los demás grupos. Los ataques políticos entre los grupos durante la guerra son práctica común. Una vez finalizada esta, tratan de apropiarse de la victoria o echar en cara a los oponentes la derrota. De igual forma ha ocurrido muy a menudo en situaciones de catástrofes naturales o por accidente.

- En nuestra pandemia, la actitud inicial de algunos grupos políticos fue la de buscar culpables como fuera, dejando a un lado la obligación moral de ofrecer su colaboración para afrontar el problema con los gobernantes del país, que eran a los que les tocaba estar en primera línea. La búsqueda de culpables no era lo prioritario para la ciudadanía, la población lo que necesitaba en esos momentos era que se salvasen vidas.

En nuestra pandemia, para estos grupos todo se centró a continuación en una descalificación constante de las propuestas y opciones que proponía ese Gobierno para defender a la población, buscando su rédito político para tumbarlo lo antes posible. A esto se unió una lista de insultos y acusaciones basados frecuentemente en falsedades. La situación de la población y su defensa contra el virus pasó a un segundo plano.

En muchos casos, en aquellas Comunidades en que el control lo tenían partidos no del mismo color que el del Gobierno central, se utilizó la pandemia para debilitar el entramado de Salud Pública, debilitando la atención primaria y entorpeciendo el aumento de las plantillas de sanitarios, con el objetivo de potenciar al sector privado para este momento y sentar así las bases, cara al futuro, de una política privatizadora de todo lo público que ya viene de lejos.

- En las guerras y otras catástrofes, los sectores más perjudicados, aparte de los combatientes, han sido siempre los más débiles: ancianos, niños y mujeres. En nuestra pandemia, los ancianos han sufrido en sus carnes una dejadez en la atención que necesitaban, muchas veces conscientemente, siendo este el sector más perjudicado en cuanto al número de fallecimientos.

- En las guerras, el correr de noticias falsas para desequilibrar al enemigo es práctica común. Es la llamada guerra psicológica, utilizada para desestabilizar al contrario. En nuestra pandemia, la mentira, los bulos y el invento de conspiraciones son práctica habitual en los grupos opositores, aún sabiendo el mal que todo ello produce en la moral de los ciudadanos, práctica que viene inspirada de más allá del Océano.

  • El egoísmo, la falta de solidaridad y el “sálvese el que pueda”.

- En naufragios, guerras, incendios y en general en todas las catástrofes, siempre aparecen aquellos que, para escapar de las situaciones de peligro, empujan, pisotean, saltan por encima de los demás y, en definitiva, hacen valer su fuerza ante los más débiles para buscar su propia salvación, olvidándose de los otros.

- En nuestra pandemia, recientemente, se ha dado el saltarse el orden establecido para la distribución de las vacunas, haciendo valer situaciones de privilegio, perjudicando a los que más necesariamente y en primer lugar deberían recibirlas. También están los que no aceptan que su comportamiento puede ser dañino para los demás, saltándose toda normativa de seguridad, con un espíritu negacionista e insolidario con la realidad y queriendo justificarlo con su supuesta libertad.

Los comportamientos positivos del ser humano en estas situaciones:

En las guerras y en catástrofes de toda índole, es de todos conocido los grandes sacrificios de mucha gente al servicio de los demás, no creo necesario el exponerlos en estos momentos. Las historias de las grandes catástrofes están llenas de héroes, personas abnegadas y mártires que dieron en muchos casos sus vidas por salvar a otros.

Centrándonos en nuestra situación actual quiero mencionar:

  • A todos los trabajadores de la Sanidad, con un trabajo impagable, a pesar de las carencias de conocimientos y de materiales de protección, sobre todo en los primeros meses y cargando con contagios y muertes.
  • A todos los trabajadores de los servicios y del comercio básico que, a pesar de los riesgos, mantuvieron con vida, aunque fuera a medio gas, a las ciudades y poblaciones.
  • A todos aquellos que, voluntariamente, ofrecieron su trabajo, a pesar del riesgo que esto suponía, para acudir en ayuda de los más necesitados.
  • A los ancianos de las residencias que han aguantado estoicamente situaciones de mucho peligro, en circunstancias muy penosas.
  • A la inmensa mayoría de nuestros adolescentes y jóvenes que han tenido que sacrificar meses muy importantes de sus vidas en educación, amistades y socialización.
  • A los niños que se adaptaron a esa nueva vida de confinamiento a la perfección, aunque con los problemas propios, y ante una situación totalmente desconocida para ellos y que no entendían.
  • A los padres de estos niños, cargando con trabajo, teletrabajo, atención multiplicada y continua a sus hijos y, en muchos casos, en situaciones muy precarias de habitabilidad en sus hogares.
  • A la inmensa mayoría de los ciudadanos que respetan las directrices sanitarias con espíritu solidario y que no se han dejado llevar por los cantos de sirena de aquellos que hubiesen preferido un desacato global a esas normativas.

En definitiva, en mi opinión, lo negativo ha seguido estando tan presente como en cualquier catástrofe de tiempos pasados. A pesar de ser las menos, sus acciones son quizás más llamativas para los ciudadanos que las actitudes solidarias y calladas. Sin embargo, en la balanza de lo negativo y de lo positivo, mi opinión es que las partes positivas y el porcentaje de población en ellas superan con creces a todo lo negativo que se ha dado.

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Y como dijo el emperador Marco Aurelio: “No lo hagas si no es conveniente. No lo digas si no es verdad”.

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Ángel Viviente Core es coordinador general de Convocatoria Cívica

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