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Talento a la fuga

“Es triste ver a España desde fuera”

“Es triste ver a España desde fuera”

No es la primera vez que se enfrentan a los medios para contar su experiencia como emigrantes españoles en Noruega. Un año después de la entrevista que concedieron al programa “Soy emigrante” de Salvados(laSexta), José y Cristina, una pareja que lleva junta más de doce años y que espera a una hija que nacerá en Oslo, ven como su presente y su futuro se encuentra cada vez más sólidamente anclado al país conocido como “el paraíso escandinavo”. Entre la nostalgia de su Jerez natal, el orgullo por lo hasta ahora conseguido y la ilusión de la hija que esperan, detallan para infoLibre la experiencia en un paraíso que no lo es tanto cuando se llega a él en alas de la emigración y la crisis económica española. Ahora, Cristina trabaja en una empresa como química, pero hasta llegar ahí, tuvo que ejercer unos meses como camarera en un restaurante.

Cristina, con su doctorado en química bajo el brazo, aterrizó en Noruega hace dos años y medio. Sola, sin contrato de trabajo ni financiación para sus investigaciones, dejó en Jerez a su pareja y su familia tras agotar todas sus posibilidades en España. “Al principio en España me iba muy bien. Terminé la carrera a los 26, hice mi máster y después un doctorado que apenas me llevó cuatro años”. Pero los problemas comenzaron cuando Cristina trató de dar el salto desde la formación superior que le había costado años lograr a un trabajo estable en investigación. Entonces comprobó lo que ya comenzaba a suceder con los miles de licenciados y doctorados de su generación, que se han visto arrojados a un mercado laboral marcado por la destrucción de empleo y el continuo adelgazamiento de la inversión en I+D+i. Con las puertas cerradas en España y sin otra perspectiva que la de borrar su doctorado del currículum porque, como explica, “en muchos trabajos les echaba para atrás”, decidió sopesar las opciones que se le abrían en el extranjero, aunque ello supusiera estar meses trabajando sin remuneración alguna. “Me decanté por Noruega por la cercanía, porque lo tenía más fácil para ver a mi familia. Llegué para una estancia de dos meses para colaborar con un grupo de investigación en la universidad pública. Pero no me pagaban, porque ellos no necesitaban que yo trabajara con ellos, era algo que yo había solicitado, un favor que me hacían”.

De doctora en química a camarera

A pesar de la precaria situación económica en la que se vio envuelta los primeros meses, Cristina recuerda con cariño la oportunidad de trabajar y aprender en aquello para lo que se había formado y la buena relación con sus compañeros. Con todo, no olvida la dureza de sus comienzos. La falta de recursos económicos la obligaron a buscar un empleo como camarera en un restaurante español. “Lo que hice fue buscarme la vida”, recuerda. “No se creían que pudiera sobrevivir con tan poco dinero. Iba a la tienda a comprar comida, pero siempre marcas blancas. Me permitía un refresco de Cola a la semana. Y así es como sobrevivía”. Así, Cristina pasó de Doctora en química a la hostelería y todavía recuerda la sorpresa que producía su currículum entre sus superiores y la clientela noruega: “Les chocaba un montón que fuese doctora y trabajase de camarera. Aquí me elogian constantemente por mi titulación”.

“En Noruega nos tienen asociados a la pereza”

En medio de estos meses, su actual pareja y padre de la hija que ahora esperan, decidió animarse también a probar suerte en Noruega. José, un administrativo actualmente empleado en las cocinas de la cafetería de la empresa química para la que hoy trabaja Cristina, deja que ella recuerde esos comienzos con humor jerezano: “Al principio era cómo ¿Pero dónde me has traído? ¡Casi como si le hubiera engañado!”. Compañeros desde hace doce años, compartieron también destino y fogones en el primer restaurante en el que trabajó Cristina.

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De camarera a ingeniera química

Pero la perseverancia de Cristina por trabajar en el sector para el que se había formado, terminó dando sus frutos. Ahora ejerce como ingeniera química en una empresa privada a las afueras de Oslo. “Necesitaban un doctor en química y no lo encontraban, así que decidieron probar conmigo”, explica. Ahora, con su posición afianzada en Oslo, y a la espera de una niña que nacerá previsiblemente en verano, Cristina no duda en elogiar las condiciones laborales que le brinda Noruega. “En Noruega me obligan a cogerme la baja maternal tres semanas antes. Y es obligatorio, no puedes trabajar más, porque entienden que te puedes poner de parto en cualquier momento. Y después tienes 49 semanas con 100% de sueldo o 59 semanas con un 80% de sueldo” detalla Cristina, que en ningún momento ha visto peligrar su puesto de trabajo tras anunciar su embarazo. Pese al favorable entorno laboral en el que ahora se encuentran, reconoce que si encontrara en España un empleo con similares condiciones, “aunque ganara menos”, no dudaría en regresar con su familia. Sin embargo, esta es una posibilidad que de momento ven muy lejos: “No te crees las noticias, maquillan mucho los números. Los que están detrás del poder se están beneficiando de las crisis. Pero hay mucho miedo. Es triste ver a España desde fuera”, sentencia.

La estabilidad laboral o la seguridad ciudadana son algunas de las virtudes que José y Cristina reconocen al país que los acoge y en el que se preparan para formar una familia. Pese a todo, desde el “paraíso escandinavo”, en donde también pasaron por la precariedad laboral, el paro de la emigración y los prejuicios que pesan sobre los españoles, no dejan todavía de añorar el Jerez natal del que ambos proceden.

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