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Tripartito valenciano: una negociación a la antigua usanza

Tripartito valenciano: una negociación a la antigua usanza

Sergi Tarín | Valencia

A las 12.00 del martes cayó el telón, pero solo aparentemente. El secretario de Organización del PSPV-PSOE, Alfred Boix, compareció para anunciar la “suspensión de la negociaciones con Compromís” tras sentirse “insultados” por el representante de la formación nacionalista, Pasqual Mollà, quien aseguró un día antes que los socialistas carecían de legitimidad para pilotar el viraje hacia la izquierda y que la presidencia de la Generalitat debía ocuparla Mònica Oltra y no el socialista Ximo Puig. “Nuestra paciencia no es infinita”, declaró y anunció el toque de queda para cualquier negociación con Compromís en el territorio valenciano. “Hay que ver cómo podemos confluir con Ciudadanos en un espacio de gobernabilidad”, añadió.

Pero tras la lona del telón, todo continuó como estaba. A las 16.00 horas los correos de los comités negociadores de ambos partidos cruzaban borradores para cerrar el programa común que debía presentarse a los medios este miércoles, cita que sí se ha suspendido. Y los comisionados para llegar a acuerdos municipales se emplazaron para el jueves. De hecho, la sintonía siguió intacta en la mayoría de localidades. A mediodía el candidato de Compromís por Alicante, Natxo Bellido, con tres concejales, se retiraba y confirmaba su apoyo al equipo de gobierno saliente del diálogo entre PSOE y Guanyem Alacant, cada uno con seis ediles. Lo mismo ocurría en Castellón a media tarde tras el aval de los cuatro concejales de Compromís a los seis de los socialistas. Además, el candidato del PSPV en la ciudad de Valencia, Joan Calabuig, refrendaba su favor a la investidura el sábado de Joan Ribó.

Fuentes de ambos partidos consultadas por infoLibre aseguraron sentirse “razonablemente tranquilos” y pedían desmaquillar de órdago y solemnidad las declaraciones de Boix. Por ejemplo, suspensión no significa ruptura. “Esperamos un gesto [de Compromís]”, concluyó el secretario de organización, que es una manera civilizada de abandonar un lugar sin dar un portazo. ¿Cuál es entonces el escollo? Desde el PSPV se acusa a Mónica Oltra de querer presidir la Generalitat a toda costa y entienden que la jefatura del Consell para Ximo Puig es indiscutible con 50.000 votos más y 23 diputados frente a los 19 de Compromís.

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Una lectura lineal de la tradición democrática (quien saca un voto más gobierna) que la formación nacionalista no comparte. El PSOE ha perdido 10 diputados y Compromís ha ganado 12 y se ha convertido en la fuerza más votada en la provincia de Valencia. Además, cuentan con el soporte de los 13 parlamentarios de Podemos, que entrarían en el gobierno si Oltra fuera la presidenta. Mollà, el representante nacionalista de la negociación, ofreció el lunes un segundo puesto de relevancia a Puig como “conseller en cap”. Sin embargo, Compromís también ha enviado señales en un sentido contrario. “La Generalitat no es una línea roja”, manifestó la propia Oltra hace unos días. Y su número dos en la coalición, Enric Morera, aseguró el fin de semana que no existe “ningún empeño de Oltra por ser presidenta”.

“Todo es pura dialéctica de la negociación”, afirman desde Compromís, donde tienen claro que Puig será el presidente, pero quieren someterlo a la mesa de negociación y extraer más poder en el Consell a cambio. Pedir el 100% para llegar al 90 o al 80%. Algo que también produce desazón dentro de un sector del PSOE, el más conservador, representado en la corriente lermista (del ex presidente de la Generalitat, Joan Lerma), que encarnan Alfred Boix y Juan Manuel Orengo. Este último fue alcalde de Gandía (79.000 habitantes) y ha criticado que Compromís se niegue a entrar en una coalición junto a Ciudadanos para evitar que gobierne el Partido Popular. Otro lermista, Jesús Ros, aspira a ser el alcalde de Torrent (80.000) con el apoyo fallido, hasta ahora, de un Compromís esquivo “a cerrar sin condiciones el presupuesto de los próximos cuatro años”. Gandia y Torrent son los dos casos en que se apoyaron este martes los socialistas para suspender el diálogo con Compromís.

Finalmente, el tono de la negociaciones tiene mucho que ver con el perfil de los negociadores. Tanto Pasqual Mollà (Compromís) como Ciprià Ciscar (PSPV-PSOE) son dos políticos con décadas de experiencia y que no han renovado los usos y costumbres. El resultado es un diálogo a la antigua usanza en una sociedad con un sensibilidad política distinta. Mollà es un pactista rudo que ha pasado por múltiples formaciones. Y quienes conocen a Ciscar lo definen como “un culo de hierro”, capaz de permanecer sentado a la mesa durante meses. Con todo, fuentes de ambos partidos pronostican una negociación áspera y confían en la destreza de ambos para detener la escalada unos centímetros antes del precipicio.

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