El ministro y el Nobel

Gallardón presume de que García Márquez le telefoneó en 2008 para que siguiera en política

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Ibon Uría

El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ha asegurado que Gabriel García Márquez le telefoneó personalmente hace ahora seis años para animarle a seguir en política. "Guardo esa llamada en mi memoria como uno de los privilegios que justifican y compensan las amarguras de la gestión del poder político", ha añadido Gallardón.

La fecha no es casual: Gallardón evoca en un artículo publicado en El País el enfrentamiento que vivió en 2008 con Esperanza Aguirre, presidenta regional de los conservadores y entonces número uno del Gobierno de la Comunidad. Aquella lucha interna por un puesto en las listas al Congreso se saldó con la derrota del ahora ministro, su exclusión de la candidatura y con rumores sobre su posible salida de la política.

Gallardón ha desvelado esa supuesta llamada días después del fallecimiento del autor colombiano, en un texto publicado en el diario del grupo Prisa y titulado Macondo o la justicia pendiente. Según el relato del ministro, habría sido precisamente el fundador de Prisa, Jesús Polanco, quien lo introdujo "en el mundo mágico de Gabo" en varios almuerzos y cenas.

Tras el fallecimiento del autor colombiano, este lunes se ha conocido además que el Ayuntamiento de Madrid dedicará una calle o espacio público a García Márquez. Salvo novedades por ahora no previstas, la propuesta de Ana Botella, sucesora de Gallardón en la alcaldía de Madrid, se aprobará en mayo con el respaldo de todos los grupos de la Asamblea, incluidos los tres de la oposición.

El golpe de Aguirre

La batalla que recuerda Gallardón en el obituario dedicado a García Márquez constituyó uno de los capítulos más tensos en el PP. Los hechos se remontan a 2008, cuando, en pleno proceso de confección de las listas al Congreso de los Diputados, Esperanza Aguirre se ofreció para dimitir de la Presidencia de la Comunidad e integrar esa candidatura si Gallardón entraba en la lista, algo que se daba casi por hecho.

La diferencia esencial entre la situación de uno y otro era que Aguirre se vería obligada a dejar el liderazgo de la Comunidad de Madrid en manos de Ignacio González si entraba en las listas, mientras que Gallardón, alcalde de la capital en esa fecha, podría haber compatibilizado ambas responsabilidades.

La situación desembocó en una reunión entre Rajoy, Acebes –secretario general del PP– y los contendientes, Aguirre y Gallardón. Durante el encuentro Aguirre esgrimió sus buenos resultados electorales para defender su presencia en la lista como beneficiosa para el partido, y Gallardón abandonó decepcionado una cita a la que acudió con el convencimiento de que tendría un hueco en la candidatura.

Y es que la decisión de Rajoy fue la de dejar fuera a ambos, lo que se interpretó como una victoria de Aguirre en un órdago lanzado al número uno del partido a nivel nacional para frenar las aspiraciones de Gallardón, eterno contrincante, que durante el encuentro clave habría llegado a plantear la posibilidad de abandonar la actividad política después de las generales, algo que no se produjo.

Batalla literaria

Resulta llamativo, y así se ha destacado este lunes en las redes sociales, que Gallardón haga pública la existencia de aquella llamada seis años después. A nadie se le escapa el curioso paralelismo entre el eterno enfrentamiento de Gallardón con Aguirre y la rivalidad ideológica y personal que desde hace muchos años existió entre García Márquez y Mario Vargas Llosa, quien se ha mostrado en varias ocasiones en línea con el pensamiento de Esperanza Aguirre, a quien defendió a ultranza cuando anunció su abandono de la actividad política (pese a que se mantiene como presidenta del PP de Madrid).

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Vargas Llosa se refirió a Aguirre como una "Juana de Arco liberal" en un artículo también aparecido en El País en septiembre de 2012. En ese texto, el escritor peruano da muestras de su fascinación por la política conservadora, de la que se dice amigo personal, y de quien alabó una "extraordinaria carrera" y unos "altos méritos".

"La vamos a echar mucho de menos", aseguraba Vargas Llosa, para añadir a renglón seguido que le hubiera gustado verla llegar a la Presidencia del Gobierno a tiempo de evitar la crisis –"con ella al frente jamás se hubiera hundido España"– y destacar las maneras de Aguirre –"respondía a los insultos con ideas, sin perder nunca las buenas formas"–.

Si Vargas Llosa apostó políticamente por Aguirre, parece que Gallardón reivindica ahora el antiguo apoyo de García Márquez.

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