Una obra literaria que abarca la narrativa y el ensayo

José Luis Sampedro, nacido en Barcelona en 1917, no fue en absoluto un escritor precoz. De hecho, salvo algunas excepciones, sus primeras obras de cierta relevancia, tanto en el ensayo como en la narrativa, las escribió cuando ya había rebasado la cuarentena. Con toda probabilidad su participación de joven en el bando republicano durante la guerra civil, sus oposiciones a funcionario de aduanas en la posguerra y sus estudios de Económicas, que concluyó con 30 años, le debieron impedir dedicarse de lleno a la literatura. O tal vez Sampedro fue un caso de vocación tardía.

Sea como fuere, a partir de mediados de la década de los cincuenta, cuando ya había alcanzado la cátedra de Estructura Económica en la Universidad Complutense de Madrid, Sampedro explota como un autor de una obra densa, variada en géneros y de largo aliento.

En su faceta narrativa y tras un par de novelas anteriores, el economista comienza a consagrarse como escritor con El río que nos llevaEl río que nos lleva (Debolsillo), una historia publicada en 1961 y más tarde llevada al cine que relata las peripecias de un grupo de gancheros que arrastran los troncos, río Tajo abajo, hasta Aranjuez. En su vertiente de ensayista, el punto de partida de su literatura y también de su compromiso político abierto pasa por Conciencia del subdesarrollo (Taurus), donde refleja con lucidez las desigualdades entre Occidente y los países subdesarrollados en una fecha como 1973, cuando la dictadura agonizaba y crecía la oposición antifranquista.

Pero, sin duda alguna, Sampedro logra fama, reconocimiento de los lectores y respeto de la crítica por sus novelas publicadas en los años ochenta: Octubre, octubre (Debolsillo) y La sonrisa etrusca (Alfaguara). La primera de ellas, un relato ambicioso y complejo, ambientado en el Madrid de los años sesenta y setenta con varios personajes cruzados, está considerado por los expertos como un punto de inflexión hacia la madurez de su obra. Por su parte, La sonrisa etrusca, que fue además un éxito de ventas, narra la relación entre generacionesLa sonrisa etrusca, en este caso entre un abuelo del sur de Italia y su nieto en un Milán enorme y despersonalizado. Esta producción literaria se vio recompensada en 1990 con su ingreso en la Real Academia Española.

El mundo de los afectos; los personajes muy humanos, pero llenos de matices sin caer en la sensiblería; y las relaciones de poder en sentido general y concreto, recorren buena parte de la narrativa de Sampedro, que en una cita dejó claro testimonio de su filosofía vital: “Si no fuera por amor, ¿cómo podría existir nada?” En los últimos años un prolífico José Luis Sampedro siguió escribiendo novelas como El amante lesbiano (2000), La senda del drago (2006) o Cuarteto para un solista (2011), esta última en colaboración con su segunda mujer, la también escritora Olga Lucas, así como Escribir es vivir, una obra autobiográfica en colaboración también con su pareja.Escribir es vivir

Nunca tuvo problemas Sampedro, economista y literato, teórico y práctico, de ciencias y de letras, para alternar la narrativa con el ensayo. De este modo cultivó la no ficción con un enfoque ameno, divulgativo y de clara intervención política. Una de sus obras clave en este género fue El mercado y la globalización (Destino) donde ya advirtió en el año 2002 de los peligros de la desregulación financiera y del aprovechamiento de las nuevas tecnologías en favor del capitalismo salvaje. Sampedro puso la guinda a una trayectoria personal e intelectual de lucha por un mundo más justo con su prólogo a la edición española de Indignaos, de Stephane Hessel, el símbolo de la revuelta social contra la crisis. Con más de 90 años se convirtió en un líder moral para las generaciones más jóvenes.

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