Elecciones autonómicas

Díaz prepara el adelanto electoral para desmontar el 'efecto Podemos'

La presidenta andaluza, Susana Díaz, en el colegio Antonio Machado de Jerez, este 19 de enero de 2015.

La última decisión sólo es de Susana Díaz, y sólo ella tiene en su mano dar más vida al Gobierno bipartito de PSOE e IU en Andalucía o matarlo y dar por concluida una legislatura que arrancó en la primavera de 2012. Pero el clima es inequívoco: se huele más que nunca a elecciones autonómicas anticipadas, probablemente para finales de marzo. Los socialistas encuentran por ahora más ventajas que puntos en contra: distanciar la convocatoria del ambiente de las citas generales, pisotear a un PP muy débil en la comunidad, visualizar que es posible vencer el efecto Podemos, poner en valor las conquistas de un Ejecutivo de izquierdas y tirar de los candidatos de las municipales de mayo. Pero esa solución a la complicada partida de ajedrez no está de ningún modo exenta de riesgos. 

El runrún de que la presidenta de la Junta estaba sopesando un adelanto de los comicios, previstos en principio para primeros de 2016, ya estaba sobre la mesa desde finales de año, pero se fue calentando en los últimos días. Y este lunes acabaron por encenderse todas las alarmas. Díaz, por primera vez, reconoció que la estabilidad que necesita el Ejecutivo andaluz "no existe en estos momentos", de modo que si esa estabilidad no se recompone "tendrá que haber adelanto electoral". En declaraciones a los periodistas en Jerez de la Frontera, en Cádiz, adonde acudió durante la mañana a inaugurar la remodelación y ampliación de un colegio, insistió en que su voluntad es centrarse en los problemas de los andaluces, más en tiempos de crisis, y agotar la legislatura. Y reiteró que la comunidad requiere un Gobierno "sólido, fuerte" y que no esté "en cuestiones internas", que es lo que desea que "IULV-CA entienda".

Las palabras de Díaz llegaron a las pocas horas de que trascendiera (y se confirmara) la noticia de su embarazo, de algo menos de tres meses. Un estado que, en cualquier caso, no tendría incidencia directa a la hora de cuadrar un calendario de suyo muy complicado, como ella misma reconoció.

Por la tarde, se reunieron durante más de dos horas el comité de enlace de PSOE e IU, el órgano de coordinación permanente entre las dos fuerzas aliadas. Una cita en el Parlamento fijada desde hace unos días y a la que acudieron los interlocutores habituales: por parte de los socialistas, Juan Cornejo (secretario de Organización), Mario Jiménez (su portavoz en la Cámara) y Manuel Jiménez Barrios (consejero de Presidencia), y por parte de IU su coordinador, Antonio Maíllo; su portavoz parlamentario, José Antonio Castro, y el vicepresidente de la Junta, Diego Valderas. Con el encuentro el PSOE buscaba aclarar "cuanto antes" si sus socios estaban dispuestos a conferir estabilidad al Ejecutivo.

Pero el escenario seguía anoche abierto. Cornejo señaló que la situación es "delicada" y que los socialistas trasladaron su malestar por el "permanente cuestionamiento" del Ejecutivo por parte de IU. El secretario de Organización sí coincidió con Maíllo en que todavía no hay ruptura del pacto

Reunión con los secretarios provinciales

Este martes se reúne, como siempre, el Consejo de Gobierno, y después Díaz se verá con los ocho secretarios provinciales de su partido, con los que pretende intercambiar impresiones y conocer de su boca qué opinan sobre un posible anticipo electoral. 

Para llegar a tiempo, antes del 22 de marzo, la última fecha disponible –el domingo siguiente, 29 de marzo, es Domingo de Ramos y tras la Semana Santa, se echa encima la campaña de las municipales y autonómicas del 24 de mayo–, la presidenta tendría que reunir de nuevo al Consejo de Gobierno antes del lunes próximo (le obliga el Estatuto, en su artículo 127), firmar el decreto de convocatoria y disolución del Parlamento ese día y publicarlo el martes, 27 de enero, para empezar a contar a partir de ahí los 54 días que exige la maquinaria electoral. 

En el equipo de Gobierno de Díaz y en el partido se barajan varios factores que apuntan a que un anticipo es la alternativa idónea. Primero, porque tampoco quedan muchos huecos en el calendario. En mayo son las locales en toda España y las autonómicas en 13 comunidades. Los socialistas descartan esa fecha porque Andalucía accedió a la autonomía por la vía rápida, a través del artículo 151 de la Constitución. Es decir, siempre ha tenido ese carácter diferencial, de modo que juntar su proceso con el resto le haría "renunciar a una de las señas de identidad" más claras, aparte de que se mezclaría con el debate nacional. El 27 de septiembre serán las catalanas. Díaz, según sus colaboradores, gana en esa discusión, ya que no "siente complejos" a la hora de hablar de la unidad de España o de enfrentarse al nacionalismo, pero el foco mediático estaría dividido entre Cataluña y Andalucía. Y hacer coincidir las autonómicas con las generales sumiría a las primeras "en el estado de opinión" nacional, muy polarizado y protagonizado por PP y Podemos. 

Agotar la legislatura, según este análisis, sería demasiado arriesgado, porque para la primavera de 2016 ya se habría podido testar el efecto Pablo Iglesias, la hondura de la caída del PP y estado del PSOE. Mantener el poder de la Junta en esas condiciones sería, a juicio de todas las fuentes consultadas, mucho más complicado. 

Conclusión: lo que le conviene a Díaz es "alejar lo más posible" las andaluzas de las citas generales, para que no se contaminen del debate nacional. Ahora, además, el PSOE-A sigue "fuerte" y tiene la posibilidad de convertirse en primera fuerza (en 2012 lo fue el PP), y más tarde podría perder fuelle. Alzarse con la primera posición en el Parlamento permitiría a Díaz tener mayor margen de maniobra y no depender de sus eventuales socios. Podría gobernar incluso en solitario.

Tira de las municipales de mayo

Segunda razón, conectada con esta: los conservadores siguen muy débiles, según traslucen las encuestas internas y externas. El PP no ha logrado remontar el vuelo después del relevo de José Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla, por Juanma Moreno. Un sondeo del grupo Joly de diciembre de 2014 otorgaba al PSOE-A un 30,9% de los votos, 8,5 puntos menos que en 2013, seguido del PP (24,9%), Podemos (17.4%) e IULV-CA (12,8%). En las europeas, por ejemplo, los socialistas superaron por diez puntos al PP, la mayor ventaja conquistada en toda España. 

Tercera: el PSOE estima que Podemos aún no ha "arraigado en Andalucía", no se ha "consolidado" como en el resto de España. Ni siquiera tiene elegida formalmente a quien será su secretaria general, la eurodiputada Teresa Rodríguez. Ni tampoco tiene articulada su estructura provincial. Los de Díaz, en cambio, cuentan con una poderosa maquinaria engrasada gracias a las más de tres décadas en el poder. 

El adelanto, según fuentes socialistas, podría incluso beneficiar al partido a nivel nacional, ya que podría visualizar que se puede vencer a Podemos y, sobre todo, podría destruir la imagen del bipartidismo, del tándem PP-PSOE, ya que Iglesias tendría difícil acusar a la Junta de ser un Gobierno de derechas, puesto que IU ha estado en él en los últimos tres años. Es decir, situaría a la nueva formación en la "extrema izquierda", también porque sus referentes en la comunidad proceden de esa margen, caso de Rodríguez –con anterior carné de Izquierda Anticapitalista– o de Diego Cañamero, líder del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT). 

"El Gobierno de Andalucía ha funcionado como un dique frente a las políticas de Mariano Rajoy, y ha avanzado en estos tres años. Queremos preservar ese legado, ponerlo en valorponerlo en valor, y no dilapidarlo en el último año", enfatizaba un miembro del Ejecutivo. 

Una hipotética victoria de Díaz "tiraría" por añadidura de los candidatos municipales en mayo. "Sería oro molido para ellos", analizan en la Junta. 

El comienzo de la desconfianza

Los socialistas creen que llevar el examen del bipartito a marzo beneficiaría a IU, porque podría aguantar más el golpe. "Le permite salvar los muebles del naufragio. Ahora mismo no está del todo mal en las encuestas, y más tarde puede quedar engullida por Podemos". En la federación de Cayo Lara también se escucha ese argumento aunque, de forma oficial, en el entorno de Maíllo, se insiste, como él mismo dijo, que no hay "razones" para la ruptura, que el Gobierno está funcionando bien y que lo que mejor les viene a ambos socios es llegar a las urnas con los deberes –o sea, el contenido del pacto– cumplidos al cien por cien. El mismo coordinador exigió a sus socios que aclarasen si hay "runrún" o la amenaza de anticipo "tiene base", pero serán ellos, dijo, los que deberán "explicar" las razones del divorcio.

IU, de hecho, no se quiere comer el trance de tener que cargar con la responsabilidad de la quiebra del Ejecutivo. Pero eso es lo que pretenden los socialistas y, de hecho, han ido construyendo ese relato en las últimas semanas. Todos los dirigentes señalan que la desconfianza se acrecentó cuando la asamblea de balance de la federación aprobó estudiar la posibilidad de consultar a sus bases en el verano sobre la continuidad en la Junta. Aquello rebeló a Díaz, que desde el primer minuto advirtió de que no consentiría que se pusiera "fecha de caducidad" al pacto. Luego vino la sugerencia de IU de que podría cambiar los nombres de sus tres consejeros en la Junta para ubicar a Maíllo y proyectar su perfil institucional. También la petición de que se creara en el Parlamento una comisión de investigación sobre los distintos casos de corrupción. Y, finalmente, la pretensión del vicepresidente, Diego Valderas, de viajar a los campamentos de refugiados en Tinduf, aunque este, tras el veto de Díaz, decidió abrir un "periodo de reflexión". 

El episodio de Valderas, para los socialistas, es "anecdótico", la "gota que colmó el vaso de la paciencia" de la presidenta. El poso, dicen, es la inseguridad que les provoca el distanciamiento de IU, a la que ven dividida en tres facciones: el sector más proclive al pacto y la estabilidad (el propio Valderas, y el líder del PCE, José Luis Centella, con quien Díaz ató el pacto en 2012); el que "está loco por converger" con Podemos (el de la Candidatura de Unidad de los Trabajadores, el partido de Juan Manuel Sánchez Gordillo), y el que "quiere tener un pie en el Gobierno y otro en la oposición", que es "inasumible a toda costa" para el PSOE (y que encarnarían Maíllo o Alberto Garzón). Díaz, de hecho, puso fecha al comienzo de la zozobra: el momento en el que el diputado por Málaga anunció que quería concurrir a las primarias federales de IU. A los socialistas les sentó como un tiro, por ejemplo que Garzón tachara de "indecente" la "instrumentalización" que, a su juicio, había hecho la presidenta del viaje de Valderas al Sáhara. 

En el PSOE-A creen que esas diferentes sensibilidades en IU añadirían inestabilidad con el paso de los meses, conforme se acerquen las citas electorales. Y si del referéndum a la militancia, de convocarse, resultara la salida del Ejecutivo, Díaz no tendría margen de maniobra. Estaría atada de pies y manos.

Desde IU las cosas se ven justo en la óptica contraria: creen que Díaz quiere "construir un relato" para cargarles el muerto de la ruptura, cuando su ambición está en Madrid.

Las primarias socialistas en el horizonte

Ese aspecto es justo el que los socialistas observan como una posible flaqueza dentro del discurso que tendrá que combatir la presidenta: que la culpen de la ruptura por tener margen de maniobra en caso de que desee aspirar a la candidatura a la Moncloa, de imposible acceso si las andaluzas son en otoño o más tarde. "Pero eso nos lo van a decir hagamos lo que hagamos", defienden en su equipo. En efecto, la derivada nacional es insoslayable. Ella no ha descartado concurrir, lo que probablemente le acarrearía competir contra Pedro Sánchez. Y, en caso de ganar, buscar un sustituto para la Junta, para quien algunos ven como mejor posicionada a la consejera de Hacienda, María Jesús Montero, con varios trienios en el Gobierno autonómico. Pero la puerta de Madrid no se abriría antes del 24-M, de modo que Díaz está obligada a despejar la incógnita andaluza cuanto antes, a deshojar ya la margarita.

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En Ferraz atribuyeron sus toques de atención contra el secretario general precisamente a su ambición personal, versión que desmentían en el círculo de la baronesa del PSOE-A. Sí es cierto que si el 24-M ocurre un cataclismo en las urnas, más ojos la mirarán a ella y esta vez tendría difícil decir no a la movilización de sus compañeros en su favorno . De acaecer una nueva debacle, habría que ver qué ocurre en el partido: si las primarias se mantienen para el 26 de julio o se hace forzoso otro cambio de dirección vía congreso, opción que algunos dirigentes no descartan. 

La otra desventaja de un anticipo electoral en marzo es obvia: Díaz correría el riesgo de recibir "el primer bofetón del desencanto". O sea, de una irrupción de Podemos mayor de lo previsto, que le dificultara la gobernabilidad. 

Toda esa batería de pros y contras son las que se manejan en San Telmo y en el PSOE-A. Ahora Díaz debe decidir qué carta (arriesgada, en cualquier caso) se juega

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