“No aireamos los trapos sucios”

El acuerdo entre EEUU y el HSBC que en diciembre de 2012 permitió al banco librarse de un proceso penal a cambio de pagar 1.921 millones de dólares y aplicar un durísimo plan corrector, adjunta un relato de hechos que parece sacado de una de esas películas donde apacibles ejecutivos blanquean y evaden capitales en horario laboral. El informe reproduce la respuesta que recibió una directiva de la filial estadounidense cuando detectó los enormes fallos de control y preguntó al jefe de  cumplimiento bancario del grupo por qué no se la había alertado: “No aireamos ante una filial los trapos sucios de otra… Vamos y arreglamos el problema”.

El documento detalla, por ejemplo, las escalofriantes cifras de fondos bajo sospecha que, con transferencias o en metálico, movió el gigante bancario en Estados Unidos y en México. Entre 2006 y 2009, la filial del grupo HSBC Bank USA dio vía libre sin control a transferencias por 200 billones de dólares de clientes de países cuya calificación de riesgo –por corrupción en su más amplio sentido, no por solvencia económica- rebajaba el grupo.

Según el DOJ, el banco bajó “conscientemente” los umbrales de riesgo que una vez traspasados habrían activado el chequeo automático del traspaso de fondos para dejar al descubierto el ordenante, el monto, su origen presumible y, no menos importante, el destinatario.

Las altas esferas del banco, y ese es el hilo que recorre de principio a fin el informe, miraron hacia otro lado. En otros casos, dieron instrucciones expresas a sus empleados para ocultar el origen del dinero. La declaración de hechos probados se refiere de forma expresa a cómo, ya a comienzos de los noventa, el HSBC Holdings plc, la matriz británica del grupo, adoptó un procedimiento por el que las transacciones vinculadas a países vetados por EEUU iban acompañadas de "notas precautorias"."No mencionar nuestro nombre en Nueva York", "cuidado, país sancionado", "No mencionar Irán". Eso decían las notas.

En efecto, el documento indica que los altos directivos mantuvieron aquel status quo de descontrol hasta que el Departamento de Justicia los agarró por el cuello y les impuso dos correctivos innegociables a cambio de dejar el suspenso el proceso penal: la primera, pagar a Estados Unidos 1.921 millones de dólares; la segunda, aplicar en cinco años un durísimo plan de corrección sujeto a vigilancia. Por ejemplo, HSBC se compromete a contratar a un jefe de vigilancia. Pero, además de imponer el perfil del directivo, el Departamento de Justicia se reserva el derecho de veto.

Que buena parte de los capitales que originaron la investigación fluían del negocio de la droga es uno de los hechos que el acuerdo considera indiscutible. El HSBC México, detalla el informe, movió hacia EEUU 881 millones de dólares procedentes de los cárteles mexicanos. La cifra no resulta descabellada si se tiene en cuenta que de los 200 billones a que ascendieron las transferencias ejecutadas sin control por el HSBC USA, 670.000 millones tenían su origen en la filial mexicana del grupo.

Las conexiones con el narcotráfico abundan en el informe del Departamento de Justicia de EEUU sobre el gigante financiero en cuya defensa se ha movilizado Suiza para lograr que España extradite a Hervé Falciani, el antiguo empleado del HSBC que destapó depósitos de, se calcula, 130.000 evasores fiscales. 

El informe de Estados Unidos da pistas sobre el volumen de los manejos del HSBC pero su contenido sugiere que la cuantificación exacta es difícil. El documento expone cómo una cantidad indeterminada pero abrumadora de dinero –“cientos de miles de dólares”- salía del llamado Mercado Negro de Divisas del Peso (Black Market Peso Exchange), el “complejo sistema comercial de lavado de dinero” utilizado por los narcos colombianos para blanquear sus ganancias mediante la adquisición de moneda americana.

El documento puntualiza un hecho poco conocido: que la compraventa de dólares es uno de los negocios más boyantes del HSBC. Según Estados Unidos esa rama de negocio del banco encabezaba el ranking mundial del subsector financiero al controlar el HSBC “aproximadamente el 60% del negocio global”. “De julio de 2006 a diciembre de 2008, Banknotes -la división del grupo cuyo nombre significa literalmente billetes de banco- adquirió del HSBC México “más de 9.400 millones" en dinero contante y sonante, lo que en el argot se conoce como  "physical dollars”.

Las cifras de transferencias libres de revisión hacen palidecer un dato que en otras condiciones se vería aupado al estrellato: otros 205 millones de dólares se ocultaban en 35.000 cuentas de las Islas Caimán de las que al menos 2.200 tenían la consideraciónd de depósitos de alto riesgo por sus movimientos "sospechosos" o por "la información negativa referida a sus propietarios"  las que el banco aplicaba controles relajados o inexistentes."En julio de 2008 -dice el documento-, el balance total de estas cuentas de alto riesgo en las Islas Caimán ascendía aproximadamente a 205 millones de dólares".

El riesgo era "obvio", pero el banco no adoptó las medidas previstas para ese tipo de situaciones pese a que algunos de sus directivos eran conscientes del peligro. "En efecto -expone el relato de hechos- un directivo del departamento de cumplimiento del HSBC México se percató del "masivo uso indebido" de las cuentas de las Islas Caimán por parte del crimen organizado". 

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Pero eso no es todo. El DOJ recalca cómo, a la hora de fijar los parámetros de riesgo para que una transferencia bancaria quedase sometida a chequeo automático, la filial del grupo HSBC Bank USA puso el listón “conscientemente” por debajo de lo que los protocolos requerían. 

Hace una semana, y durante la vista de extradición de Hervé Falciani, la fiscal Dolores Delgado lanzó un misil contra el banco: “El HSBC es en sí un paraíso fiscal”, dijo. Delgado no exageraba a tenor de lo que cuenta el informe sobre una directiva del departamento de Cumplimiento Bancario del HSBC North America, cuyo nombre omite la administración estadounidense.

En 2010, la directiva del HSBC North America, entidad que ocupa un escalón más alto que el HSBC Bank USA en el organigrama del grupo, tuvo noticia de los problemas que acuciaban al HSBC México. Se percató a raíz de una investigación propia e inmediatamente contactó con el jefe de la división de Cumplimiento Bancario para todo el grupo. “Solo entonces –se lee en el documento- se enteró al completo de lo que sucedía en HSBC México”. Porque, cuando preguntó por qué no se le había informado antes, recibió de su jefe la siguiente respuesta: “Nosotros no aireamos ante una filial los trapos de otra filial… Vamos y arreglamos el problema “. 

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