La fiscal pide cinco años a los acusados del ‘tartazo’ a Yolanda Barcina

Este lunes ha comenzado el juicio por los tartazos que el alcalde de Arruazu, Gorka Ovejero Gamboa, y tres miembros del colectivo contra el tren de alta velocidad lanzaron contra la presidenta navarra, Yolanda Barcina, mientras participaba el 27 de octubre de 2011 en una reunión de trabajo en Toulouse (Francia).

Barcina, que solicita para los acusados penas de hasta nueve años de prisión, ha puesto de manifiesto en su declaración ante el tribunal, presidido por el juez Fernando Grande Marlaska, que los tartazos le hicieron daño en la cara y la cabeza y la dejaron desorientada. "Me estamparon tres tartas, una de ellas muy dura en la cara y la cabeza. Buscaba una salida desorientada ", ha recordado.

Por su parte, la Fiscalía solicita cinco años de prisión por la comisión de un delito de atentado contra la autoridad para el alto cargo del Ayuntamiento de Arruazu, que pertenecía a la formación nacionalista Batzarre, y para Mikel Álvarez Forcada –hermano del dirigente de Batasuna Joseba Álvarez–, Julio Martín Villanueva e Ibon García Garrido, a los que se pudo identificar como autores de la agresión.

En su declaración, los cuatro acusados han negado haber estado en la ciudad francesa cuando se produjeron los hechos. Gorka Ovejero, Julio Martin, Ibón García y Mikel Álvarez Forcada han indicado, en respuesta a las preguntas de sus abogados, que se encontraban en un centro de macrobiótica, en Pamplona, y en sus respectivos domicilios en el momento en que Barcina recibió los tartazos.

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Tarta oculta en una carpeta

Los hechos se produjeron sobre las 16.30 horas del 27 de octubre de 2011 cuando Barcina participaba en una reunión de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos. Ovejero, que portaba una tarta "oculta en una carpeta" según la Fiscalía, se acercó a la presidenta navarra y, sacándola "de forma sorpresiva y de manera enérgica" se la estampó.

Inmediatamente después, según relata el Ministerio Público, mientras Barcina se encontraba aturdida, Julio Martín e Ibón García se acercaron por detrás de la presidenta, que estaba privada de toda visión como consecuencia del impacto de la tarta en los ojos y, utilizando el mismo procedimiento, estamparon las tartas que llevaban ocultas, en la cabeza.