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Movimientos sociales

Cuatro años de 15-M: ruptura del bipartidismo y regeneración como eje del debate político

Concentración del 15-M en la Puerta del Sol en su tercer aniversario.

El 15-M cumple cuatro años en mitad del escenario político más abierto de las últimas décadas. Desde que los indignados salieron a la calle en 2011 para reivindicar una "democracia real", la regeneración institucional y el cambio de modelo económico, una vorágine de acontecimientos ha puesto patas arriba el tablero político y, en la actualidad, las encuestas sitúan a cuatro partidos disputándose la victoria en las próximas elecciones generales.

"No nos representan" fue el grito que unió a decenas de miles de personas a partir del 15 de mayo de 2011 en un movimiento que comenzó en la Puerta del Sol de Madrid y que pronto ocupó buena parte los lugares más icónicos de las ciudades españolas. Las reivindicaciones, difusas en un principio, se fueron concretando posteriormente: el fin de la corrupción de la clase política, el acercamiento de las instituciones a los ciudadanos y el mejor reparto de la riqueza se unieron en lemas como "No hay pan para tanto chorizo" o "No somos mercancía en manos de políticos y banqueros".

Cuatro años después, esos problemas siguen vivos. La corrupción no sólo no ha cesado, sino que se han destapado desde entonces tramas como el caso Bárcenas o el caso ERE que no han hecho sino agravar la mala percepción de los ciudadanos con respecto a las instituciones. Además, la tasa de paro ha aumentado hasta el 23,2% y los ciudadanos han perdido durante la crisis entre un 7,4% y un 12% de poder adquisitivo, dependiendo de las fuentes. La profunda crisis, además, ha dado pie a la aparición de partidos como Podemos, el ascenso de formaciones como Ciudadanos, la creación de las llamadas "candidaturas de unidad popular" y el derrumbe del tradicional bipartidismo.

Los indignados han convocado una manifestación este viernes en la Puerta del Sol de Madrid para conmemorar el cuarto aniversario del 15-M, además de una concentración en el mismo punto el día 23 –jornada de reflexión previa a las elecciones municipales y autonómicas– para realizar un "grito mudo". Pero, ¿sigue vivo el 15-M? Los expertos consultados coinciden en que sí, pero también afirman que el movimiento ha mutado y su naturaleza no es la misma que la que tenía hace cuatro años.

"Del 15-M siguen vivos sus efectos"

"Los movimientos sociales nunca están vivos ni muertos del todo", explica en este sentido Kerman Calvo, profesor de sociología en la Universidad de Salamanca (USAL), que sin embargo sí concede que el 15-M "está más vivo que muerto porque aún hay personas que se consideran quincemayistas, aunque ha perdido esa presencia visible que tenía al principio". Con él coincide Pablo Oñate, catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), que asegura que "un movimiento social tiene picos y tiene bajadas, y el punto de eficacia organizativa que se consiguió no parece que se vaya a recuperar".

"Del 15-M siguen vivos sus efectos, sobre todo un primer lugar un incremento de la protesta y la movilización ciudadana, y que convenció a más ciudadanos de que es posible conseguir cosas a través de estas herramientas", abunda Oñate. Y tanto él como Calvo coinciden en que los efectos de este movimiento no fueron tanto conseguir cambios concretos como introducir en el debate público elementos que hasta ese momento no estaban en la agenda. "Desde el 15-M se comenzó a hablar de regeneración democrática, de corrupción, de transformar las instituciones e incluir en las mismas a los ciudadanos", señala el experto de la UC3M, mientras que Calvo menciona la crítica a los bancos y a "los excesos de un tipo de capitalismo".

Otra consecuencia resaltable es la articulación de partidos como Podemos, que se reclaman herederos del 15-M. En este sentido Pablo Padilla, miembro de la dirección del partido en la Comunidad de Madrid e integrante de Juventud Sin Futuro, sostiene que "Podemos no es partido del 15-M", pero sí admite que "no se le puede entender" sin la irrupción de este movimiento. "Pero no se puede pedir lo mismo al 15-M que a Podemos, porque son movimientos diferentes", explica Padilla, que afirma que "no hay nada menos 15-M que arrogarse su representación".

El dirigente, no obstante, no está de acuerdo en que el 15-M no haya conseguido conquistas concretas, si bien estas no serían institucionales sino a nivel social. Y menciona algunas, como "el crecimiento exponencial de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca" y el establecimiento de "un nuevo sentido común" que conllevó, a su juicio, que por ejemplo "los desahucios se consideren algo que afecta a la sociedad en lugar de un problema individual". De igual forma, Padilla afirma que el 15-M provocó un "fortalecimiento de la sociedad civil" y plantea, incluso, que el movimiento puso encima de la mesa la ruptura del "contrato social" y la necesidad de llegar a un nuevo acuerdo.

Un nuevo contrato social

"Teníamos un contrato social plasmado en la Constitucion del 78, resultado de mucho trabajo de nuestros mayores, y las élites lo han roto", denuncia el dirigente de Podemos, que asegura que "la irrupción del 15-M genera la necesidad de sentarse a hablar de un nuevo contrato social que fije cuestiones que antes nadie ponía en duda" y señala que ese es el objetivo de Podemos. "Una vez vulnerado, es necesario recuperar los elementos más valiosos del contrato que teníamos e incorporarlos en una nueva relación social en la que no se ponga en duda que la economía se tiene que poner al servicio de las personas", remacha.

Por su parte Lara Hernández, secretaria de Convergencia de IU, asegura que "el 15-M marca un antes y un después en el establishment", y señala que dentro de su partido "hay gente que lo ha entendido y gente que no". Entre los primeros, Hernández pone como ejemplo al candidato de IU a la Presidencia del Gobierno, Alberto Garzón, que precisamente se dio a conocer como uno de los líderes del 15-M, y afirma que los valores del movimiento son los que ahora mismo demanda la sociedad. "Cuando vas a la calle ves que a la gente le da igual unas siglas que otras, lo que quieren son cambios políticos. La demanda ahora mismo es que nos unamos, y tenemos que responder", remacha.

Hernández sostiene que el punto de ruptura que supone el 15-M no es tan espontáneo como parece, sino que antes de esa fecha "hay aproximadamente una década de movilizaciones sociales que trabajan por debajo, en las luchas contra el plan Bolonia, por ejemplo". "El 15-M era un bebé, se ha ido convirtiendo en adolescente y ahora estamos entrando en una fase de adultez con la búsqueda de nuestra presencia en las instituciones", plantea la dirigende de IU, que asegura que existe una "ruptura generacional".

"Lo más importante son las ideas, no la edad", contrapone el propio Garzón, que asegura que "la juventud por sí sola no es sinónimo de cambio: nos encontramos, por ejemplo, con caras nuevas como Albert Rivera que defienden las mismas viejas ideas que nos han traído a esta crisis". "El 15-M explotó dentro de un proceso de fragmentación generacional, pero no es una lucha de los jóvenes contra los mayores, sino de impulsar nuevas formas de hacer política", sostiene el candidato de IU a la Presidencia del Gobierno.

Sin embargo, Garzón sí reconoce que "la cuestión generacional influye porque poco tienen que ver las condiciones materiales con las que vivimos jóvenes y mayores", pero insiste en que "el 15-M fue un reflejo de la frustración de la gente y las causas que desencadenaron en las protestas no se han solucionado".

Pero IU se ha visto sobrepasada a la hora de transformar este descontento de los indignados en representación institucional –las encuestas ahora mismo le dan en torno a un 5% de intención de voto–. En este sentido, Garzón asegura que "en cada crisis orgánica, hablando en términos gramscianos, opera el eje viejo-nuevo" y que, "aunque no sea racional", en esta también ha funcionado ubicando a IU en el grupo de los partidos antiguos.

Podemos... y Ciudadanos

Calvo señala, por su parte, que la propia dinámica de la política representativa está provocando que Podemos se aleje de algunas de las posiciones del 15-M. "Hasta [su congreso fundacional de] Vistalegre, Podemos era sin duda la expresión electoral del 15-M, por aspectos como la lucha contra la corrupción o la organización horizonal. Pero poco a poco, según vamos avanzando en este ciclo electoral, la dinámica institucional les está obligando a tomar decisiones difíciles que el 15-M nunca quiso tomar", asegura el sociólogo, que resume su pensamiento asegurando que "Podemos es la representación de un grupo del 15-M que estaba harto de las asambleas y que necesitaba tomar decisiones más rápidas".

No obstante, pese a que el partido que resuena con más fuerza como la consecuencia del 15-M es Podemos, varios de los expertos consultados sacan otro nombre a colación: el de Ciudadanos. "No es para nada absurdo hacer la conexión 15-M y Ciudadanos", asegura Kerman Calvo, que explica que las asambleas tenían un carácter transversal donde "había indignados de derechas y también había gente que no estaba sufriendo las consecuencias de la crisis". "Y muchas de esas personas que estaban en las manifestaciones y asambleas de forma más light pueden estar en la órbita de Ciudadanos, que ha recuperado el discurso de la indignación en temas como la ley electoral, la corrupción o la regeneración democrática".

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"La mejor expresión de que el 15-M sigue vivo es que hay dos candidaturas, Podemos y Ciudadanos, que expresan ese nuevo consenso" salido de las plazas, opina por su parte Víctor Sampedro, catedrático de Comunicación Política de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). No obstante, para él el ascenso del partido de Albert Rivera se debe más al "acoso mediático que está sufriendo" la formación de Pablo Iglesias que al hecho de que algunos indignados compartan su ideario. "Ciudadanos encarna sólo simbólicamente a aquella gente que salio a las plazas y decía 'yo no soy político, quiero un cambio ético, que se vayan los corruptos y entre gente con una nueva ética en las instituciones'”.

No obstante, pese a que el 15-M dio paso a un ciclo de movilización que alcanzó su pico en los años 2012 y 2013, la conflictividad social ha descendido en estos últimos dos años, algo que los expertos no achacan sin embargo a la aparición de nuevos partidos que recojan las demandas de la sociedad. "Esto no se puede medir nunca en términos de corto plazo, sino como ciclos de protesta", asegura Pablo Oñate, que explica que "hay momentos álgidos que tienen una dinámica ascendente de la movilización y luego esta se va atenuando paulatinamente hasta que vuelve a haber otro pico". Calvo, por su parte, responsabiliza de este descenso en el número de movilizaciones al recorte de libertades del Gobierno.

Los indignados, no obstante, volverán este día 15 a las plazas a luchar "por un empleo digno, por el derecho a la vivienda, por unos servicios públicos de calidad, por un control de las entidades bancarias, por una fiscalidad realmente progresiva, por la reducción del gasto militar, por las libertades, por la democracia" o "por la anulación de la deuda ilegítima", tal y como explican en su manifiesto. "El Movimiento 15-M seguirá representando un cambio de conciencia política y social a nivel personal y colectivo que ninguna ley podrá parar", aseguran. Su lema es claro: "La lucha sigue en las calles".

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