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Los contratos de vacunas exigen transparencia

Antonio Costa, Ursula Von der Leyen y Charles Michel tras la ruenda de prensa conjunta tras la cumbre de Oporto.

Mediante un simple tuit, la Presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, adelantaba el anuncio del nuevo megacontrato con BioNTech/Pfizer. Días después, el pasado 22 de mayo, una nota oficial de la CE informaba que se garantizaba el suministro de 1.800 millones de vacunas para los Estados de la UE en los próximos dos años, al que seguirán otros contratos con empresas diferentes. Se busca reforzar la inmunidad ciudadana que se adquiere con las dos dosis previstas en 2021 ante la aparición de variantes agresivas del coronavirus.

De momento, nos dicen que este multimillonario contrato recoge garantías en cuanto al cumplimiento de plazos de entrega de esas vacunas y la prioridad del suministro a la UE a la vista de los retrasos e incumplimientos de AstraZeneca. ¿Pero, estamos ante un contrato a dedo, opaco y que no justifica en el expediente la elección de Pfizer/BioNTech?

La Comisión Europea negoció en 2020 y en nombre de los 27 Estados de la Unión Europea, con gran previsión, los contratos de compra adelantada para disponer de cuatro vacunas diferentes. Por ello, el pasado enero, el Pleno de la Eurocámara pidió rendición de cuentas a la presidenta y lanzó duras críticas al ejecutivo europeo por mostrar un contrato a escondidas, sin transparencia y con partes tachadas porque estaba condicionado por la confidencialidad impuesta por las grandes farmacéuticas.

Ahora parece que se vuelve a incurrir en el error de la opacidad. Pero la ciudadanía tiene derecho a saber todo el contenido del nuevo contrato “promovido por Alemania” con el laboratorio alemán BioNTech en consorcio con la farmacéutica estadounidense Pfizer. Tampoco se entendería que no se haya aprovechado esta oportunidad para avanzar en el objetivo de producir más vacunas para todas las personas del planeta frente a una pandemia global que ha provocado más de tres millones de muertos.

Me llamarán ingenuo, pero defiendo que en este contrato de 1800 millones de dosis (!) se tenían que haber impuesto condiciones de cooperación a la farmacéutica, ante la obligación ética que tiene la UE con los países en vías de desarrollo del planeta para que no accedan a las vacunas con cuentagotas sino de forma equitativa y rápida.

Cláusulas de condiciones que obligaran a Pfizer —lo mismo en próximos contratos— a la concesión de licencias voluntarias no restrictivas en favor de terceras empresas localizadas en países del Sur, con transferencia de conocimientos y de la tecnología de la vacuna, permiso de exportación a Estados de baja renta y un precio justo. ¿Se ha incluido en el contrato alguna cláusula en esa dirección de cooperación global o prima la consideración de la vacuna como un bien de negocio?

Hay preguntas que no pueden quedar sin respuesta. Por ejemplo: ¿Cuál es el precio en el contrato de cada dosis de Pfizer/BioNTech? ¿En caso de producirse un efecto secundario, quién asumirá las indemnizaciones? ¿Se han incorporado cláusulas que obliguen a la farmacéutica Pfizer/BioNTech a contribuir decididamente a avanzar en el objetivo de una producción masiva y deslocalizada de las vacunas? ¿Qué razones expone la Comisión Europea para priorizar esa contratación directa en favor de Pfizer/BioNTech? ¿Cuál va a ser la aportación económica y de vacunas de la farmacéutica al mecanismo COVAX de la OMS?

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Se impone la publicación inmediata del contrato con total transparencia y un debate clarificador de control en el Parlamento Europeo. Se llama democracia.

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Odón Elorza es diputado del PSOE por Gipuzkoa

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