Plaza Pública

60 días en Palestina: los guetos indígenas vencen, el régimen de apartheid israelí se resquebraja

Dos mujeres palestinas en una terraza, en la Franja de Gaza.

Daniel Lobato

Entre el 12 de abril (inicio de Ramadán) y el 13 de junio (formación del Gobierno israelí) hemos presenciado un minúsculo capítulo dentro del relato de 100 años de guerra contra Palestina. Los sucesos de esos 60 días han mostrado un escenario nuevo en la etapa histórica de Palestina bajo el apartheid.apartheid

Parece que no hay forma de diferenciar estos sucesos de 2021 con 2014, 2012 o 2008 si solo se enumeran los datos: 250 palestinos en Gaza muertos. 67 niños y niñas. 2.000 heridos. 11 israelíes muertos. 1.000 palestinos detenidos.

Y de nuevo coincidiendo con una crisis política en Tel Aviv después de cuatro elecciones en dos años y la amenaza de unas quintas elecciones. Otra campaña electoral en forma de represión y masacres, como denunció un diputado israelí en CNN.

Sin embargo, el cambio ha estado a la vista aunque el inicio fue parecido a otras escaladas de enfrentamiento.

El 12 de abril, Israel felicitaba el inicio de Ramadán con un Tel Aviv luminoso: "Feliz Ramadán a nuestros residentes y amigos". El 21% de los ciudadanos de Israel son nativos palestinos, la mayoría musulmanes, y en ese mensaje su Estado les estaba extranjerizando. A casi 2 millones de sus ciudadanos indígenas, su Estado les llamaba “residentes”. Israel les aplica 65 leyes de segregación y además les enviaba esta felicitación envenenada degradando su ciudadanía a una "residencia" de forasteros en su propia tierra. Junto a esto, Tel Aviv desplegó sus fuerzas armadas y su maquinaria legal para intensificar la represión en Jerusalén coincidiendo con Ramadán.

La batalla de la Puerta de Damasco

En los primeros días de Ramadán, las fuerzas israelíes cargaban para desalojar las escalinatas de la Puerta de Damasco y cortaban la electricidad a la mezquita de Al Aqsa. Impedía el popular reparto nocturno de comida que celebra el fin del ayuno diario. Además, en una Jerusalén sin turistas, Israel buscaba militarizar más la Puerta de Damasco y la mezquita de Al Aqsa con barreras y detectores de metal. Esta batalla ya la perdió Israel en 2017 cuando trató de enjaular la mezquita de Al Aqsa y la llegó a clausurar como medida de presión. Israel lo intentó de nuevo en abril de 2021. A la represión policial se sumaron grupos de israelíes recorriendo Jerusalén gritando “muerte a los árabes” y linchando impunemente a los palestinos que encontraban. Con el paso de los días se repitieron esas turbas israelíes en Jerusalén y otras ciudades apaleando y asesinando palestinos. Israel financia marchas racistas de este tipo con más dinero cada año.

Como en 2017, la batalla de la Puerta de Damasco se saldó con una pequeña victoria palestina, la primera de otras posteriores. La batalla de Al Aqsa sin embargo evolucionó a otra dimensión.

La batalla de Sheikh Jarrah y Silwan

Los tribunales israelíes no tienen competencia legal para determinar sobre la propiedad privada en un territorio ocupado militarmente. A pesar de ello, en una farsa de proceso judicial que viene de hace décadas, sus jueces decidieron que el barrio palestino de Sheikh Jarrah en Jerusalén debía ser desalojado antes del 2 de mayo de 2021 y entregado a una organización de colonos. Esta organización prometía apoderarse de todo el barrio y expulsar a todos los palestinos. Este acto de desposesión ha sido el ADN israelí: en 1948 los colonos europeos sólo tenían la propiedad del 6% del suelo de Palestina mientras el 94% pertenecía a los indígenas. Hoy los nativos solamente poseen el 3% del suelo dentro de Israel. El despojo continúa en Cisjordania y Jerusalén con los nativos recluidos en guetos desconectados. Como dijo un colono de EEUU a la palestina Mona el Kurd: “si no soy yo, será otro quien te quitará la casa”. Ese colono huía de sus delitos en EEUU adoptando una fraudulenta identidad judía para obtener el premio de una casa palestina gratis. En Sheikh Jarrah la dura represión policial incluyó rociamiento de aguas tóxicas y gases lacrimógenos dentro de las viviendas o amenazas de muerte a los palestinos por el vicealcalde israelí de Jerusalén.

Vaciar Sheikh Jarrah de palestinos es importante para Israel porque le permite conectar colonias ilegales. Tal como hace la compañía ferroviaria española CAF en Jerusalén: conectar con su tranvía las colonias en territorio ocupado y extender en Palestina el apartheid made in Spain.

Otro barrio palestino de Jerusalén, Al Bustan, tiene orden de demolición del Ayuntamiento israelí. Hay que insistir en que Israel no tiene legitimidad y destroza el IV Convenio de Ginebra. En Al Bustan 1500 nativos, el 60% niños, serán desposeídos bajo disfraces legalistas. La limpieza étnica contra los nativos (“residentes provisionales”) se disfraza bajo sofisticadas estrategias judiciales, electorales, administrativas, urbanísticas, arqueológicas, religiosas y económicas. El objetivo es que no quede ni un solo palestino, como en Jerusalén Oeste, donde siguen en pie las casas de los nativos pero ocupadas por colonos israelíes. Los propietarios fueron arrojados a campos de refugiados. Así se da realidad material a su mitología y su estrategia de judaizar la ciudad de forma fraudulenta. Los turistas que pasean por la ciudad vieja de Jerusalén no saben que el barrio judío es impostado. Israel lo levantó en 1968 tras arrasar el histórico barrio magrebí construido en tiempos de Saladino hace casi mil años.

El ejército, los tribunales, los colonos y las excavadoras israelíes siempre están listos para actuar en cualquier punto del territorio palestino. Como en Beita, Nablus, donde en sólo unas semanas los invasores han levantado una ciudad en los olivares del pueblo palestino. A veces Israel renuncia a una colonia para que el foco mediático se sitúe ahí y tratar de ocultar 73 años de despojo a los nativos.

La batalla de Al Aqsa

En medio del Ramadán y del uso intenso de las mezquitas, las fuerzas israelíes convirtieron la explanada en un escenario de guerra con asaltos repetidos de día, de noche y en el interior de las mezquitas. Para Israel es estratégico hostigar las mezquitas para provocar la ira musulmana en todo el mundo. De esta forma la colonización se disfraza ante los medios como una batalla religiosa irresoluble. Además, grupos israelíes exigen el derribo de las mezquitas de Al Aqsa y de la Cúpula de la Roca para construir un “Tercer templo” judío en su lugar.

Esta continua opresión israelí en Jerusalén hizo explotar las manifestaciones palestinas por todo el territorio. En las ciudades dentro del Estado israelí (Jaffa, Nazaret, Haifa, Lod, Acre o Uhm al Fahem) los nativos con ciudadanía israelí arriaron las banderas de Tel Aviv e izaron banderas de Palestina. El alcalde israelí de Lod reconoció que había perdido el control de la situación y Netanyahu declaró el estado de emergencia.

Esta revuelta palestina unida aterrorizó a la sociedad colona israelí y se sucedieron con impunidad las turbas con linchamientos a palestinos.

Las manifestaciones mostraron la victoria de la identidad nativa unida frente a la fragmentación que ha buscado el gobierno israelí. Los medios occidentales también utilizan categorías disolventes para los palestinos de Israel, tales como beduinos del desierto, drusos, cristianos de Galilea, árabes israelíes, etc.

La Intifada de la unidad

Esta revuelta unitaria explotó finalmente con la convocatoria de una huelga general indígena el 18 de mayo para los tres trozos en que está partida temporalmente la Palestina histórica: Estado de Israel, guetos de Cisjordania y gueto de Gaza. La convocatoria no partió de ninguna facción política. Fueron jóvenes y organizaciones de base de Jerusalén y del Estado de Israel. El seguimiento fue masivo desde Haifa a Galilea, Nablus o Gaza. Toda la sociedad palestina conectó con su insurrección de 1936 contra la opresión británica y sionista, cuando se inició el despojo nativo con la llegada de colonos europeos. El Manifiesto por la Dignidad y la Esperanza recorrió toda Palestina en esos días expresando el significado de la reunificación de la conciencia nacional palestina. Se destruyeron las separaciones físicas y prisiones categóricas impuestas por el régimen colonial: la prisión de los guetos de Cisjordania, la prisión de la ciudadanía bajo apartheid en el Estado israelí, la prisión de Gaza, y la prisión de Jerusalén. Se fijaba como objetivo unitario acabar con todas las estructuras coloniales sionistas.

La batalla en toda Palestina

Frente a la intensa represión en Jerusalén, desde Gaza se avisó el 10 de junio de que comenzaría el lanzamiento de cohetes. Israel ignoró la advertencia e inició una operación de gran escala contra Gaza.

Describir estos enfrentamientos como una guerra entre “Israel” y “Hamas” es una manipulación. Se trata de Israel contra Gaza, o contra Palestina. ¿Por qué se nombra un partido político en sólo uno de los bandos?

La operación israelí “El guardián de los muros” anunciaba la muerte de centenares o miles de personas en la enjaulada franja. Hay que recordar que los dos millones de personas que sobreviven en Gaza fueron despojados, amontonados y encerrados en esa cárcel costera israelí.

Los cohetes artesanales se enfrentaron a la tecnología militar del s.XXI durante diez días. Todos los medios del planeta nos cuantificaban a diario los cientos de cohetes lanzados por los nativos pero nunca nos dieron el dato del número de misiles y bombas arrojados por Israel.

Israel anunció que iba a pisar el acelerador con su inhumana doctrina Dahiya, de máxima devastación y fuerza desproporcionada sobre civiles. Consiste en que el territorio agredido “retroceda 20 años”, o incluso “a la edad de piedra”. Esta doctrina militar forma parte del currículo de la Universidad de Tel Aviv, con la que se asocian universidades de todo el mundo en lugar de boicotearla. Siguiendo esta estrategia, Israel ha buscado destruir el mayor número de infraestructuras y la economía del gueto de Gaza. Cuando los donantes internacionales financien de nuevo la reconstrucción de Gaza, la economía israelí sacará su tajada. La destrucción israelí en Gaza alcanzó al único laboratorio Covid, bancos, comercios, factorías, librerías, edificios de agencias de prensa o accesos a hospitales.

Además Israel ha repetido otra doctrina iniciada en 2014: eliminar familias enteras intencionadamente, bombardeando la casa cuando estén dentro el mayor número de miembros. Así fueron exterminadas cuatro generaciones de la familia Al Qawlaq con 21 miembros, desde los 90 años hasta los 6 meses de edad. El superviviente Shoukry Al Qawlaq enumeraba durante 33 segundos a sus familiares asesinados. También las familias Abu al Auf, Ashkontana, y hasta 19 familias.

Pero inesperadamente a los diez días, el régimen israelí pasó de amenazar que sólo habría descanso “dejando Gaza en completo silencio”, a repentinamente detenerse con un alto el fuego. Israel podría haber matado a miles de palestinos como en 2008 o 2014 sin rendición de cuentas.

Los militares israelíes nos dan la respuesta al reconocer frustrados que aumenta inexorablemente la cantidad y tecnología de los cohetes de Gaza año tras año a pesar del bloqueo a la franja. El mito de las defensas israelíes (Cúpula de hierro) se derrumbó cuando desde Gaza cuadruplicaron los cohetes lanzados diariamente respecto a 2014. La metrópoli de Washington acudió en socorro de su protectorado con dos ayudas extras: una durante la batalla de 735 M$ en misiles, y otra tras el alto el fuego de 1.000 M$ para rellenar el agotado sistema defensivo israelí en sólo diez días. Los cálculos israelíes estiman las reservas de cohetes en Gaza para varios meses de enfrentamiento continuado, y con modelos superiores que no se han utilizado todavía.

Durante una semana el aeropuerto de Tel Aviv estuvo cerrado, frente a sólo unas horas en 2014. El aeropuerto de Eilat a más de 200km de Gaza también tuvo que ser cerrado. Instalaciones industriales y puertos israelíes fueron atacados y también fueron cerrados. Los ataques a ciudades israelíes y la muerte de 11 civiles infundieron el terror.

Por otro lado, los tanques y soldados israelíes no sólo no se atrevieron a entrar en la cárcel costera, sino que ni siquiera osaron aproximarse al muro. Un único soldado israelí murió en la lejanía por un cohete anticarro disparado desde el gueto de Gaza. Fue suficiente mensaje para un ejército más especializado en la represión y ejecución de civiles que en el enfrentamiento bélico.

A pesar de estas evidencias, el ejército israelí emitió su proclamación de la victoria llamando “terroristas neutralizados” a las 67 niñas y niños palestinos asesinados. Pero incluso los medios israelíes extremistas, que también llaman terroristas a los bebés palestinos, mostraron su temor por el futuro. Otros asumieron que el balance de poder estaba cambiando. Algunos medios se preguntaron qué ocurriría si Líbano se sumase en un futuro a una acción conjunta con Palestina.

El significado de la victoria palestina combinando formas de resistencia

Israel hubiera deseado ser una democracia liberal como Australia o EEUU tras haber hecho desaparecer a los indígenas. Al no conseguirlo, su destino será el mismo que el régimen de apartheid de Sudáfrica.

Hace años ya se rebasó la superioridad demográfica indígena (51%) frente a la sociedad colona (49%) entre el río Jordán y el Mediterráneo, y va en aumento. Sin contar las refugiadas y refugiados del exterior y a pesar de la limpieza étnica incesante. Además, el esfuerzo israelí durante 73 años por fragmentar la identidad palestina y el territorio ha fracasado con la reunificación de toda la sociedad nativa en estos dos meses de resistencia.

En el mundo hubo masivas manifestaciones de solidaridad que revelan el fracaso de los lobbies sionistas y gobiernos occidentales tratando de reprimir ese apoyo. En Madrid, miles de personas desbordaron toda previsión.

La victoria palestina en distintos frentes ha generado múltiples repercusiones.

El precio para Israel

El ejército israelí sueña con una operación contra Gaza para destruirla hasta los cimientos enviando a los palestinos al desierto de Sinaí. La realidad es que ese ejército ya no se atreve a acercarse a la franja, y además, no estamos en 1948. Israel no puede expulsar o asesinar a dos millones de personas. Sólo puede reforzar el bloqueo inhumano, bombardear y asesinar regularmente para retrasar lo más posible lo inevitable.

La sociedad colona israelí es la que ha vivido como un shock el mensaje de que su sociedad de apartheid y guetos nativos tiene fecha fin,apartheid algo que ya saben sus élites. Las bajas civiles israelíes son lamentables, pero la sociedad colonizadora debe comprender que cuanto más tiempo sostenga el régimen más alto va a ser el precio que va a pagar. La defensa palestina mató 11 civiles israelíes en una semana; en 2014 fueron la mitad en mucho más tiempo. La sociedad israelí nunca ha vivido bajo el terror y la muerte real que ella ha impuesto a las sociedades de su alrededor. Damasco y el territorio sirio continúan siendo bombardeados por Israel habitualmente. Los civiles de Líbano conocen ese precio. El nuevo Primer Ministro, Naftali Bennett, cuando era comandante dio la orden de masacrar en 1996 a los civiles que estaban refugiados en un edificio de la ONU en la aldea de Qana, Líbano. Más de cien murieron despedazados mientras dormían, la mitad mujeres y niños, y Bennett siempre ha estado orgulloso de ello. También la población civil de Jordania, Egipto, Iraq y otros países han pagado un alto precio en el pasado.

Naftali Bennet fue elegido líder del gobierno colonial al final de este ciclo de 60 días. Por primera vez Israel ha necesitado cooptar un indígena oportunista para salir de la crisis política desatada por la rivalidad entre los clanes políticos sionistas. Dos indígenas de igual apellido ayudan a sostener los crímenes y el apartheid: uno en el gobierno de Tel Aviv, Mansour Abbas, y otro dentro de los guetos, Mahmoud Abbas. También los reyezuelos de los bantustanes sudafricanos de Pretoria ayudaron temporalmente a sostener el régimen de apartheid. Este nuevo gobierno será una continuidad de los anteriores, porque el motor es el mismo: capturar más tierra con menos indígenas y por los medios que sea necesario. Pero cada vez necesitará más violencia para conseguir menos resultados, con un precio a pagar cada vez más alto como lo pagó la sociedad Afrikaner en Sudáfrica.

El impacto en la Metrópoli occidental

Las potencias occidentales son la Metrópoli colonial del artefacto israelí. Durante este tiempo han recitado el derecho de Israel a defender su régimen de apartheid. Presionaron a la administración colonial indígena de Mahmoud Abbas (llamada Autoridad Palestina) para que reprimiera las revueltas. Los nuevos normalizadores del régimen de apartheid (Emiratos, Bahrein, Marruecos) no tuvieron ningún papel en esta crisis. Se presionó a los regímenes habituales (Jordania, Egipto y Qatar) para que colaborasen en sofocar la protesta y la resistencia. Pero a Occidente no le quedan opciones. La UE lleva tiempo haciendo gestos para tratar de cooptar a Hamas tal como se hizo con la OLP en 1991. Hace dos años la UE sacó a Hamas de la lista europea de grupos terroristas. De alguna forma Occidente busca sentar a Hamas en una mesa para que acepte un futuro de guetos y apartheid a cambio de dinero. apartheidPor ese motivo, un estrecho aliado de EEUU y UE, como es el régimen de Marruecos, invitó al líder de Hamas a los pocos días del alto el fuego.

Pero no existe ese futuro de guetos y apartheid a los que se denomina “Estado palestino”, eternamente prometido y demorado. Occidente puede seguir recitando la farsa de la “solución de dos Estados” en las instituciones internacionales y medios de comunicación. La reunificación de los palestinos ha enterrado el ataúd que contenía ese antiguo cadáver de los dos Estados.

La repercusión internacional

Las masivas manifestaciones, las acciones directas contra empresas israelíes y el bloqueo a buques israelíes por todo el mundo, han continuado incrementando la solidaridad con Palestina.

En 1991 disminuyó la solidaridad mundial con Palestina por varios factores: la caída de la URSS y la nueva hegemonía mundial, la OLP negociando con el régimen de apartheid de Tel Aviv apartheid mientras simultáneamente el régimen de apartheid de Pretoria se desplomaba, la revocación forzada en la ONU de su Resolución 3379 que declaraba el sionismo como una ideología racista, los Acuerdos de Oslo, la creación de la administración colonial indígena llamada Autoridad Palestina, etc.

A partir de 2004 y 2005 comenzó a recuperarse la solidaridad con la sentencia del Tribunal de la Haya sobre el muro del apartheid y el lanzamiento de la campaña de boicot internacional a Israel, BDS.

Hoy en todo el mundo se está extendiendo el consenso sobre el apartheid israelí y se recupera su rol de colonizador de Palestina. Israel pierde la guerra social y legal a pesar de los esfuerzos de los lobbies israelíes en muchos países por acallar las críticas y ganar su legitimidad mediante un Lawfare represivo.

El procedimiento de la Corte Penal Internacional seguirá avanzando con dos únicos caminos: emitir órdenes de detención contra líderes israelíes, o cerrar el caso demostrando que es un Tribunal occidental para juzgar solamente a quien occidente decida. Cualquiera de las dos decisiones tendrá muchas repercusiones y las dos perjudican a Israel ante los pueblos del mundo.

Antonio Guterres borró de la web de la ONU en 2017 un informe interno señalaba a Israel como régimen de apartheid, pero otros informes empiezan a amontonarse, e incluso gobiernos occidentales comienzan tímidamente a usar el término.

Se convertirá en una norma describir a Israel como régimen de apartheid con diferentes grados de opresión hacia los nativos palestinos, apartheidsegún dónde se encuentren.

En la dimensión bélica, la victoria de los palestinos frente al ejército del régimen nuclear israelí también tiene resonancias en la región. Ha quedado expuesta la vulnerabilidad de la sociedad colona. No es casual que unos días después de la victoria del gueto de Gaza, y del agradecimiento de un portavoz militar palestino a Irán, Antony Blinken dijera que EEUU mantendrá cientos de sanciones contra Irán, al margen de lo que suceda con el Acuerdo Nuclear. Es decir, el Acuerdo Nuclear no sobrevivirá porque Irán no aceptará añadir nuevas concesiones, ya sean sus misiles o su relación con sus aliados.

La repercusión para la sociedad palestina

Ya hemos visto algunos significados de este proceso de 60 días para la sociedad palestina.

Internacionalmente, la Autoridad Palestina ha quedado aún más expuesta como un Departamento de Asuntos Indígenas subordinado de Occidente e Israel. Mahmoud Abbas ni siquiera se atreve a acusar de apartheid al régimen de apartheid con el que colabora. Su función principal es la represión subcontratada, aplicando las detenciones masivas o el asesinato de activistas de base. Los dirigentes de la Autoridad Palestina se manejan en medio de la corrupción política y económica, y harán cualquier cosa por perpetuarse y sostener la estructura colonial. En medio de estos 60 días, Abbas canceló el teatro de unas supuestas elecciones por el riesgo de que otro le quitase el puesto. Pero sus días como gobernador indígena del gueto están a punto de finalizar, y no solamente por su edad. Tras su represión a los propios palestinos, en Occidente condenan a Abbas de forma hipócrita mientras eligen sustituto. Abbas no recibirá honores de Occidente a pesar de haber desempeñado la función que se le encomendó de sofocar los derechos palestinos.

En el final de este período de 60 días, el 12 de junio, el centro palestino de encuestas realizó uno de sus sondeos periódicos. El 80% de los palestinos afirmaban que Gaza había ganado el enfrentamiento con Israel. Valoraban positivamente a cada foco de insurrección y resistencia: 89% aprobaron las acciones de los palestinos de Jerusalén, 86% apoyaron las protestas de los palestinos ciudadanos de Israel y 77% respaldaron la resistencia armada de los palestinos de Gaza. El minúsculo número de palestinos que apoya la gestión de la Autoridad Palestina (11%) y la de Abbas (8%) representa a la clase privilegiada que vive gracias a ella.

El escritor palestino asesinado por Israel, Ghassan Kanafani, advirtió de que uno de los enemigos del pueblo palestino son las oligarquías indígenas.

El pueblo palestino se ha reunificado pero no tiene un sujeto político en forma de un nuevo movimiento nacional de liberación. La OLP se suicidó en 1991. El próximo mes de octubre se cumplen 30 años de la fatídica Conferencia de Madrid que dio lugar a los Acuerdos de Oslo. Coincidiendo con esa fecha, se celebrará una primera tentativa para impulsar ese nuevo movimiento nacional palestino que rompa con Oslo y el apartheid:apartheid la ruta alternativa, Masar Badil. Antes o después un nuevo movimiento palestino acabará naciendo.

En Occidente hemos olvidado muchas lecciones. Una es que cuando un pueblo está determinado a ser libre aplicará el máximo de sufrimiento propio durante su lucha, por muy desfavorable que sea con respecto al sufrimiento del opresor.

En Occidente se ha instalado un fraudulento consenso, por un ego de salvadores blancos, de que exclusivamente el boicot acabó con el apartheid en Sudáfrica. A eso se une un revisionismo de Nelson Mandela y otros líderes indígenas sudafricanos. En los años 60 el Congreso Nacional Africano decidió responder con la lucha armada a las masacres del régimen de Pretoria. Para ello creó un brazo armado autónomo, Umkhonto weSizwe (MK). La autodefensa armada indígena ha sido imprescindible en las luchas de descolonización, y también lo fue en Sudáfrica. Las sociedades coloniales o entidades ocupantes han pagado un precio de inseguridad física. Como en Argelia o Vietnam. La sociedad israelí sabe que el precio a pagar será cada vez más alto.

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Ante la criminalización de la resistencia indígena en cualquiera de sus formas, declarando terrorista al movimiento por el boicot, o a la autodefensa armada, hay que recordar la legalidad internacional. Especialmente el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos o la Resolución 3070: “La Asamblea General reafirma la legitimidad de la lucha de los pueblos para librarse de la dominación colonial extranjera por todos los medios posibles, incluida la lucha armada”.

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Daniel Lobato es activista en solidaridad con Palestina

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