Orgullo Gay

Retrato de una nación arcoíris y orgullosa

A veces, muchas veces, la legislación se adelanta a la mentalidad del pueblo y a este no le queda más remedio que evolucionar con la aprobación de los textos legales. Otras, la ley se queda muy atrás de las exigencias de toda una sociedad. Pero en este caso, a estas alturas, ya ley y pueblo se han dado la mano. Ley, pueblo y política.

La hora de la convocatoria madrileña para la manifestación del Orgullo Gay 2015 es las 18.30. La línea 1 de metro se viste con chicos en camiseta de sisas, con chicas de labios rojos, con hombres y mujeres variopintos que se suman parada a parada, que se reconocen entre ellos y se miran con orgullo en la mirada.

Un señor porta una bandera arcoíris a modo de capa, una peluca de cresta punki y una camiseta blanca que grita "yo no soy gay". Y qué más da.

Hace diez años, José Luis Rodríguez Zapatero hizo uso de la teoría del framing para enmarcar el matrimonio homosexual en la ecuación lingüística "ampliación de los derechos sociales de la población española". "Yo no soy gay", dice el marco de la camiseta de este francés con gafas de sol, y entre paréntesis añade: "(Pero mi novio sí)". Se llama Roman y viene de Marsella.

Atocha. El metro se descongestiona, eyacula, se libera. Los aledaños de la estación bullen de arcoíris y se escabullen de convencionalismos para empezar a latir con el corazón del colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB) desplegando el orgullo de ser ellos mismos, enarbolando su libertad para celebrarlo, para decirlo.

"Hay mucho trabajo por hacer"

Las pancartas yacen boca abajo en el asfalto a 40 grados del paseo del Prado. Los periodistas calientan antes de trabajar a la carrera por conseguir la foto del político más cotizado del momento. Pablo Iglesias llega desplegando su halo de ciudadano de barrio rodeado de su trinchera de seguridad. "Gracias por apoyar los derechos de los homosexuales, Pablo", le grita alguien de entre todos los que se mueven con él, contra él, hacia él como sardinas enlatadas. "Gracias, Pablo. Estamos aquí por todos los que no pueden estarlo", añade la voz.

Vendedor ambulante de banderas arcoíris durante la celebración del Orgullo Gay 2015, este 4 de julio en Madrid | MARTA SEMITIEL

“Podemos sentirnos orgullosos por vivir en uno de los países con menos homofobia del mundo, pero hay mucho trabajo que hacer todavía”, reconoce el líder de Podemos a la prensa. ¿Qué piensan hacer desde el partido morado si finalmente consigue gobernar? Una ley integral de transexualidad y medidas contra la discriminación, dice.

El lema que cuelga de manos de los políticos dice: Leyes por la igualdad real ¡ya! Leyes como la que aprobó el PSOE durante el primer mandato de Zapatero y de la que están orgullosos hoy todos los españoles. Leyes como otras tantas que favorecerían a la lucha del colectivo LGTB, pero que se quedan en el tintero.

"Demostrando que todos somos iguales"

Pedro Sánchez es el último en situarse en una ubicación determinada para él en la pancarta, como para cada uno de los rostros que la enmarcan. Sonríe. Concede selfis a los ciudadanos y charla distendido con Alberto Garzón, el candidato de IU a la Moncloa. Paradoja: la izquierda se sitúa a la derecha del telón.

¿Quiere decir algo como primer secretario general del PSOE que acude a una manifestación del orgullo? Típico: hoy “es un día de orgullo para todos porque gracias a la lucha del colectivo LGTB España hoy es un país mejor, con más libertades y con más igualdad, y eso es un motivo de orgullo para millones de españoles que compartimos su lucha”, declara a infoLibre.

Sánchez, Iglesias y Garzón no son los únicos políticos presentes. Acuden también más dirigentes del PSOE (Ángel Gabilondo, Antonio Miguel Carmona, Carla Antonelli, Carmen Montón), de Podemos (Íñigo Errejón, Pablo Echenique) y de Ciudadanos (Ignacio Aguado, Begoña Villacís), de UPyD (Julio Lleonart), de Ahora Madrid (los concejales Rita Maestre, Jorge García Castaño y Guillermo Zapata)... y hasta del PP.

El consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, el número dos de Cristina Cifuentes, Ángel Garrido, manifiesta su apoyo al Orgullo y expresa su deseo de "descongelar relaciones" para que el PP pueda estar presente en la cabecera de la manifestación el año que viene. También encabezan la marcha los líderes de CCOO y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, y los presidentes de Cogam (Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid) y FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales), Jesús Grande y Jesús Generelo.

En ese país del que habla Pedro Sánchez vive Andy. Un chico que andará por la veintena y que camina con unos tacones de vértigo un poco más allá del secretario general del PSOE. "Celebrando lo que soy y quien soy. Demostrando que todos somos iguales”, confiesa. Andy pasea sembrando la envidia de muchas chicas que no se atreven a calzar andamios como los suyos, pero les gustaría: “Hay que aprender a llevarlos, pero con la actitud se nace”, presume.

Andy pasea por el Orgullo 2015 con sus taconazos, este 4 de julio | MARTA SEMITIEL

Abanicos para remover el calor, pipas, venta callejera de latas de cerveza, venta callejera de banderas arcoíris como la de Roman el marsellés, a diez euros. La canción del verano hace retorcerse a las adolescentes ante la cabeza de la marcha, poco les importa la política. El orgullo ha comenzado. Con la imagen bien viva, por cierto, del gran icono del movimiento gay: el socialista Pedro Zerolo, fallecido el pasado 9 de junio.

Una cabeza pregunta cuándo empieza la feria del libro a otra cabeza. Dos chicos han perdido a su grupo de amigos. La gente se agolpa en las baldosas y las cámaras buscan hambrientas plumas, cuerpos al descubierto, maquillaje: los rostros más impresionantes y atrevidos de este Orgullo. Ellos son siempre así, líderes de su identidad, pero los objetivos los ignoran el resto del año.

Carmena: "Pilar imprescindible para Madrid"

A las 19.30, la marcha política de reivindicación LGTB no ha llegado todavía al Ministerio de Sanidad. La previsión del recibimiento de Manuela Carmena en Colón para las ocho se retrasa. Qué más da.

Se provee calimocho con hielo en las aceras. Se huele a sudor, a perfume caro y a una fiesta que se prolongará hasta altas horas de la madrugada. En Neptuno, los bomberos improvisan un parque acuático en el que los sedientos asistentes se refugian del calor y de la espera. En Cibeles, una gran banda arcoíris tiende de la sede del Ayuntamiento de Madrid como una lengua, burlándose, riéndose, contenta, recordando que este es el año que más arcoíris han ondeado en los consistorios españoles repartidos por toda la geografía nacional.

Los bomberos duchan a los participantes del Orgullo 2015, este 4 de julio | MARTA SEMITIEL

Gente de todas las edades, colores e identidad sexual revolotea arriba y abajo por el paseo de Recoletos y el paseo del Prado. Hasta el barquillero ha venido ataviado con su traje de chulo madrileño. Gente semidesnuda, gente vestida y gente sin ropa. Gente que no se plantea si el Orgullo es una fiesta o una manifestación. Gente que desconoce que más de 30.000 parejas homosexuales han contraído matrimonio en los últimos diez años.

Un escenario negro y con música preside vacío la glorieta de Colón. Horas más tarde, la recién estrenada alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, promete "hacer todo lo que esté en mi mano para salvaguardar esta fiesta y que se convierta en un pilar absolutamente imprescindible para Madrid". Termina su discurso instando a los asistentes a la manifestación: "Quered a Madrid", porque ha cambiado y es vuestra.

Al fondo, los 290 metros cuadrados de impasible bandera española duermen bajo un sol asfixiante. Da igual que la tela sea roja y amarilla. Este 4 de julio, la nación es arcoíris. Y la capital presume de ello, orgullosa.

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