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Educación

Los adultos españoles, a la cola de la OCDE en lectura y matemáticas

Alumnos del colegio Jaume I de Palma de Mallorca, durante una clase.

El Ministerio de Educación dibujó este lunes un panorama casi apocalíptico. Con los datos en la mano del nuevo informe PIAAC de la OCDE, una especie de PISA para adultos que evalúa los conocimientos de la población de entre 16 y 65 años, los españoles son los peores en matemáticas y casi los peores –sólo están por debajo los italianos– en comprensión lectora. Eso sí, los peores de los 26 países de economías desarrolladas que participan en el informe: EEUU, Japón, Corea, países nórdicos y del centro y el este de Europa, entre otros. Grecia o Portugal, por ejemplo, esconden su población a los ojos fiscalizadores de este informe. 

En lectura, los países mejor clasificados son Japón, Finlandia y los Países Bajos. España obtuvo una puntuación de 252 (sobre una base de 500), 21 puntos por debajo de la media de la OCDE y sólo por delante de Italia. En matemáticas, los españoles sí son los últimos, con 246 puntos, 23 menos que la media de OCDE. 

Como suele ocurrir con resultados evaluados en el informe PISA –a cuyas mediocres conclusiones se agarra el Gobierno para justificar su polémica reforma educativa– las competencias de los adultos tampoco son nada favorables. De hecho, señala que casi un tercio de los encuestados (30,9%) tiene problemas para entender el recibo de gasto de la luz o comparar precios de hoteles. O que a un 27,7% le cuesta extraer información de un texto largo como puede ser el Quijote. En España, participaron 6.055 individuos, el 14% de ellos inmigrantes, si bien el ministerio, a preguntas de los periodistas, no especificó cuál era su lengua materna. 

El estudio también señala que las personas que están mejor formadas de España están por debajo de los niveles medios de Japón o Países Bajos, entre otros. De hecho, evidencia que los universitarios españoles no alcanzan las competencias de los bachilleres o graduados en FP de los países mencionados. Los adultos españoles con formación universitaria o de oficios de grado superior tienen competencias medias similares en comprensión lectora que tras el bachillerato en Japón, Holanda y Australia.

Sin embargo, no se puede obviar el "particular" contexto histórico español. Un hecho que dejó caer incluso en la presentación del informe en Madrid, Yves Leterme, secretario general adjunto de la OCDE. De la observación de los datos se deduce el lastre que supone para España su bajo punto de partida y el hecho de que la universalización de la educación llegara más tarde a nuestro país. El PIAAC evalúa mayoritariamente a españoles que estudiaron en torno al periodo comprendido entre 1956 y 2000. Por eso Julio Carabaña, catedrático de Sociología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid, dice que los resultados no son novedosos si la comparativa entre países se hace en base a la población de entre 25 y 34 años. Una franja de edad compuesta por personas que han terminado los estudios y han llegado a la etapa más alta de su desarrollo madurativo. Y que no cuenta con el efecto distorsionador de la edad ni de la mala escolarización del pasado. 

Los españoles de 25 a 34 años están a 21 puntos de la media de la OCDE en lectura y a 22 en matemáticas. Y los de 55 a 65 años están a 28 y 32 respectivamente. En la franja de 16 a 24 la diferencia es de 16 puntos en ambas áreas. El dato positivo, por tanto, es que los más jóvenes reducen las diferencias, pues el nivel de las personas de entre 56 y 65 años es el más bajo con diferencia con respecto al resto de los países estudiados. No obstante, el empujón de las nuevas generaciones, que evidencia los esfuerzos educativos del periodo democrático, no sirve para sacar a España del pozo de los rezagados, donde se instala junto a Italia, Francia e incluso EEUU. "Sin habilidades adecuadas las personas languidecen en los márgenes de la sociedad y los países no pueden competir en la economía global", advirtió el enviado de la OCDE. 

La lectura que de estos datos hace el departamento de Wert tiene su bestia negra en la LOGSE, promovida por los socialistas en 1990. La posición rezagada de España se explica, según el relato de Educación, por la influencia de una normativa educativa que apenas provocó avances en competencia lectora y matemática. Y eso a pesar de que esta ley sólo estuvo vigente desde 1990 hasta 2006 y de que el informe evalúa mayoritariamente a los que estudiaron en torno al periodo comprendido entre 1956 y 2000. 

Los datos desmienten que la LOGSE sea la culpable del fracaso en el informe de la OCDE

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La número dos de Wert destacó que las mayores diferencias se dan entre los españoles que tienen entre 35 y 54 años –que estudiaron con la Ley General de Educación (EGB)– y los de 55 a 65, cuando la universalización de la educación no había llegado a España. Y que la progresión es más débil en la comparación entre los primeros (los que está entren 35 y 54 años) con los de una generación posterior (los que tienen entre 25 y 34 años), que son los españoles que tuvieron de marco normativo a la LOGSE, una ley "con la que apenas se avanzó en competencia lectora y matemáticas", aseveró. Lo cierto es que sólo hay una mejora de cuatro puntos, pero resulta poco acertado, coinciden algunos expertos, meter en el mismo saco a ambas generaciones, pues los nacidos entre los cuarenta y los cincuenta tuvieron menos oportunidades de estudiar en un país en el que la educación no estaba universalizada, mientras que los otros dos grupos crecieron en un momento en que casi toda la población española estaba escolarizada. 

De hecho, en el libro con análisis de varios docentes con el que el ministerio acompañó los datos del informe, sólo el profesor de la Universidad Pablo de Olavide Antonio Villar refrenda este análisis. "Vincular los resultados con la LOGSE es un ataque de oportunismo", señala, por su parte, Carabaña, otro de los expertos que analiza los resultados. 

Ante este panorama, Leterme abrazó algunas de las medidas que pretende poner en marcha el Gobierno en su polémica ley Wert. Entre ellas, la "cultura de la evaluación", implícita en las tres evaluaciones externas, una suerte de reválidas –en los casos de ESO y Bachillerato– que pretende implementar con la nueva normativa. Y también llamó a apostar por los programas de educación continua para adultos y a reforzar las competencias en la escuela. 

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