Valencia

El ecosocialista que derrotó a la eterna Barberá

Joan Ribó, el ecosocialista que derrotó a la eterna Barberá

Sergi Tarín

“Estoy asistiendo a la campaña más sucia y ruin que he vivido nunca. Su responsable es la gente de Compromís”. Son palabras de Rita Barberá en las vísperas de las elecciones del pasado 24 de mayo. Y su manera de decir que, por primera vez en 20 años, tenía rival. Ese contrincante es Joan Ribó (Manresa, Barcelona, 1947) que reventó los pronósticos y las urnas con nueve concejales (solo uno menos que el Partido Popular) y un 23,28% de los votos frente al 25,71% de Barberá. Un resultado, en parte, fruto del tirón de Mònica Oltra, pero también del talante opositor sistemático y contundente de Joan Ribó.

“O ellos o yo”, vino a decir Barberá durante la campaña. Y la ciudad se polarizó. A la entonces alcaldesa le entró el miedo escénico y empezó a ver la sombra de Ribó en cada gesto desabrido de la ciudanía. Todo era Compromís y Ribó. Es decir, los pitos en los mercados, la negativa de una pescadera a darle la mano o una clienta en el mercadillo a la que amenazó con identificarla porque le llamó “corrupta”. La profecía autocumplida ocurrió ese domingo y la gente se lanzó a la plaza del Ayuntamiento al grito de “¡Ribó, alcalde!”.

De hecho, el futuro político del líder de Compromís se fraguó en la ciudad de la que este sábado recibe la vara de mando. En 1992, año II del imperio Barberá, Ribó asumió la secretaría general de Esquerra Unida (EUPV) en Valencia. Y en 1997 dio el salto autonómico a la cúspide del partido. Antes había militado en el Partido Comunista, donde recaló desde los movimientos cristianos de base, con posicionamientos cercanos a la teología de la liberación, como la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) o Cristianos por el Socialismo. Entre sus referentes está Salvador Allende, el carismático presidente de Chile bombardeado en 1973 durante el asalto militar al Palacio de la Moneda.

De Allende siente la cercanía de un socialismo sereno, pero radical en el compromiso con los desfavorecidos. Una solidez que demostró como portavoz parlamentario de la Entesa, coalición capitaneada por EUPV junto a Els Verds del País Valencià, Izquierda Republicana i Esquerra Valenciana. En aquel grupo, entre el 2003 y 2007, mantuvo un pulso de fuerza con el Partido Popular en la lucha contra la corrupción, encarnada en la figura de Carlos Fabra, entonces presidente de la Diputación de Castellón y hoy presidiario en la cárcel de Aranjuez.

Ingeniero y profesor de instituto

Tras la elecciones de 2007, Ribó, ingeniero agrícola de formación, regresó al instituto de secundaria de Meliana (Valencia) como profesor de Física y Química, profesión que ha desempeñado durante dos décadas de forma intermitente. Pero en 2011 volvió a la política para encabezar la lista de Compromís al Ayuntamiento de Valencia. Antes había abandonado una EUPV escindida por los malos resultados electorales de 2007 tras concurrir en la misma coalición de Compromís junto al Bloc Nacionalista Valencià. Aquel 2011, las encuestas no le otorgaban concejal alguno. Sacaron tres. En las de 2015, las mismas encuestas hablaban de cinco ediles y, finalmente, fueron nueve.

Una cosecha que tiene que ver con la calidad de la semilla. Ribó es un político de verbo vehemente, didáctico, y de réplica veloz. Una actitud que ha agriado la última legislatura de una Barberá acostumbrada a oposiciones dóciles. A eso cabe añadir la propia dinámica destructiva de los últimos años en el PP valenciano. Una podredumbre que, aunque con mayor retraso, también llegó al Ayuntamiento con la denuncia por el saqueo de Emarsa (la depuradora de Pinedo) o las cuentas irregulares con el Instituto Nóos, por las que hubo de dimitir, tras ser imputado, Alfonso Grau, mano derecha de Barberá. También cesó su mano izquierda, María José Alcón, esposa de Grau en un especie de determinismo fisiológico para delinquir, quien apareció en las grabaciones del caso Diputación como participante activa de las mordidas de Marcos Benavent. Unas escuchas en las que también se relatan las supuestas dentelladas de Quique Sospedra, a quien llaman “el sobrinísimo” de Barberá, apodada “la Jefa”.

Mucho antes de eso, Ribó ya había denunciado las adjudicaciones troceadas para burlar el concurso público de las empresas del grupo de comunicación Trasgos, que se embolsó 2,7 millones entre 1994 y 2014. “Es una pequeña Gürtel”, explicó en su día el dirigente de Compromís, quien también consiguió que los juzgados, en base a la Ley de Memoria Histórica, retiraran a Francisco Franco el título de alcalde honorario.

Rita Barberá abandona el Ayuntamiento de Valencia

Rita Barberá abandona el Ayuntamiento de Valencia

El efecto de 'Ritaleaks'

Pero la maniobra política que desencajó a Barberá fue la publicación de la web Ritaleaks, que contiene la relación de 466 facturas correspondientes a gastos de representación tramitados por la alcaldía a nombre de 34 personas y por un importe de 277.886€. En el caso de Barberá constan 89 facturas por una valor de 42.781€ y con gastos tan llamativos como los 4.912,99€ de un coche a su disposición en Londres en diciembre de 2011 para la reunión con Bernie Ecclestone, el magnate de la Fórmula 1. También existen pagos de hotel por una noche en Florencia o Madrid que ascienden a 771€ y 685,86€ respectivamente. Tanto las cuentas de Trasgos como las de Ritaleaks están siendo investigadas por la Fiscalía.

Una manera de gobernar, la de Barberá, que también ha dejado una huella sobre el mapa que Ribó, en buena parte, se ha propuesto borrar. Es el caso del exceso de coches. O la obsesión por la luz, pero no la que embelesó a Joaquín Sorolla, sino la artificial de las farolas. De hecho, Valencia es la ciudad española con más contaminación lumínica. Ribó, sin embargo, ha propuesto que si Valencia debe ser capital de algo lo sea de la bici. Es el vehículo con el que se desplaza, ya que ha renunciado al coche oficial, y también se ha comprometido a bajarse el “escandaloso” sueldo de Barberá, el cargo público que más cobra en España tras declarar 156.000€ brutos de ingresos en 2013. En cuanto a las obras urbanas de referencia, Ribó ha garantizado que protegerá la huerta con una concejalía especial. Y su primera medida será derogar el proyecto que amenazaba el barrio marinero del Cabanyal con la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez hasta el mar.

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