Emigración

Los jóvenes atrapados en Alemania culpan a la Junta de Castilla-La Mancha y al SEPE de su situación

Barracón que alberga a los españoles en Erfurt.

Belén Kayser

Estamos a primeros de agosto en una sala de la Escuela de Administración Regional de Toledo, un edificio moderno inaugurado en 2009. Cientos de jóvenes, convocados por email por la Junta de Castilla-La-Mancha, esperan una respuesta que les cambiará la vida. El Gobierno regional había publicado una lista con 140 puestos de trabajo en Turingia. Y ellos –peluqueros, profesionales de la geriatría, panaderos– eran los candidatos. Fueron tres jornadas de casting durante las que la empresa “de selección” Sphinx Consulting “bromeó sobre el frío” ante varios miembros de la Junta que “se reían de sus bromas”, relata Antonio, uno de los estrellados ganadores del viaje a Érfurt.

Es hostelero y tiene 23 años; su amiga Carmen es peluquera y tiene 26. Los dos son de Albacete y fueron seleccionados como candidatos al MobiPro-EU, un programa lanzado por Alemania en mayo para ayudar a los jóvenes desempleados del sur de Europa con planes de FP dual (enseñanza y aprendizaje en la propia empresa). La gran mayoría de los enviados a Érfurt venían de Castilla-La-Mancha y “sólo unos pocos de Tenerife y de Madrid”, cuenta Antonio. Iban a volar en el mismo avión el pasado día 28. Aterrizarían con un contrato que firmar y una habitación “con wifi” en la que dormir. Pero el resultado ha sido muy distinto. Hoy, el día que finalmente vuela Carmen, Antonio la verá despegar desde España. Porque ya está de vuelta; no ha aguantado ni 15 días en Érfurt. “En aquella reunión, con la Junta delante”, explica, “dijeron que en cosa de un mes nos devolverían lo invertido, pero para eso hay que rellenar unos papeles que no han rellenado y mientras, yo me arruino”.

“Me siento un fracasado”, lamenta, “tenía ilusión, me había mentalizado. Me dije, 'chico, esto va para largo, ¡a la aventura!' Pero para malvivir, malvivo con mi familia”. No es el único que ha dado marcha atrás después de llegar a Érfurt. Y el que no lo ha hecho, está a punto de tirar la toalla. A Carmen, las madres de sus compañeros no paran de llamarla desde que se hizo pública la situación precaria de los jóvenes enviados a Alemania. No disimula su desasosiego a pocas horas de partir. “Es que hace un par de días”, explica, “una persona de la Junta avisó a uno de mis compañeros de que no viviríamos en Érfurt, sino en otra ciudad cercana”. El Gobierno local “viajó a la zona, y debieron de ver el panorama y, claro, ha reculado”, dice reflexiva.

Antonio cuenta que él no dormía en los “barracones” que han salido en la prensa, sino en una residencia “fantasma a la que nadie vino nunca a informarnos de cuál era el plan del día”. Vio claro que tenía que volverse el día que “Sven [por Sven Knierenschild, uno de los socios de Sphinx Consulting] echó a una compañera”. Al parecer le había espetado “cuatro cosas a Sven” después de que éste la acusara “de no pagar la habitación”. Antonio se había cruzado con él un par de días antes. “Le vi en su C4 rojo y le dije: '¿tú, qué?' Y empezó a quejarse del desastre de organización… Y lo decía como si hablara de otros. ¡A saber de quién!”

La presión mediática abre una vía de solución para los jóvenes atrapados en Érfurt

Tomás

, un joven de Toledo de 20 años, también se siente “abandonado” por los gestores. Llegó hace casi dos semanas y aún no tiene nada de lo prometido: ni curso de alemán ni contrato a la vista. Pero no quiere volver a España. “Yo lo quiero intentar, la geriatría es una de las profesiones más demandadas aquí”. Se interesó por la oferta al instante. Fue el orientador del SEPE el que le habló del programa. “A mí y a casi todos los que estamos aquí, y lo hicieron muy bien”, explica. El resto, se enteraron por amigos y se plantaron en la Escuela de Administración Regional de Toledo”. Algunos lo hicieron, según nos cuenta un amigo de Tomás, “aun sabiendo que la Junta no demandaba nuestro oficio” y aclara “aun así, 'el Sven' nos dijo: adelante”.

Todos los candidatos conocían el documento con la oferta y el número de plazas que “de forma oficial” había disponibles. Les “había llegado por email” bajo el título de “esquema resumen proyecto de Turingia” junto a un completo informe “sobre las subvenciones que da Alemania”. El remitente “era la Junta, no su empresa de selección”, aseguran.

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