Crisis del ébola

Los tres grandes errores del protocolo que se aplicó en el Hospital Carlos III

Un profesional sanitario en el Hospital Carlos III.

Falta de información, escasa formación y carencia de recursos para atajar posibles casos de ébola en el caso de que la epidemia que ha causado por el momento más de 3.800 muertes en África acabara llegando a España. Estas han sido en los últimos días las principales quejas de profesionales sanitarios de la Comunidad de Madrid después de que una de sus compañeras, la técnica sanitaria Teresa Romero, resultara infectada por el virus del Ébola tras atender a los religiosos españoles que fueron repatriados desde África occidental.

Ahora, en comunicación con infoLibre, algunos de esos profesionales sanitarios denuncian carencias en el procedimiento de actuación que les marcó el hospital en el que trabajan, La Paz, para hacer frente a casos sospechosos o confirmados de contagio por el virus. Hay que recordar que los profesionales que atienden en el Carlos III a contagiados por esta enfermedad proceden de los servicios de Urgencias y Cuidados Intensivos de La Paz, pues al estar en proceso de transformación a un centro de media y larga estancia el Carlos III carece de determinadas servicios.

Entre los puntos flacos del protocolo –un documento muy polémico pues hasta esta semana no estuvo a disposición de todos los trabajadores en la intranet del centro sanitario– destacan el hecho de que no incluyera directrices específicas sobre el trabajo de los técnicos de enfermería, que contuviera información estándar sobre procedimientos médicos pero no sobre cómo aplicarlos a pacientes con ébola o que tampoco incorporara una explicación detallada sobre cómo actuar una vez que la persona infectada ha fallecido, que es uno de los momentos más críticos desde el punto de vista de los posibles contagios. Ese documento, que fue el utilizado para atender a los religiosos Miguel Pajares y Manuel García Viejo, ha sido reformado en los últimos por la dirección del hospital tras las reivindicaciones de los profesionales. 

01. formación específica

Sanitarios consultados por este medio denuncian también que 20 de las 63 páginas del documento incluían información estándar a aplicar en todos los pacientes y que puede resultar contradictoria con las condiciones estrictas de seguridad que requieren los casos de ébola. Un ejemplo es que contenía indicaciones como utilizar una "bata limpia no estéril para proteger la piel y prevenir el manchado de la ropa"  –algo que no concordaba con la obligación de llevar un Equipo de Protección Individual (EPI), que también recogía en hojas anteriores– o que las vajillas y cubiertos "no necesitan precauciones" –en páginas previas se explicaba que todo este material tenía que ser desechable–. 

Otro ejemplo de improvisación es que el protocolo dedicaba varias páginas a explicar cómo llevar a cabo situaciones que nunca podría darse con un paciente con ébola. Por ejemplo, podía leerse: "Cuando el paciente acude al centro de extracción debemos comprobar su identidad y preparar el procedimiento a realizar: saludar e identificarnos, comprobar que la identidad del paciente coincide con las etiquetas, decidir el procedimiento a realizar dependiendo de las pruebas solicitadas, (...)".

A juicio de un técnico sanitario, estos apartados constituyen "un ejemplo de que se hizo de forma improvisada para tener algo que justificara que se había trabajado en un protocolo". "Y también evidencian que no se nos consultó a los profesionales para que, junto a expertos en riesgos laborales, salud pública, transmisión de enfermedades infecciosas... pudiéramos haber contribuido a elaborar un documento realmente útil", añade.  

El protocolo incluía también explicaciones muy detalladas de procedimientos que para los sanitarios son habituales como, por ejemplo, extracciones de sangre o punciones arteriales, pero no la forma en la que debía hacerse ante un enfermo contagiado por ébola. "A mí no me hace falta que me expliquen cómo extraer sangre a un paciente, eso es lo que llevo haciendo durante veinte años. Lo que quiero que me enseñen son las cosas específicas, con qué tengo que tener especial precaución si voy a realizar una extracción a un paciente con ébola", se queja una enfermera. 

02. Cuidados post mortem

Profesionales sanitarios consultados por infoLibre denuncian también que las pautas para el manejo post mortem que incluía el protocolo eran "escasísimas". Y explican que ese hecho es especialmente grave porque es en el momento de la defunción cuando los fluidos corporales del paciente tienen una mayor carga viral y, por tanto, las posibilidades de contagio son mayores. De hecho, una de las dos ocasiones en las que Romero entró a la habitación de García Viejo fue precisamente después de que este falleciera.

Pues bien, el documento se limitaba a explicar que los cadáveres "no podrán ser objeto de prácticas de tanatopraxia" (preparación del cuerpo de un difunto), que no se les pueden realizar autopsias y que el contacto con ellos "debe limitarse a personal entrenado". Asimismo, detallaba que el cadáver "deberá ser trasladado en un féretro sellado previamente incluido en una bolsa de traslado impermeable con el fin de que disminuya la manipulación". No aclaraba, sin embargo, aspectos prácticos de cómo tenía que ser ese proceso. 

"Es un momento en el que se necesitan muchas manos. Se juntan en la habitación enfermeros, técnicos de enfermería, celadores, personal de limpieza... y el personal de la funeraria, que era el que prácticamente iba dando las instrucciones porque no es un trabajo que nosotros solamos hacer de forma habitual. Lo que pone en el protocolo no se ha podido cumplir o incumplir porque el asesoramiento casi no existía", se queja una enfermera.

Este diario contactó este viernes con la funeraria Parcesa, que fue la que se encargó de realizar los servicios y cremación de los dos fallecidos por ébola en España. Una directiva de la compañía declinó responder sobre si los empleados habían recibido o no formación específica para hacer esa tarea –el protocolo decía que el contacto debía limitarse a personal entrenado–  y se limitó decir que sus trabajadores están "habituados a atender casos de fallecimientos por enfermedades infecciosas". En la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid señalaron que no tenían información al respecto. 

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03. perfiles y espacios

Otros profesionales consultados han expresado su extrañeza por el hecho de que, ante un caso de estas características, el protocolo no tuviera información específica sobre la forma de proceder de cada perfil profesional. Bajo su punto de vista debería haber habido indicaciones concretas, por ejemplo, para los técnicos de enfermería, que son los que más contacto directo tienen con las secreciones del paciente o con otros elementos como orina, heces o vómitos. En el caso concreto de Teresa Romero, se sabe que la primera vez que entró en la habitación fue para cambiar un pañal al religioso García Viejo. 

"El protocolo debería haber incluido recomendaciones relativas a cada perfil asistencial y especialmente para las auxiliares, que son un grupo de mayor riesgo porque se encargan de limpieza del paciente. Un médico, salvo que tenga que coger una vía –trabajo que de forma habitual hace un enfermero– o hacer una exploración, tiene un contacto menos directo", analiza un doctor. Este facultativo cree que el protocolo también tendría que haber incluido información más detallada sobre los espacios, pues los profesionales no trabajan de forma habitual en el Carlos III (la mayoría son empleados de los servicios de Urgencias y Cuidados Intensivos de La Paz) y no están habituados a trabajar en ese entorno. "Ahora es cuando los trabajadores sanitarios comienzan a conocer bien las zonas del hospital y a saber cómo manejarse", señala este mismo profesional.

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