Lucha contra la ablación

Entre la navaja y la pared

Entre la navaja y la pared

No recuerda la fecha, pero aquel día se levantó entre gritos que le anunciaban una fiesta. Le dijeron que iba a ir a casa de su abuela a comer frijoles. Le encantaban los frijoles. La engañaron. Por el camino bailó y cantó junto a otras niñas y mujeres que la acompañaban. En el momento oportuno, lo único que le dijeron fue: “Las mujeres valientes no lloran. Si lo hacéis, las demás chicas os habrán ganado”. Tenía 4 años.

Esto es lo poco que Fátima Djarra Sani recuerda del día en que le practicaron la ablación en su Guinea Bissau natal. La tumbaron en el suelo de un baño sucio, le taparon los ojos con un pañuelo. Dos mujeres la agarraron de las extremidades. Con la misma navaja de barbero que habían utilizado para las demás niñas, sin esterilizar y sin anestesia, “la fanateca me seccionó el clítoris y me arrancó de cuajo los labios menores en un par de segundos”, relata Sani en Indomable.

Ella es el rostro y la voz de los 140 millones de mujeres que han sufrido la ablación en el mundo, pero también de las mujeres y hombres africanos que se rebelan para cambiar una costumbre que somete a la mujer a una vida repleta de problemas: incontinencia urinaria, dificultades en el parto, en la penetración, dolores menstruales insoportables, incapacidad para tener orgasmos, traumas psicológicos.

“En África se sabe qué es la ablación, pero no las consecuencias que tiene”, asegura Sani en declaraciones a infoLibre. Por eso dice no guardar rencor a las personas que consintieron su mutilación, “porque no son conscientes de que nos están haciendo daño” con una práctica que no aparece “en ningún versículo del Corán”.

Sensibilizar, no condenar

Fátima no fue consciente de lo que significaba la ablación hasta que tuvo 13 años, hasta que un profesor le enseñó cómo es el aparato reproductor femenino. “Descubrí que había una parte que yo no tenía. Supongo que otras compañeras también se sintieron incompletas como yo, pero no me lo dijeron”. En África la ablación es un tema tabú que ni siquiera las mujeres hablan entre ellas.

“Decidí hacer el libro para sensibilizar a la población africana, para decir basta. Porque si las mujeres africanas no alzamos la voz, nadie lo va a hacer por nosotras. Y también para sensibilizar a la población española, porque la ablación es algo que no está tan lejos, está muy cerca”, asegura.

Según datos de la Organicación Mundial de la Salud (OMS), en España hay 50.000 mujeres mutiladas que proceden de otros países y 17.000 niñas menores de quince años en riesgo de sufrir la ablación. Fátima Djarra trabaja en Médicos del Mundo de Navarra como mediadora. Su labor consiste en acercarse a la población africana para poder hablar sin tapujos sobre las consecuencias que tiene la ablación e impedir que se la hagan a sus hijas.

Patricia Ruiz, compañera de Médicos del Mundo de Navarra, relata cómo un plan de trabajo con prostitutas permitió a la ONG “descubrir que muchas de ellas estaban mutiladas y que hablaban de la ablación como algo positivo que iban a hacer a sus hijas”. Fue entonces cuando la organización decidió “que había que hacer algo” y ofertó un puesto de trabajo de mediadora que acabó ocupando Fátima.

En la actualidad existen protocolos de actuación para la prevención de la ablación en cuatro comunidades autónomas: Cataluña, Aragón, País Vasco y Navarra. Además, el código penal la castiga con penas de cárcel de entre seis y doce años y con la pérdida de la custodia de la hija. “Pero encerrar a los padres es un castigo doble para la niña”, advierte Ruiz, “porque la dejas sin padres y mutilada”.

Gracias a la labor que realizó Médicos del Mundo de Navarra hasta 2013, último año del que constan cifras, unas 200 niñas han podido evitar la ablación en la comunidad foral. Son conscientes de que “queda mucho por hacer” y que la política se les queda un poco corta. “Es una cuestión de prioridades”, reconoce Ruiz, y desde la política “no se le da la importancia que tiene” a la ablación.

En enero de 2015, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad aprobó el Protocolo Común de Actuación Sanitaria para la prevención de la Mutilación Genital Femenina en España. Tener un protocolo de actuación es primordial, porque provee a las organizaciones y al personal sanitario “de un marco legal, pero tiene que ir dotado de un presupuesto y medidas”, denuncia Ruiz.

Indomable y valiente

El libro, presentado por la editorial Península pasado martes en Madrid, saca a la luz cada recoveco íntimo de Fátima, pero lo ha escrito Gorka Moreno, un periodista de Navarra que ha conseguido “contar todo tal como fue”, sin novelar demasiado y sin ficciones. Una historia apasionante que empieza incluso antes del nacimiento de Sani: "En tierra de na", que significa mamá en mandinga, la lengua de su etnia.

“Las partes que hablan de mi madre y de Barry fueron las más duras de relatar”, confiesa Fátima al tiempo que unas lágrimas atrevidas le empañan los ojos de recuerdos. Barry fue el amor de su vida, el marido al que no pudo dar hijos, el compañero que un accidente de tráfico le arrebató y de quien no pudo despedirse.

Es injusto no nombrarlos porque “los dos tienen un gran peso en el libro y en mi vida”. Indomable “me ha servido para sacar la angustia, porque no pude llegar al entierro de Barry en Guinea y despedirme de él”.

–¿Crees que na y Barry estarían orgullosos na de todo lo que has conseguido, de la mujer que eres hoy?

–Sí. Mi marido más que mi madre, pero estarían orgullosos los dos. A pesar de que intentaron volverme dócil, al final me aceptaron como soy. Me querían domar, pero no pudieron.

–¿Te defines como indomable?

–Sí. Indomable y valiente.

Fátima Djarra Sani es una mujer valiente que ha llorado muchas veces. Porque sí, las mujeres valientes sí lloran, pero siempre salen a flote. En su caso y como dice la última frase de Indomable, sale siempre a flote para situarse “entre la navaja y la pared”, entre la fanateca —mujer que realiza la ablación— y la niña, entre la tradición musulmana y el derecho a ser libre.

–¿Imaginas un mundo sin mujeres mutiladas?

La sonrisa le ilumina la cara antes de contestar:

–Va a ser un paraíso, un mundo feliz.

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–¿Cuándo crees que llegaremos a vivir en ese paraíso?

Vuelve a reírse:

–Yo estaré muerta. Pero llegaremos. Algún día se hablará de la ablación en pasado.

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