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Armas

La guerra como negocio

Las modas de la guerra

Ibon Uría

El pabellón número 7 de Ifema podría estar ocupado por una feria cualquiera, pero a poco que el visitante afine la vista, pronto descubre que está repleto de tanques, cañones y otros artefactos para la guerra. El motivo del peculiar panorama es la celebración de la cuarta edición de HOMSEC, el salón bienal de tecnologías para la seguridad y la defensa. Los organizadores aseguran que su objetivo es “promocionar la conciencia de seguridad y defensa”, y a la vista de lo imponente de algunos de los artefactos expuestos, parecen haber reunido a un buen número de concienciados.

Desde luego, llama la atención el optimismo de los asistentes. Y es que, a pesar de los tiempos que corren y de que los presupuestos en Defensa también han sufrido recortes, “aquí, vender se vende”, dicen los responsables del stand de Navantia. Uno de ellos es Fernando Ghersi, quien muestra orgulloso un vehículo militar poco más grande que un todoterreno, bautizado con las siglas SERT –Sistema de Exploración y Reconocimiento Terrestre–-. “En un feria de Chile llamó mucho la atención. Hasta venía gente y nos decía que quería comprarlo”, comenta. Obviamente, no es posible acudir a IFEMA estos días y salir montado en un flamante SERT. Las ventas de este tipo de equipos se canalizan a través de acuerdos entre Estados, que posteriormente autorizan la entrega de los equipos por parte de las empresas fabricantes a los países compradores. Ghersi ensalza las virtudes del vehículo, pintado en verde caqui y con una ametralladora sobre el techo, y habla sin inmutarse de prestaciones como cámaras de visión térmica, cañones y armas de defensa inmediata “para responder a francotiradores”. Sin desviarse ni un segundo del tema principal, se acerca al todoterreno, accede a su interior no sin alguna dificultad, y mientras trastea con los mandos, relata: “El SERT sirve de avanzadilla. Es el enlace entre el objetivo y el arma. Y el Ejército de Tierra acaba de comprarnos 18 unidades”. A un precio de unos 800.000 euros cada una según fuentes del sector, parece una buena operación. Sin embargo, Ghersi prefiere quitarle importancia, y asegura que los vehículos como este son “un hobby” para su empresa. “Nuestro negocio principal son los buques, pero claro, aquí no cabía uno”, comenta.

Los 'drones' son "lo que se lleva"

El buen humor de Ghersi parece haberse contagiado al resto de visitantes, que como en cualquier otra feria charlan, se paran y observan con interés. La principal diferencia aquí es que se trata de un evento restringido al público en general: sólo se permite el acceso a militares, a empleados de empresas contratistas de las administraciones públicas o del sector de la seguridad y a delegaciones de otros países, así que el panorama es un tanto peculiar. Sin embargo, esto no significa que las personas que pasean entre los expositores no tengan preocupaciones de lo más comunes –“todos somos sociedad”, dice un soldado vestido con su uniforme–, y entre estas preocupaciones está la moda, porque sí, también en el mundo de las armas hay modas. Los drones –o aviones no tripulados, que permiten sobrevolar una zona y disparar a posibles objetivos a distancia–, “son lo que se lleva ahora mismo”, nos dice Ana Llaguno, responsable de prensa del espacio de Indra en el salón, que aprovecha para destacar algunas de las virtudes del producto. Por ejemplo, los drones “casi consumen como un coche”, dice. “Y evitan arriesgar vidas humanas en tareas de reconocimiento, son menos crueles”. A la hora de hablar de precios, no puede dar un dato concreto, porque estos aviones son muy personalizables: “Le damos al cliente lo que pide, dentro de lo que cabe, claro".

A pesar de su tirón, estos drones se ven obligados a compartir el protagonismo y el espacio con el resto de atracciones del stand. Por ejemplo, hay un laboratorio móvil contra amenazas bacteriológicas. Llaguno asegura que todo lo que exponen sirve para la “autoprotección”, porque “si no estás preparado, te vas al hoyo”.

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¿Y quién paga todo este despliegue de medios? “No hemos ido a pedir un duro a nadie, porque sabemos que no lo hay”, dice Ignacio Dancausa, director de la feria. “Pero el apoyo institucional que recibimos ha mejorado con respecto a la edición de 2011. Rajoy quiere impulsar la industria y pone al servicio de las empresas la diplomacia española”, afirma. Por eso figuran entre las instituciones que apoyan el evento los Ministerios de Defensa, Interior, Asuntos Exteriores, Industria y Economía y Competitividad; por eso se han pasado por HOMSEC diversas autoridades, y por eso hay stands de la armada, los dos ejércitos y la policía.

Así, el listado de expositores de empresas y fuerzas y cuerpos de seguridad es casi interminable, aunque es imposible no fijarse en el de la Comisión Europea, con focos, pantallas de plasma y azafatas que reparten pastas y sonríen a los visitantes. Es el más grande de todo el pabellón, y sus responsables aseguran que la seguridad es fundamental: “Cuando vas andando tranquilamente por la calle vas tranquilo porque hay muchas cosas que desconoces y que se están llevando a cabo”, dicen. Y en ese “muchas cosas” caben proyectos de todo tipo. Algunos de apariencia más inocente, como la estandarización de los hologramas que tienen las pastillas. Otros, más complejos de entender para el no iniciado, como detectores de explosivos o procedimientos de control de fronteras. Y todos ellos con nombres un tanto grandilocuentes, como “virtuoso”, “disaster” o “crescendo” y buena salud económica, porque “no se ha hecho ningún recorte en este campo”, asegura uno de los portavoces, de nombre Fabio Rodrígues, con la ayuda de su intérprete, que traduce sus palabras desde el francés o el inglés, a gusto del visitante.

Y en medio del ambiente casi festivo, se escucha la charla animada que mantienen los militares del stand del Ejército de Tierra, que han sido invitados para “dar a conocer nuestros medios a las empresas”, según cuenta Óscar, que no desaprovecha la ocasión para dar cuenta de lo que el visitante puede observar: “Un puesto de mando, un vehículo con mortero y telemetría, un carro leopardo…”, un armamento “de última generación”, “al nivel de los medios de países como Estados Unidos o Alemania”, señala. “O incluso superior”.

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