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Plaza Pública

Seguir educando para la libertad

Un alumno de Educación Infantil, en el primer día de colegio.

Javier Alfonso Cendón

 Muchas veces, paseando por mi ciudad, León, me gusta acercarme a la Fundación Sierra-Pambley, contemplar el edificio que alberga el museo y que comparte plaza con nuestra majestuosa catedral. Dejando a mis espaldas la Pulchra Leonina, camino hasta las puertas de la Biblioteca Azcárate, un rincón lleno de historia, de cultura, y que acaba de cumplir cien años. Me ofrece cierto sosiego pensar que en este lugar flotan todavía las ideas de Francisco Giner de los Ríos, Manuel Bartolomé Cossío y Gumersindo de Azcárate, también leonés y uno de los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza en 1876.

Pensamientos revolucionarios que tuvieron una importante repercusión en la vida intelectual de nuestro país, desempeñando una labor fundamental de renovación y que todavía hoy tienen sus ecos. Voces de las que nunca nos podremos olvidar, y menos en los tiempos que corren.

Sin abandonar mi tierra, al menos el arraigo sentimental que me une a ella, estos últimos días he sido testigo del intento de privatización encubierta por parte de la Junta de Castilla y León del Centro de Protección de Menores ‘El Alba’, un servicio que el Gobierno del PP de esta comunidad pretende brindar en beneficio de entidades con ánimo de lucro. Lamentablemente, el Hogar Cuna de Urgencias para bebés y niños de hasta 3 años, ya ha sido disuelto, dejando de funcionar oficialmente el próximo uno de julio, y bajo la incertidumbre de las trabajadoras que no saben dónde han ido esos pequeños desde el mes de julio del pasado 2020, fecha en la que se realizó el último ingreso, ni quién se ocupará a partir de ahora de ellos.

Yo me pregunto, ¿por qué este ataque a los más vulnerables? En la tutela, en la garantía de una educación justa, están los cimientos que nos harán mejores, que nos permitirán estar a la altura de las pruebas del futuro que nos espera. Estamos cansados de escuchar que la educación es la fórmula para resolver todos nuestros problemas, para ser más competitivos a nivel mundial, para seguir avanzando en nuestro estado del bienestar y para superar las lacras que todavía hoy nos destruyen.

Y por eso el Gobierno de España siempre sale al paso en beneficio de nuestras generaciones venideras, trabajando para desterrar el desmantelamiento de los servicios sociales públicos que la derecha más rancia de nuestra nación sí que permite, aunque en su intento perjudique a personas indefensas, a menores en situación de desamparo.

Hace más de 125 años la fundación que a mí me gusta contemplar creó escuelas para los más desfavorecidos en Villablino, Hospital de Órbigo, Moreruela de Tábara y otros pueblos de León, según cuentan los expertos, adaptadas a las características socioeconómicas del lugar donde estaban ubicadas. Hoy el espíritu de la nueva Ley de Educación recoge el testigo reforzando la consolidación de la escuela pública, muy castigada por los recortes del PP que trajo consigo la LOMCE. No es una utopía pensar que en nuestro siglo podemos ponernos de acuerdo para educar en libertad respetando los derechos que garanticen un acceso ecuánime para todos. Para los niños con recursos y para aquellos a los que les toca salir adelante en situaciones menos ventajosas. Por eso, ¿quién se posiciona en contra de lo público?

En el pasado se realizó un esfuerzo mayúsculo para apostar por una educación libre, inclusiva, que trataba de instruir y educar el carácter de una forma integral, y ahora es nuestro deber mantener vivo el anhelo de nuestros precursores. Así lo está haciendo el Gobierno de Pedro Sánchez con la aprobación de leyes como la LOMLOE, que garantiza una educación plural bajo el compromiso de una apuesta por la máxima calidad de enseñanza a los alumnos y alumnas de todo el país, sin importar su lugar de residencia ni el nivel económico de sus familias. Es decir, al alcance de todos. Un modelo coherente, sin trampas, que rehúsa las privatizaciones encubiertas que en muchos casos solo buscan llevarse la porción más grande de un banquete al que, sinceramente, ni siquiera deberían estar invitados.

Una de las frases más famosas de Gumersindo de Azcárate fue “Seguir hacia adelante”, un leit motiv por el que abogó toda su vidaleit motiv y que ahora nosotros, las mujeres y los hombres de nuestro tiempo, podemos abanderar sin temor a equivocarnos. Yo asumo el propósito como político y profesor, bajo el objetivo de seguir creciendo, preocupado y ocupado por la educación en el más amplio sentido de la palabra.

Para quienes necesiten recordatorio, estoy seguro de que una visita a la Biblioteca Azcárate, perfectamente adaptada a los tiempos, pero con esa atmósfera especial que custodia obras solemnes que descansan sobre madera robusta, causará el efecto adecuado. Cuanto menos unos instantes de calma dedicados a la reflexión, a un rápido análisis de las necesidades de una sociedad que, por mucho que algunos se empeñen, no dejará de evolucionar ni de crecer hacia la libertad.

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Javier Alfonso Cendón es diputado por León y portavoz de Ciencia del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso de los Diputados.

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