La técnica de enfermería
Teresa Romero recibió este miércoles el alta médica del Hospital Carlos III, donde permanecía ingresada desde el pasado 6 de octubre a causa de una infección por el virus del Ébola que ya ha superado. En una comparecencia sin preguntas ante los medios ensalzó el trabajo de sus compañeros que, dijo, han conseguido salvarle la vida "
pese a la a veces nefasta dirección política". En primera fila algunos de ellos, que la habían recibido con
vítores y aplausos, la escuchaban emocionados.
Les dio las gracias a ellos, pero también "
a Dios y a Santiago Apóstol" y señaló que "si Dios hizo el milagro, se sirvió" de sus compañeros, a los que nombró desde el personal de limpieza, pasando por celadores, auxiliares de enfermería, enfermeros y médicos. "Hemos demostrado que tenemos la mejor sanidad del mundo", amplió. "Cuando me veía morir me aferraba a mis recuerdos, a mi vida, a mi marido, al que adoro...", señaló también visiblemente conmocionada.
Y aunque añadió que no guarda "ni rencor ni reproches", sí dijo que serán sus abogados los que marcarán las acciones a seguir. Su marido y su representante legal sí han dicho en los últimos días que llevarán a cabo algún tipo de acción penal contra los que consideran responsables de su contagio. No hizo, sin embargo, mención a las declaraciones del consejero de Sanidad de Madrid, Javier Rodríguez, que
la acusó de mentir a la hora de informar de su temperatura a los médicos que la monitorizaban tras haber atendido a García Viejo.
No entró tampoco en
los motivos de su contagio –"no sé lo que falló, ni siquiera si falló algo", dijo– a pesar de que el jefe del Servicio de Medicina Interna del Carlos III, Germán Ramírez, aseguró dos días después de que se conociera su infección que la paciente había reconocido "en tres ocasiones" que existía la "posibilidad" de que se hubiese tocado la cara. Esa es la tesis que lleva apoyando desde entonces el Gobierno regional con el consejero a la cabeza.
Tranquilidad
Asimismo, Teresa expresó su deseo de
tener tranquilidad para recuperarse totalmente porque todavía está débil y de hacerlo cerca de su familia. Y reiteró que si su sangre puede servir para ayudar a otras personas estaría dispuesta a donarla hasta quedarse "seca".
A su perro
Excálibur se refirió su marido, Javier Limón, que señaló que
los responsables de su "ejecución" no supieron valorar la importancia del can para una familia sin hijos como la suya. Y señaló que ambos tienen un recuerdo "imborrable" del animal, al tiempo que agradeció el apoyo de todas las personas que se mostraron en contra de su sacrificio.
Teresa Romero, no es una heroína, es mucho más que eso. Es una ciudadana solidaria. Es una profesional responsable. Es una buena persona. Es una mujer lúcida que sabe deslindar los sentimientos personales de la exigencia de responsabilidades. Y, por si ello fuera poco, es una persona con la decencia y el coraje necesarios para llamar a las cosas por su nombre y denunciar el sindiós, la incompetencia y el saqueo al que nuestros malgobernantes y sus burócratas cómplices están sometiendo al sistema sanitario madrileño (por no hablar del nacional). Teresa Romero es, también, "la marea blanca" Me uno a la alegría general por su recuperación. Y sospecho (y deseo) que su nombre y su voz van a amargarle la existencia a más de un indeseable. Gracias Teresa. Por todo. Saludos.
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