Plaza Pública

Chaves Nogales para todo

El periodista y escritor Manuel Chaves Nogales.

Carlos Javier Avilés López

Comienza a ser una tradición de la política española invocar a Manuel Chaves Nogales cada cierto tiempo para ilustrar las más variopintas posiciones políticas, que, invariablemente, acaban resultando ser ajenas al periodista sevillano. El último episodio de esta incipiente costumbre tuvo lugar el pasado 21 de abril durante el debate televisado de los candidatos a presidir la Comunidad de Madrid, donde el representante de Ciudadanos, Edmundo Bal, aseguró: "Yo no sé en qué bando estaría en la Guerra Civil: me temo que en ninguno, como Manuel Chaves Nogales".

Conviene recordar que el prólogo de A sangre y fuego (1937) no es lo único que escribió el célebre periodista, aunque sí parece lo único que de él han leído algunos. Si se quiere conocer realmente la posición de Chaves durante la Guerra Civil, es necesario acudir a sus crónicas de esa época, recogidas en su Obra periodística editada por María Isabel Cintas en 2013, o en la edición de 2011 de la misma publicada por Renacimiento (con excelente prólogo de Santos Juliá), o en sus Obras completas, recientemente editadas por Ignacio Garmendia para Asteroide. Pero, independientemente de la edición que consultemos, esas crónicas, con todos sus matices, conducen a una conclusión inevitable: Chaves nunca dejó de defender la legitimidad del régimen republicano.

Ahora bien, según el periodista, no todos en el bando republicano defendieron siempre la República democrática. Pero eso no significa que él no tomara partido a favor de la misma, o de la paz cuando la victoria ya no era posible. Santos Juliá en el mencionado prólogo resume bien la evolución de Chaves, a quien su compromiso con la legalidad republicana le costó la condena del Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo franquista y la muerte en el exilio. Por ello, resulta paradójico que en 2018 Guillermo Mariscal, entonces diputado del Partido Popular, para reprocharle al Gobierno sus planes para desalojar a Franco de su funesto mausoleo, apelara al periodista sevillano, cuyo cuerpo descansa en Londres sin una lápida que lo recuerde.

Vemos, por tanto, que no es la del señor Bal la única mención tendenciosa a Chaves Nogales en el ámbito de la política española. No son raras ese tipo de declaraciones por parte de escritores y políticos aventurando la postura que Chaves habría tomado ante algún acontecimiento de la actualidad, ni afirmaciones como las de la ex portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, que el 26 de abril de 2019 aseguraba que su antiguo partido pertenecía a “la derecha que representa Chaves Nogales”.

Esgrimía la señora Álvarez de Toledo en esa ocasión la condición de “pequeño burgués liberal” de Chaves, desconociendo o aparentando desconocer las variaciones del significado de la palabra liberal a lo largo de la historia. Así, por ejemplo, Javier Moreno Luzón señala en la entrada “Liberalismo” del Diccionario político y social del siglo XX español, editado por Juan Francisco Fuentes y Javier Fernández, que en los años veinte del pasado siglo la defensa de las libertades se asociaba “a las izquierdas, amigas del progreso y de la europeización del país, frente a unas derechas motejadas de reaccionarias, oscurantistas o incluso ultramontanas”. Por otra parte, resulta absurdo equiparar una posición política de hace un siglo a una actual. En cualquier caso, harían bien tanto PP como Ciudadanos en manosear menos la figura de Chaves y leer más su obra: por ejemplo, sus crónicas alemanas de 1933, en las que podrían descubrir los peligros de contemporizar con la extrema derecha.

Chaves Nogales era el republicano español en el exilio londinense “menos afectado por el rencor político”, según su necrológica en el Manchester Guardian. O, valiéndonos de la terminología de otro liberal andaluz, Ángel Ganivet, podríamos decir que Chaves era un hombre de ideas redondas, que “inspiran amor a la paz”, en contraposición con las ideas picudas, que incitan a la lucha. Por eso también llama la atención que en 2018 Pablo Iglesias le regalase el reportaje del sevillano “¿Qué pasa en Cataluña?” a Joaquim Torra: dos amantes de la épica a los que Chaves hubiese desmitificado estupendamente con su ironía y su apego a la medida de lo humano. En cualquier caso, vemos que no solo la derecha utiliza la figura del célebre periodista.

Por lo demás, ahora que la democracia representativa vuelve a estar amenazada por populismos, nacionalismos y fascismos de nuevo cuño pero viejo aroma, conviene seguir visitando la obra de Chaves. Por ejemplo, ante el auge de la crispación interesada y la creciente negación del otro como sujeto político válido puestos de manifiesto en la reciente campaña electoral de Madrid, cabe contraponer estas líneas del periodista: “Cada vez soy más fervoroso partidario de la compenetración. Creo que todo lo que se hace en el mundo es producto de fusiones de ideas, sentimientos o fuerzas. Lo peor del mundo es el aislamiento, las fronteras, el ignorarse los unos a los otros, el negarse”.

En definitiva, se trataba de un hombre tolerante que, sin embargo, no quiso ser solidario con ninguno de los asesinos que proliferaron en los dos bandos en los que se partió España, lo que no mermó su apoyo a la República democrática y parlamentaria de la que se declaraba ciudadano en el afamado prólogo de A sangre y fuego. Por tanto, hace bien Ciudadanos en reivindicarlo. Pero no debería confundir su ecuanimidad y su distancia crítica con una equidistancia que no era en absoluto representativa del periodista sevillano.

______________

Carlos Javier Avilés López es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y doctor en Estudios Hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid con una tesis doctoral sobre las crónicas que Manuel Chaves Nogales envió desde la Alemania nazi en 1933 al diario 'Ahora'.

Más sobre este tema
stats