La corrupción asedia al PP

Rajoy sacrifica a Mato para que no le destroce su discurso anticorrupción

Por unas horas, este miércoles cundió el pánico en el Partido Popular y en el Gobierno. La puesta de largo de Mariano Rajoy en el Congreso de los Diputados con la intención de "liderar la iniciativa" de los conservadores en materia de política anticorrupción, prevista para un día después, se nublaba por momentos después de que el juez Pablo Ruz emitiese un auto judicial que dejaba más tocada aún a la ministra Ana Mato. El instructor del caso Gürtel la considera "partícipe a título lucrativo" de las actividades de su exmarido, el exalcalde de Pozuelo Jesús Sepúlveda. Una imagen golpeaba en la mente de muchos de sus compañeros de partido: el presidente del Gobierno en la tribuna del hemiciclo con Ana Mato sentada en su escaño y la oposición en pleno echando en cara a Rajoy que quién es él para ponerse a presentar una nueva regulación en materia de financiación de partidos políticos y de altos cargos cuando mantiene sentada en el Consejo de Ministros a una mujer que, según un auto judicial, se benefició de los tejemanejes de una trama corrupta. El jefe del Ejecutivo en la tribuna; Mato, en su escaño. Una imagen letal que se frenó a las 20:00 horas con un comunicado de Sanidad anunciando la segunda dimisión en el Gobierno en dos meses.Curiosamente, la misma acusación que ha llevado a dimitir a Mato, pesa también sobre el PP como partido. El juez Ruz lo acusa también de ser "partícipe a título lucrativo" de la trama Gürtel. Pero nadie ha dimitido en el partido que preside Rajoy por este tema.

"O algo cambia o el debate de la oposición ya se lo hemos redactado nosotros mismos",

mantenía a primera hora de la tarde un miembro de la dirección del partido. El presidente del Gobierno había tardado cinco años desde que estalló el caso Gürtel –lo hizo en febrero de 2009– en asegurar que iba a ser él mismo quien iba a liderar la iniciativa parlamentaria en materia de regeneración democrática. Y todo saltaba por los aires 24 horas antes.

Este era el guión que parecía escrito hasta las 15:00 horas del miércoles. Mato, que había intervenido en un par de ocasiones en la sesión de control al Gobierno en el Congreso ya se había marchado de la cámara Baja cuando conoció que Pablo Ruz ponía título a su relación con el caso Gürtel: "Partícipe a título lucrativo". Ordenó a su equipo y a sus colaboradores de confianza que analizasen las 205 páginas del auto y que trabajasen en un borrador de comunicado en el que, siempre respetando las decisiones judiciales, se recalcase que ella no está imputada en la causa y que desconocía cualquier delito que hubiese podido cometer. De dimitir, "de momento nada", decían en el PP. Pero a partir de esa hora, los acontecimientos comenzaron a virar. El anunciado comunicado no llegaba a los correos de los periodistas.

Rajoy no la frenó

En algunos sectores del PP señalaban que había sido Moncloa, alertada de que Mato se preparaba para reaccionar a la acusación judicial, quien frenó ese primer envío. En el círculo de la ya exministra rechazan este extremo y mantienen que nunca se iba a hacer ningún tipo de anuncio sin que ésta hablase con su jefe de filas. Y que sobre las 18:00 horas la decisión ya estaba tomada. Ella, siempre según su entorno, puso su cargo a disposición del presidente del Gobierno. Y al contrario de lo que había sucedido en ocasiones anteriores –también por este mismo caso y por la gestión de la crisis del ébola–, Rajoy no la frenó, un gesto que quienes le conocen interpretan como una presión de facto. "No le gusta tener cadáveres a sus espaldas. Como en el caso de Alberto Ruiz-Gallardón, exministro de Justicia, siempre parecerá que fue Mato la que se marchó", relata alguien que conoce muy bien al jefe del Gobierno.

Hasta la fecha, es el cargo de mayor rango en el PP que se ve obligado a dar un paso atrás tras verse salpicado por la Gürtel. Le sigue el expresidente de la Comunidad Valenciana Francisco Camps.

A diferencia del exalcalde de Madrid, que dejó todos sus cargos políticos, la intención de la extitular de Sanidad es la de continuar como diputada rasa. En el PP, donde fue vicesecretaria de Organización, no ostenta ahora ningún cargo. Pata negra del PP –nombre con el que son conocidos sus miembros que proceden de Alianza Popular– Mato proviene del aznarismo pero supo ganarse la confianza del ahora presidente del Gobierno.

La comparecencia de este jueves estuvo sobre la mesa en el diálogo que mantuvieron ambos miembros del PP. Según fuentes conocedoras de esta conversación la exministra señaló a Rajoy que no era lo más oportuno que su continuidad en el Ejecutivo fuese a servir de munición a una oposición que, además de llevar reclamando su dimisión desde que llegó al Gobierno, ya había alertado de que no se lo iban a poner nada fácil en el debate. "No había otra. Mejor ahora que otro día. A pocos meses de las municipales y autonómicas, en caída libre en las encuestas y con los ciudadanos tan cabreados, tenemos que ser más contundentes que nada", valoraba un diputado.

Un contexto complicado

En la decisión de Mato no sólo ha pesado el pleno que este jueves protagoniza el Gobierno sobre regeneración democrática. Son ya demasiadas las voces internas en el PP que llevan meses exigiendo a Rajoy un mensaje de contundente y las novedades judiciales que afectan a la titular de SanidadSanidadllegan en un momento en el que su partido ha vivido uno de los meses más negros en lo que a este tipo de escándalos se refiere. "No podemos decir que hasta aquí hemos llegado y suspender de militancia a Rato, a los afectados por el escándalo de las tarjetas B de Caja Madrid y a los alcaldes de la Púnica y dar la impresión de que hay una doble vara de medir. Ana no está imputada. Es verdad. Pero todo llega en un momento en el que se nos exige un plus de responsabilidad", dice uno de sus compañeros de formación.

Críticas al juez

Pese a que la opinión mayoritaria en el PP es que la marcha de Mato da aire al partido, las críticas al juez Ruz circularon por las filas conservadoras. "Es una casualidad que los tiempos judiciales se crucen con los de la política", sostenía irónicamente un diputado sobre el momento elegido por el magistrado para emitir el auto. "Más intencionado no podía ser", añadía.

Ahora, los conservadores cruzan los dedos por los avances judiciales de todos los frentes que tienen abiertos. La marcha de Mato, no imputada, supone elevar mucho el listón. Y ahora, insisten, habrá que aplicar a todos la misma vara de medir.

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