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Salud mental: la crisis nos trae de cabeza

La crisis económica está empeorando la salud mental.

Millones de españoles se baten en el ring día a día. Entre las cuerdas: el desempleo, las dificultades para llegar a fin de mes, los desahucios, la desesperanza y la frustración. La crisis económica está ganando el combate: depresión, estrés y ansiedad son sus principales reveses. Médicos y psicólogos alertan de que la salud mental está empeorando como consecuencia de la crisis y denuncian que la atención sanitaria es insuficiente.

En 2010, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advertía a todos los Estados de la repercusión de la crisis económica sobre la salud mental. Basándose en datos de crisis anteriores, como la de 1930, la OMS señalaba que los apuros económicos y el desempleo tendrían un importante impacto en las enfermedades de carácter psicológico. Instaba entonces a los Gobiernos a implantar medidas de apoyo social, incentivar el empleo y aliviar a los núcleos familiares de la carga de la deuda para evitar que la historia se repitiera. Sin embargo, Miguel Anxo García, especialista en Psicología Clínica del Hospital Clínico de Santiago de Compostela, explica a infoLibre que el Ejecutivo español “ha hecho exactamente lo contrario”, y los resultados “han confirmado la advertencia: entre 2008 y 2012 el número de suicidios aumentó un 2,8%”.

Más estrés, más ansiedad, más depresión y más suicidios

Desde que comenzara la crisis económica, “los casos de depresión han aumentado un 19,4%, los relativos a ansiedad un 8,4% y el alcoholismo un 4,6%”, recalca García haciendo referencia a los datos del Congreso Catalán de Salud Mental de 2013. Estos trastornos mentales “están relacionados con el desempleo, con los problemas para pagar la hipoteca o con hacer frente a los gastos del día a día”, añade.

Los aprietos económicos desembocan en “conflictos interpersonales, en problemas de pareja y afectan tanto a hombres como a mujeres”, relata Elisa Sánchez, experta en salud laboral y miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. “A pesar de que no se suelen publicar datos exactos –no existe un registro del número de intentos de suicidio ni de los consumados en nuestro país–, los casos de suicidios relacionados con los desahucios, el desempleo o la presión laboral son reales”, subraya. A pesar de que en España se producen más muertes por suicidio que por homicidio, recuerda la psicóloga, “no hay políticas, ni atención, ni acción específica para abordar el problema”.

Los pacientes que sufren acoso laboral, dificultades para relacionarse o presentan síntomas de estrés “tardan mucho en ser atendidos por la Seguridad Social”, asegura Sánchez. Las listas de espera retrasan el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades mentales “que tratadas por un psicólogo se pueden controlar”. Sin los cuidados necesarios, explican los expertos, estas patologías se cronifican; lo que comienza como un pequeño estado de estrés se convierte en estrés crónico, y puede desembocar en una profunda depresión. Sin trabajo, sin ingresos y sin recursos suficientes para cubrir las necesidades más básicas, “muchas personas han terminado por normalizar el estrés”, alerta la psicóloga.

Cifras que corroboran el deterioro de la salud mental

Han aumentado los suicidios y se prescriben más fármacos para combatir el estrés, la ansiedad y la depresión, indicios que, para Isabel Ruiz, médica y miembro de la Escuela Andaluza de Salud Pública, corroboran que la crisis económica tiene un impacto significativo sobre la salud mental. La relación entre el empobrecimiento y las enfermedades mentales “no está clara –precisa Ruiz–, sin embargo, si existe una autopercepción peor de la salud, un mayor uso de los servicios sanitarios, un aumento de las prescripciones de ansiolíticos y una acentuación del número de suicidios”.

Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2012 el suicidio fue la principal causa externa de mortalidad: fallecieron 3.539 personas –2.724 hombres y 815 mujeres–. La tasa de suicidios se situó en 7,6 por cada 100.000 habitantes, la más alta desde 2005. Entre los hombres de 25 a 30 años, el suicidio pasó a ser la primera causa de muerte. La Plataforma Afectados por la Hipoteca (PAH) ha documentado 24 suicidios, entre 2010 y 2014, relacionados con ejecuciones hipotecarios: personas que se quitaron la vida ante la idea de perder su hogar.

A estas alarmantes cifras se suman la demanda y el consumo de fármacos destinados a apaliar los trastornos mentales. “Entre 2009 y 2010 el número de envases de tranquilizantes saltó de 53 a 54,9 millones, la venta de antidepresivos pasó de 35,1 a 38,7 millones”, subraya el psicólogo Miguel Anxo García.

Los números confirman que existe un problema real: los aprietos económicos, la austeridad y el paro de larga duración enferman. “La salud mental y el suicidio son temas tabúes –apunta Ruiz–, no se habla de cómo la crisis afecta a las enfermedades mentales; se oculta esta realidad por miedo a un efecto de contagio, se minimiza”. El Estado ha conseguido, hasta ahora, desplazar a un segundo plano este escenario y restar importancia a un contexto económico y social que pasa factura a la vida de sus ciudadanos. Sin embargo, expertos y entidades sociales, que llevan denunciando el deterioro de la salud mental desde los inicios de la llamada recesión económica, han decidido poner en marcha un programa de actuación que aborde lo que está ocurriendo.

Sin recursos, sin tratamiento 

Este fin de semana se celebró en Madrid una reunión de profesionales de salud mental de toda España para, explica Anxo García, “colocar en la agenda política medidas específicas capaces de hacer frente a una situación que es preocupante a nivel nacional: el deterioro indiscutible de la salud mental”. Y es que, mientras en “Portugal o Grecia se habla claramente del impacto de la presión económica sobre la salud, en nuestro país no se menciona el boom de suicidios relacionados con el desempleo o los desahucios”, apuntan desde la Escuela de Salud Pública andaluza.

No sólo está empeorando la salud de los ciudadanos, sino también la atención que reciben. “Las personas con recursos suficientes acuden al ámbito privado al encontrarse en un estado depresivo –remarca Anxo García–, pero las personas que no tienen medios se enfrentan a una agravación, complicación y cronificación del trastorno por la disminución de recursos y ayuda asistencial de carácter público”.

La Escuela de Salud Pública Andaluza revela que el problema de la crisis es doble cuando se trata de salud: por un lado aparece el propio impacto de la tesitura económica –el desempleo, los desahucios y los recortes– en el bienestar de las personas; y por otro, las políticas de austeridad que constriñen el gasto sanitario. Esa disminución del gasto sanitario, sumado al incremento del copago, que impide a muchas personas acceder a los fármacos que necesitan, establece un panorama poco alentador para tratar las enfermedades mentales. 

'Más vale prevenir que curar'

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En este sentido, los expertos coinciden en que la prevención es primordial para frenar la degradación del estado mental. “Igual que se invierte en campañas para evitar los accidentes de tráfico o las enfermedades cardiovasculares, prevenir el suicidio es posible –asegura Ruiz–; el único problema es que hay que invertir a nivel político, económico, social y cultural”.

Mientras la crisis se prolonga, miles de ciudadanos ven como empeora su salud, convierten su malestar en algo cotidiano y se dejan llevar por la desesperanza hasta los límites de la depresión. La Asamblea de Salud Mental de Galicia, cuyo portavoz es Miguel Anxo García, ha denunciado el grave deterioro de la asistencia pública y ha instado organismos civiles parejos a aunar fuerzas para exigir el respeto a los derechos democráticos, sociales y sanitarios.

El llamamiento unánime de los profesionales sanitarios a los políticos para atajar el evidente problema de la salud mental, acomete no sólo reivindicar el derecho a la asistencia sanitaria, sino también colocar en primera plana las consecuencias de la pobreza, los recortes sociales y las estrategias de austeridad en la cabeza de miles de ciudadanos.

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