El primogénito de Jordi Pujol a la jueza: “Mi abuelo ya decía que no nos preocupáramos por el futuro”

El hijo mayor del expresidente de la Generalitat Jordi Pujol Ferrusola se alineó en su declaración como imputado ante la juez con la versión familiar de que el dinero ocultado en el extranjero proviene de su abuelo: "Mi abuelo ya me decía que no nos preocupáramos por el futuro, que nos dejaría un rincón".

En la transcripción de su declaración como imputado del 26 de marzo, a la que ha tenido acceso Europa Press, ante la juez de Barcelona que investiga el caso, el primogénito del expresidente defendió así la versión familiar: esos fondos tienen su origen en un legado de su abuelo, Florenci Pujol.

A preguntas de la juez sobre cuándo se enteró de que existían estos fondos, Jordi Pujol Ferrusola defendió que supo de ellos antes de la muerte de su abuelo, en septiembre de 1980. "Mi abuelo ya me decía que no nos preocupáramos por el futuro, que nos dejaría un rincón. Y esto algunas veces me lo decía a mí, a mí solo, y algunas veces también con mi hermana", dijo en referencia a Marta Pujol Ferrusola, la hija mayor del expresidente después de él.

Relató al tribunal que la familia no volvió a hablar de eso hasta que murió su abuelo y que fue entonces cuando el expresidente y su mujer, Marta Ferrusola –los dos también imputados– los reunieron a él y a su hermana Marta y les dijeron que Florenci Pujol les había dejado "un legado".

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Además, aseguró que no tienen nada que acredite este supuesto legado: "En ningún momento hemos tenido papeles, ni información, ni documentación, ni nada", defendió ante el tribunal. Sobre su padre, también defendió: "No tenía cuenta en ninguna parte ni era destinatario de nada en el caso de que alguno de nosotros se muriera, ni tenía firma con nadie. Es más, yo nunca le he hablado de este tema".

Jordi Pujol Ferrusola se encargó de este supuesto legado a partir de los años 90 y justificó la multiplicación de la fortuna familiar por su inversión en láminas financieras de titularidad "opaca", con lo que consiguieron que 140 millones de pesetas en 1980 se convirtiesen en ocho millones de euros en el 2000. "Lo que queríamos era una opacidad absoluta en el tema del nombre y las láminas te lo daban y además te daban muy buena rentabilidad", defendió ante la juez.

"Evidentemente buscamos unos productos que sean seguros, estables, que no haya riesgos y sobre todo, que haya opacidad de titulación", añadió a preguntas durante su interrogatorio. También aseguró que de estas gestiones tampoco tiene documentación y que solo se recogían "en un papelito que se dejaba en el banco".